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Vivir con menos, disfrutando más

En estos tiempos no hay que conformarse con sobrevivir económicamente. Con algunos trucos para despertar los sentidos, avivar el ingenio y dar alas a la imaginación, podemos simplificar nuestra vida y aumentar nuestro bienestar

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Vivir con menos, disfrutando más

Inculcar más juegos a nuestros hijos y comprarles menos juguetes, compartir gastos de coche e internet, hacer vacaciones alternativas, saber cuántas horas de trabajo nos cuesta un producto, regalar artesanías hechas por nosotros mismos o momentos placenteros, inscribirnos en un ‘banco de tiempo’...

Estas son algunas de las recetas para “vivir como un millonario sin rascarse el bolsillo” que propone la experta en filosofía, traductora y escritora Ana García, en su libro “Vivir mejor con menos”, en el que aporta una serie de claves prácticas parar aprender a prescindir de lo superfluo e ir a lo esencial, creciendo y realizándonos como personas.

En una época crítica como la actual, que puede durar bastante, nos asaltan la incertidumbre y el miedo porque vemos peligrar nuestro trabajo o el de nuestros seres queridos, pero aunque sea difícil de advertirlo en el momento, esta situación “nos coloca en un momento único para agudizar nuestro ingenio y ser felices viviendo con menos”, señala García.

Según la autora, algunas de las principales claves para no sucumbir a cualquier crisis son saber que es algo pasajero, verla como una oportunidad para deshacernos de lo que ya no nos sirve y atrevernos a crear nuevas formas de vida, y quejarnos menos y responsabilizarnos más de la situación.

Reconocer que los cambios son inevitables, tener paciencia con uno mismo y el entorno, confiar en que el futuro será mejor y trabajar con ilusión para lograrlo, rodearse de personas amables y con un espíritu positivo, o comer y dormir bien y hacer ejercicio a diario, son otros secretos de Ana García para reinventarse y animarse en las situaciones adversas.

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Consejos para ahorrar y pasarlo bien

Con este soporte psicológico, y teniendo presentes las máximas de “la imaginación al poder” y de que “no es rico el que más tiene sino el que menos necesita”, se pueden poner en práctica las medidas para cultivar la simplicidad y el ahorro que sugiere esta experta:

1. Compartido sabe mejor. Puedes compartir el coche y los gastos correspondientes de aparcamiento, seguro, revisiones periódicos o gasolina para los desplazamientos diarios, si entre varios coincidís en las rutas para ir y volver del trabajo o en la de los colegios de los hijos e, incluso, en vacaciones, si las tomáis en las mismas fechas. Todos saldréis ganando.

2. Otras vacaciones. Excursiones a la montaña o de camping, barbacoas (¡bien controladas!) con amigos en el campo, talleres organizados en la naturaleza, casas rurales, intercambio de viviendas con personas de otras ciudades, turismo solidario o responsable organizado por ONGs... Son maneras fáciles, más económicas y menos contaminantes de disfrutar el tiempo libre en compañía de otras personas y estrechar lazos afectivos.

3. ¿Cuánto me cuesta? Cuando entres en una tienda y veas algo que te gusta, debes mirar el precio y preguntarte “¿lo necesito?”. Entonces calcula el número de horas que tienes que trabajar para pagarlo. Para calcularlo, anota el importe de tu sueldo mensual y divídelo por la cantidad de horas que realmente trabajas al mes. Cuando sepas lo que ganas por hora y cuánto tiempo debes trabajar para adquirir algún artículo, descubrirás si merece la pena adquirirlo.

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4. Socorrida lonchera.
Antiguamente era habitual llevarse la lonchera o ‘tupperware’ al trabajo. Se aprovechaban los restos de la cena o se preparaba unas rebanadas de carne, jamón o queso con pan y frutas. Ahora, es un buen momento para recuperar esta costumbre, ahorrando dinero en restaurantes y mejorando la calidad y variedad de nuestra alimentación.

5. Internet solidario. Compartir los gastos del servicio de acceso a internet con algún vecino que tenga línea de teléfono y ‘router’ inalámbrico es una opción interesante. Eso sí: para que todos puedan navegar a una velocidad óptima y consultar su e-mail de forma correcta, los usuarios no han de realizar descargas ni actividades online que ocupen todo el ancho de banda del módem.

6. Regalos originales. En fechas señaladas, puedes proponer a tu amistad o ser querido pasar un día o tarde juntos, paseando y charlando, leerle un poema o un texto que le guste, ir de excursión a un lugar bonito, o invitarle a desayunar, comer, merendar o cenar a tu casa y cocinar un plato especial. Si te apetece regalar un objeto, puedes crearlo con tus manos e ingenio. Detecta en qué tienes habilidad y ponte manos a la obra.

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7. Juega más con menos.
Suelen ser más importantes los recuerdos de los momentos vividos con nuestros padres que las cosas que nos compraron. Dedica tiempo y atención a tus hijos. Ayúdales a entender que pueden ser felices y divertirse con pocos juguetes, pero con imaginación y creatividad. Una muñeca rota es ideal para jugar a médicos con vendas y esparadrapos, por ejemplo. Con lápices de colores y papel pueden llenar la casa de cuadros originales.

8. Bancos de tiempo. Son una iniciativa comunitaria que emula el funcionamiento de un banco, pero donde lo que se da y recibe es tiempo dedicado al servicio y las personas. Lo forman gentes que intercambian tiempo dedicándolo a tareas como el cuidado de ancianos, enfermos, bricolaje, clases de idiomas, apoyo escolar, cocina, compras o masajes, entre otros. La unidad de intercambio es la hora, independientemente del tipo de servicio, y todas las tareas valen lo mismo.

Cambiar de hábitos poco a poco

Ante la pregunta a Ana García sobre cuál es la mejor manera de aplicar estas estrategias, la experta comenta: “Los cambios no se hacen de la noche a la mañana, se requiere un tiempo de adaptación y ajuste, así que hay que ir poniendo en práctica estos sencillos consejos poco a poco. Así, la persona irá dándose cuenta de sus beneficios y no le costará tanto adoptarlos”. Además, “resulta más fácil y menos traumático cambiar a otra forma de funcionar si se hace de manera gradual. Se puede empezar por una estrategia para ‘vivir mejor con menos’ y, progresivamente, ir incorporando otras”, añade.

Si nos preguntamos cuál es la principal automotivación que debemos hacernos para aplicar el vivir mejor con menos, la autora contesta: “Más allá de la necesidad de ahorro, derivada de la situación de crisis que tenemos encima, ser capaz de vivir con menos libera de esclavitudes y dependencias, tanto de las cosas materiales, como de otras conductas dependientes de índole psicológica o emocional”.

“Es interesante analizar con calma lo que es realmente imprescindible para vivir bien. La lista es menor de lo que creemos. Por supuesto que hay unos mínimos y es importante garantizárselos, así como luchar por mantenerlos”, señala la experta.

En opinión de García “no necesitar cosas superfluas genera tranquilidad y bienestar. Es como cuando haces una limpieza a fondo en casa y te deshaces de papeles, cosas viejas, ropa que nunca te pones... todo eso que creías que era imprescindible y resulta que no lo es”.

“Simplificar libera. Y, en términos económicos, te permite ahorrar”, finaliza la experta, que recomienda a aquellos escépticos que piensan que no es posible ser feliz reduciendo el consumo que “prueben y vean esta forma de vivir, que lo comprueben por sí mismos y entonces juzguen”.

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"“Más allá de la necesidad de ahorro, ser capaz de vivir con menos libera de esclavitudes y dependencias, tanto de las cosas materiales, como de otras conductas dependientes de índole psicológica o emocional” "María Jesús Rivas
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