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¿Sobrecalificadas y sin trabajo?

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¿Sobrecalificadas y sin trabajo?
La mayoría de los jóvenes no se están formando en las áreas de mayor demanda. (SHUTTERSTOCK)

Contratar a estas personas que superan lo solicitado en la descripción del puesto puede ser un gran riesgo para la empresa porque llegan con altas expectativas.

Aunque parezca mentira, y lo lógico sería que los empleadores desearan tener entre sus filas a una persona más que capacitada para realizar un trabajo, con frecuencia muchos aspirantes son rechazados porque su historia laboral demuestra que están 'sobrecalificados' para la posición.

Es el caso de Linette. Ella con 25 años ya tiene un título de licenciada, uno de postgrado, varios diplomados y está a punto de terminar una maestría. Todo un currículum interesante y completo. Pero, a pesar de todo, no ha podido encontrar un empleo que le ofrezca el equivalente a todo el tiempo dedicado en estudios. En más de una ocasión la han llamado de una reclutadora para decirle que está sobrecalificada para el puesto y le falta experiencia laboral.

Ella solo quiere la oportunidad de trabajar, en una ocasión estaba lista para tomar un puesto donde no ofrecían una gran remuneración económica, pero se enteró de que no la aceptaron porque su currículum era abundante y superaba las exigencia para el puesto.

Cintia también es víctima del mercado laboral local. A sus 22 años está cursando una maestría en mercadeo pero tiene mucho miedo de no encontrar un empleo que se adapte a sus necesidades luego de haber invertido tanto dinero en su formación académica.

Margarita tiene otro caso, aunque también pertenece al grupo de profesionales “sobrecalificados”. Empleada bancaria, con experiencia en el área de préstamos, ronda los 50 años. Los últimos años se desenvolvía en puestos de dirección, pero al dejar su anterior empleo nunca imaginó que iba ser tan difícil reubicarse en el mercado laboral.

Para Linette y Cintia las mujeres como Margarita tienen la ventaja de las relaciones y la experiencia; para Margarita, Linette y Cintia, con su juventud e impresionante currículum, representa una gran competencia. Pero la realidad es que las tres navegan en el mismo barco. Pertenecen al cada vez más amplio grupo de los profesionales sobrecalificados.

Pero, ¿qué es realmente estar sobrecalificado para una posición? Hablamos de estar sobrecalificado cuando la persona que se está considerando para un determinado trabajo supera los requisitos propios de la descripción de puesto, ya sea por su larga experiencia o por su preparación académica superior.

Contratar a estas personas desde el punto de vista de la empresa puede ser un gran riesgo, porque llegan al puesto con altas expectativas y con la idea de que deben percibir más dinero por sus atributos laborales. “Aunque las empresas reconocen el valor de este candidato no lo contratan porque es un riesgo que las empresas prefieren evitar”, explica Alicia Paulino, headhunter y presidenta de Advanced Professional Solutions (APS).

“Estar sobrecalificado en salario, experiencia o estudios muchas veces no permite que alcances ese trabajo deseado, ya sea porque, aunque estás preparado desde el punto de vista académico, no tienes experiencia laboral o porque has perdido el trabajo o quieres cambiar de rumbo”, indica Paulino. En ese sentido las empresas no quieren correr el riesgo de perder el tiempo contratando y entrenando a un personal que tiene expectativas mayores de las que la empresa puede cubrir.

Los más jóvenes, listos y preparados

Bajo el calificativo de “sobrecalificados” entran dos grupos: Los jóvenes que salen de las universidades con una carpeta de postgrado, diplomados y maestrías (y hasta experiencias de pasantía en mercados internacionales).

Mientras no deja de ser loable el interés y el esfuerzo de la juventud de formarse y hacer maestrías, la mayoría de las veces no se están formando en las áreas de mayor demanda. Lo cierto es que el mercado local no siempre crece a la par con la cantidad de profesionales que cada día salen de las universidades.

“Este grupo de personas, cuando finalizan sus estudios y salen en busca de empleo, entiende que está sobrecalificado y demanda experiencias salariales superiores”, indica la presidenta de APS.

Muchas veces sus decisiones al escoger una carrera o estudios de post-grado no están motivadas en una razón correcta y muchos se deciden por una profesión que está de moda; esta decisión luego se les vuelve en contra cuando no pueden insertarse al mercado laboral. “En el país muchos profesionales se mantienen formándose en dos o tres programas que son muy repetidos y eso no permite que haya una diferenciación en lo que ofrece el mercado de egresados”, explica Paulino.

La experiencia y su precio

Por otro lado, se incluye también en el grupo de los “sobrecalificados” a aquellas personas que, contando con mucha experiencia en puestos directivos y gerenciales, por alguna razón han perdido sus empleos o buscan una oportunidad laboral diferente. “Los integrantes de este grupo suelen rechazar oportunidades laborales que se les presenta ya sea por el sueldo y porque no quieren bajar de posición. Estamos hablando de profesionales entre los 33 y los 40 ó 50 años, que quieren hacer un cambio laboral o buscan un empleo pero se les dificulta. Al final acaban cediendo ante cualquier empleo”, indica la headhunter.

“En el caso de las mujeres de 50 años en adelante son las primeras que tiran la toalla, pero muchas de ellas -que tienen familia encaminada y un alto grado de compromiso además- se integran más fácil por el nivel de madurez”, destaca Alicia Paulino.

Pero la desventaja de este grupo radica precisamente en su experiencia. “Una persona que hace el trabajo sintiendo que lo hace con ojos cerrados, que trabajaba antes con asistentes a su cargo, es muy peligrosa porque puede afectar el clima laboral de la empresa”.

El punto de vista empresarial

Cada empresa maneja su mercado y operaciones diferentes. Para algunas entidades no solo vale la experiencia sino el aval académico, mientras que para otras la experiencia lo es todo.

A las empresas no les gusta mucho trabajar con esos candidatos a los que les queda grande la posición porque tienen miedo de entrenarlos y que luego se vayan a otras empresas.

Texto por: Gladyori A. Rodríguez

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