Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Enfermedades
Enfermedades

Máximo

Expandir imagen
Máximo (ILUSTRACIÓN: RAMÓN L. SANDOVAL)

–Dime amigo, ¿cómo estás?

–Como siempre -le contesté. Disciplinadamente feliz.

–Quiero verte.

–Cuando tú quieras.

–¿Puede ser mañana?

–Claro, a las diez te espero.

Mi amigo de más de cincuenta años llegó sonriendo a mi oficina. Los años sobre sus hombros se notan, imagino que igual que a mí. Le sonrío y mi amigo, después del abrazo, se sienta tranquilo. No puedo evitar imaginármelo en el colegio vestido con su camisa azul y pantalon kaki; M siempre sosegado, sencillo, fiel amigo querido.

Luego de recordar algunas anécdotas del colegio se pone serio y me pregunta:

–¿Qué opinas si me quito la vida?

Silencio. Como no articulo palabra él continua.

–Mira Freddy, he venido a ti porque necesito tu consejo, ya no quiero vivir más, lo he perdido todo y me siento una carga.

Trago en seco, quiero abrazarlo pero me contengo y, con una serenidad encontrada no sé dónde, le digo:

–No tienes derecho. Tú, al gual que yo, eres creyente y Dios sabe cuándo te quiere a su lado.

Mi respuesta no pareció convencerlo mucho, pero la aceptó sin inmutarse, yo sudaba y sentía lástima por ese compañero de tantos años a quien la vida le había sometido a pruebas difíciles. Luego hablamos mucho, analizamos la vida, lo llené de esperanza y, claro, le di mi abrazo

Mi amigo y yo nos seguimos viendo, le di mi amistad con más intensidad. Pasaron unos meses sin verle y me llamó de nuevo.

–Freddy, quiero verte.

–Las puertas están abiertas, ven cuando quieras.

Llegó. Y en sus manos traía unos papeles que depositó sobre mi escritorio. Su sonrisa era amplia y hermosa, me contagié con ella.

–Hermano, ¡qué bien te ves!

–¡Dios nos oyó! –me contestó de inmediato.

–¿Cómo así?

–Lee –y me puso los papeles abiertos delante.

–¿Cáncer, tienes cáncer?

–Y metástasis en los huesos -agregó.

Respiré profundo.

–Ya solo tengo que esperar –me dijo mirándome fijamente–, nuestro Dios entendió mi pedido.

Lo miré de nuevo a ver si encontraba alguna ironía en su mirada, solo vi una alegría inmensa dibujada en sus ojos y una auténtica felicidad por el regreso al principio.

–No tengo miedo –me dijo sin pestañear–, espero que el paso no sea muy doloroso y lo mas rápido posible.

–¿Puedo hacer algo?

–Sí, amigo, estar cerca, como siempre, y nada más.

Cuando M se fue de mi oficina entré en un silencio profundo, la vida, la muerte, Dios, las preguntas sin respuesta, el tiempo de cada cual, la fe, el dolor, la angustia y luego la eternidad... Meses después me llamó de nuevo.

–Quiero despedirme antes de que sea muy tarde.

–¿De quiénes?

–De mis amigos del colegio, quiero hacerlo ahora, ya después quizás no esté en condiciones.

Los llamé a todos, les dije el motivo, en Casa de Teatro a las ocho, M quiere decir adiós, se nos va y no tiene miedo, está contento y quiere abrazarnos.

Llegaron unos pocos, otros no se atrevieron, no entendieron o tuvieron miedo de enfrentarlo. M llegó con la sonrisa de siempre, el rostro le había cambiado un poco, me comentó que había comenzado a tener dolor pero no estaba triste, hablamos de todo, uno de los amigos prendió la TV y vio un juego de basquet, yo bebí vino, en algún momento entró una amiga cantante y lo abrazó con ternura, M se rió, disfrutó la noche y lo admire en silencio por su valentía. ¡Ah, la vida que me sorprende cada vez! ¡Ah, la vida tan corta, tan simple, tan insondable...! ¡Ah, la vida... misteriosa... que se nos va de repente... y todos tenemos el mismo final...!

Espero lleno de esperanza el reencuentro.

Ilustración: Ramón L. Sandoval.

TEMAS -