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Diseño de modas
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Colombia sigue de moda en París

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Colombia sigue de moda en París

El dúo bogotano Leal Daccarett, un proyecto que inició en 2008 tras el paso de sus creadores por el Istituto Marangoni en Milán, realizó su segunda exitosa presentación en la semana de la moda parisina. Francisco Leal —la dupla de Karen Daccarett— nos cuenta por qué este es, sin dudas, el momento de la moda colombiana a nivel global.

Colombia no solo es centro de material, sino también de manufactura para muchos diseñadores en Latinoamérica. ¿Por qué el país tiene ese vínculo con la calidad textil? Colombia tiene una gran tradición textil y de manufactura que lleva alrededor de 100 años, si no son más. Todo eso hace que permee un poquito en todos los ámbitos: no es la ropa que hace Leal Daccarett, sino más jeans y ropa interior, pero hace que vaya un poco de la mano con eso.

Pero desde la era de su apertura socio-económica están teniendo eventos como Colombiamoda y ArtBo, donde se pone de manifiesto la creatividad colombiana que hace que el resto de Latinoamérica piense en su manufactura a otro nivel. Sí. De hecho, acá estoy con María Paz Gaviria, directora de ArtBo, que va vestida de Leal Daccarett. Colombia pasó por un momento bastante oscuro, donde nada podía florecer. Todo esto ha hecho que de un tiempo para acá se den unas plataformas gigantescas en moda, arte y diseño en general, que han hecho que se cree una nueva cultura colombiana y un nuevo lenguaje para leer a Colombia.

De hecho, ¡ese lenguaje está siendo hasta copiado! La cuenta de Instagram Diet Prada destacó cómo una marca brasileña le hizo copy+paste a un diseño de Andrés Pajón. Está realmente en un nivel muy alto y con mucha identidad; se puede reconocer de lejos la identidad colombiana. Tiene esos elementos de sentirse muy cómodos siendo latinos, con una nota un poco tropical, de una frescura y coquetería en la mujer.

Esa última palabra, coquetería, existe a veces dentro de un cliché de la mujer latinoamericana. Pero veo que están llevando esa coquetería a un punto conceptual. ¡Sí! Es un poco un llamado a sentirse cómodas siendo mujeres. No es el escote, sino llevarlo un poquito más allá. No necesitamos un escote para decir lo que queremos decir.

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Las piezas de Leal Daccarett van desde los 400 hasta los varios miles de euros. ¿Cómo ha respondido el público a ese rango de precios? La respuesta ha sido fantástica porque el público está buscando calidad, buenos materiales. Nosotros no tenemos una clientela que busca el centavo, sino que está deseando tener una experiencia de compra distinta —es una sensación de alegría y vibración alta cuando se pone la ropa—. Los márgenes de precio son amplios, y dan tanto para una persona que está empezando como para una establecida, pero los estándares de calidad son los mismos.

En mercados como el parisino, ¿les ha ayudado la narrativa de ser latinoamericanos? Totalmente: París en gran parte lo han hecho los latinos y los extranjeros. Es una ciudad que siempre abre sus brazos a la novedad, pero nos sorprende cómo nos reciben distinto en París y en Latinoamérica. Aquí somos un poco madrastras de nuestros propios hijos, y no vemos lo que realmente está pasando en el exterior. La recepción de las marcas latinoamericanas en Europa, Estados Unidos y Medio Oriente es mucho más amplia de lo que es en Latinoamérica.

¿Crees que sea por la base de mercado, que es más ancha socioeconómicamente en mercados maduros como esos que mencionas? Es un tema netamente cultural. En Europa la gente compra algo pensando “es bueno y me lo voy a poner tantas veces”. Es algo tipo “prefiero comprar esta fantástica blusa blanca de seda, que sé que va a tener todos estos usos y me sirve tantas temporadas”. Eso es distinto a la persona que quiere llenar una canasta con muchas cosas. Ahora, estoy de acuerdo: no es para todo el mundo.

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En Dominicana bromean diciendo que Instagram dificulta repetir la ropa. Con María Clemencia [Rodríguez, la primera dama colombiana] se hace un ejercicio de repetir ropa. Es mostrar cómo me puedo poner la ropa en distintas ocasiones, cómo puedo ser versátil. A mí como diseñador me encanta que alguien se pueda poner las cosas muchas veces. Eso significa que fue un éxito total.

¿De dónde vino La Fantástica, la colección que acaban de presentar en París? Vino de un momento especial: [Karen y yo] estamos esperando nuestro segundo hijo y quisimos hablar de la fuerza del interior, de la necesidad de sentirse seguro y abrazado. Hay una crisis mundial fuerte ahora, con todas estas cosas tan locas que están pasando, y queríamos que con nuestra ropa la gente se sintiera cobijada y amada. El primer amor es uno mismo. Los estampados son clásicos, llevados a una dimensión distinta. Es un poco la ropa con la que veías a tu abuela, y queremos que cuando la gente vea las piezas sienta esa seguridad de la persona que le abrazaba y le decía que todo iba a estar bien.

Desde el principio, ustedes han elaborado las piezas con manos artesanas de comunidades poco privilegiadas, compuestas en parte por madres solteras. ¿Por qué se lo plantearon como empresa? Cuando volvimos a Colombia [desde Italia] para establecernos acá entendimos que había un tema social muy importante. No es lo mismo crear una marca en Italia que en Colombia, y eso era parte del paquete, algo que considerábamos que debíamos hacer. Al uno tener una exposición como esta, tiene que aprovechar para poder ayudar a quienes están al lado.

Las piezas de Leal Daccarett están disponibles en su showroom en Bogotá y en tiendas online como Farfetch y Moda Operandi. Aparte, estarán en Santo Domingo en un trunk show que se anunciará próximamente.

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A quien le sirva el sombrero

La diseñadora mexicana Gladys Támez es el nombre detrás de creaciones artesanales ya famosas por sí solas —si han visto los memes del sombrero rosado de Lady Gaga en la portada del álbum Joanne, ahí tienen una—. Recientemente presentó en París las confecciones que diseña en su estudio en Los Ángeles, y conversamos con ella sobre Cher, Gaga y el orgullo mexicano.

Tamaulipas, tu estado natal, es muy conocido por las maquiladoras. ¿Te influenció de alguna manera en tu decisión de carrera el tener la idea de la manufactura tan cerca, aunque hayas escogido irte a lo opuesto, a lo artesanal? En realidad mi influencia hacia lo artesanal vino, más que nada, de mi familia taurina. Crecer en los ruedos, ver los trajes de luces, el traje corto... ¡Y hasta la montera! Ese es el sombrero que llevan los matadores.

Ser mexicana en Los Ángeles es algo cotidiano, pero, ¿cómo sientes que están recibiendo a los nuevos diseñadores latinoamericanos en París? Lo mexicano está siendo muy bien aceptado en todo el mundo, ya que tenemos excelentes representantes —y París no es la excepción—. El mundo ahora es global.

¿Cuáles fueron tus inspiraciones para esta última colección que presentaste en París? Technicolor Dreams viene de todo lo divertido de los 80, desde los colores brillantes a la moda geométrica.

¿Por qué crees que el consumidor se está inclinando tanto a pagar más por una pieza con un sello de autor y confección de calidad? Porque son piezas personalizadas: la gente busca cosas que los identifique, y no ser parte de una moda genérica.

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Aunque tú has apostado por la minuciosidad de la confección, ¿has aprendido que hay algo en todo el proceso en lo que no vale la pena invertir? Todo es un conjunto. Creo que parte del éxito de una marca es que todos los elementos estén equilibrados. Por eso, no creo que haya algo en lo que no valga la pena invertir, pues todos los elementos son parte del resultado final.

De todos los memes de Joanne, ¿cuál es tu favorito? El que más me gusta es el que tiene que ver con las profecías de los Simpson. ¡Qué padre que lo pongan así, como que ya estaba destinado a ser!

Si pudiésemos escoger un cliente ficticio para ti, fuese Chava Iglesias, el fashion-rey (y mirrey) de “Nuevo Toledo” que encarna Luis Gerardo Méndez en Club de Cuervos —con todo y acento norteño—. ¿A qué personaje ficticio escogerías tú misma? Ahorita estoy haciendo los sombreros para los personajes de Dynasty. Si me hubieran dado a elegir los hubiera elegido a ellos, porque siempre me ha gustado el drama de esa serie —y especialmente la actriz Nathalie Kelley, quien ha sido una de mis clientas desde mis inicios—.

En República Dominicana tenemos dos temporadas: verano e infierno. Aparte, hay una obsesión con el salonazo. Con esto en cuenta, ¿cuáles de tus sombreros recomendarías para este clima y esta cultura?

Todos los sombreros son para cualquier persona, y solo hay que escoger uno que vaya con tu forma de cara. El Bianca, por ejemplo, le queda bien a todo tipo de forma de cara y de clima. Yo soy un ejemplo para lo del cabello secado, y siempre llevo sombreros. Siempre y cuando no sea una colita, mis sombreros son para todo tipo de peinado.

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Los pies paisajistas de Andrea Gómez

La diseñadora caraqueña presentó su más reciente colección de zapatos en París, en vivos tonos de azafrán, geranio, rosado, naranja y negro. ¿La inspiración? El trabajo del paisajista brasileño Roberto Burle Marx.

¿2011 Venezuela, 2016 Nueva York y ahora París? En Venezuela comencé con AG by Andrea Gómez, una marca un poco más casual, adaptada al mercado venezolano, con una vibra joven. Todavía mantenemos esa marca, con dos tiendas en Caracas. En 2016 lanzamos la primera colección de la nueva marca, Andrea Gómez —aunque llevan mi nombre, ambos proyectos los trabajo con mis hermanas Leonor y Mariela—. Queríamos un nuevo reto, una marca con un nivel elevado y una calidad más alta. Comenzamos a trabajar con fábricas en Florencia y me he dado cuenta de que los italianos en realidad son artistas y no tienen competencia; ahí se siente un respeto por los materiales y la calidad.

¿Qué te hizo pensar que el mercado en ese punto de precio de alta gama, que podría pensarse saturado, tenía apertura para una marca más? Estudié moda en Nueva York, en la FIT, y trabajar luego con Ángel Sánchez en los shows neoyorquinos me expuso a ese mundo. Era un reto como diseñadora, y una vez entras en ese mercado de lujo, no te enfocas en el precio sino en lo impecable del producto. Nunca tienes el éxito garantizado, pero si no lo intentas, nunca lo vas a saber.

¿Quién es tu público en Nueva York y París? Varía mucho porque tenemos personas de 25 a 60 años. Hay clientes latinas, pero hemos tenido clientas locales que se han acercado a la marca atraídas por el diseño, sin conocer la historia detrás.

¿Y crees que ser diseñador latinoamericano está de moda? ¿Eso le interesa a tu público? Te da un punto de diferencia, y los diseñadores latinoamericanos no intentan ser otra cosa. Antes eras latino pero americano, no hacías tanto énfasis en eso. Ahora es algo especial, un punto de vista diferente. Un elemento importante de mis colecciones es el tema del colorido: eso lo tengo por venir de un país tropical y no tenerle miedo al color. La gente lo está valorando ahora, y es maravilloso. Ahora que estuve en París conocí a muchísimos diseñadores, no solo venezolanos, sino también colombianos, y es impresionante el trabajo que están haciendo. Antes te dedicabas exclusivamente a tu país, pero la situación en Venezuela ha obligado a muchos a explorar nuevos mercados.

Sabiendo lo que sabes del público dominicano, ¿cuáles piezas crees que gustarían más en República Dominicana? Esta colección está inspirada en Roberto Burle Marx y es súper colorida. Tenemos desde sandalias bajas para clima tropical, que gustan mucho en Venezuela, hasta zapatillas de taco alto de estilo súper sexy. Me encanta un modelo llamado Dalila, una sandalia alta para entrar el dedo. ¡Esa se parece a Burle Marx!

¿Por qué pensaste en él para esta colección? Lo que más me inspiró es el tipo de plantas llamativas y coloridas que usaba en sus paisajismo. Aparte de todo lo que hizo en Brasil, en Venezuela diseñó el Parque del Este, el principal de Caracas. Hay lugares emblemáticos allá diseñados por él. Caracas está llena de tesoros que no son valorados y quizás están un poco descuidados en estos tiempos. Pero esa ciudad todavía sigue ahí.

Fotografías: Simón Espinal y Shutterstock.

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