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Las novias ya no quieren ser princesas

Tras una era de esplendor romántico, las novias ya no quieren ser princesas, por lo que se perfila un nuevo concepto minimalista

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Las novias ya no quieren ser princesas
Las novias de ahora no tienen miedo a los tejidos livianos; juegan a mostrar sin enseñar. (SHUTTERSTOCK)

Marta Ortega, la hija del multimillonario empresario Amancio Ortega, marcó un antes y un después en la moda nupcial tras lucir un diseño exclusivo de la firma Valentino -obra del diseñador Pierpaolo Piccioli, director creativo de la firma-, para contraer matrimonio con Carlos Torretta.

El diseñador italiano Piccioli ideó un diseño romántico, lleno de ligereza, frescura e intención, muy lejos de los diseños que siguen el concepto “princesa” que abunda en la moda nupcial.

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DISEÑOS ARTESANOS Y MINIMALISTAS

El modelo consistía en un sofisticado conjunto rosa claro, casi blanco, que “quería que fuese ligero como un aura que irradia las emociones de la novia, que estuviera vinculado a la magia del momento, al igual que el velo y las pequeñas flores en el peinado”, explicaba Pierpaolo Piccioli.

Una creación que sustituyó el tradicional vestido de novia por un conjunto de blusa con cuello “perkins”, ligeramente plisada y una falda sencilla que cubría sus zapatos, “piezas que hablan un lenguaje más contemporáneo y, al mismo tiempo, romántico”, según el diseñador.

A partir de ese momento, las novias prefieren diseños artesanos, minimalistas y de naturalidad sofisticada, una tendencia que incluye desde los sencillos vestidos cortos -también llamados “The Little White Dress”- hasta el esmoquin, pasando por creaciones etéreas o de corte midi, creaciones que, ante todo, apuestan por la comodidad y permiten a la novia bailar y disfrutar, a la vez que se presentan aderezadas con delicados detalles de encaje, satén o pedrería, en tonos tan atractivos como el vainilla, rosa empolvado, “nude”, negro o gris.

La diseñadora Cristina Piña, a quien le apasionan la geometría y la mezcla de texturas, propone trajes de chaqueta y vestidos con siluetas de gran personalidad, rescatas de los años 30 del pasado siglo.

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PROPUESTAS FRESCAS

Cada vez son más las novias que para su gran día buscan vestidos llenos de personalidad que mantengan su esencia, diseños cortos y sexis, con escote corazón, varios centímetros por encima de la rodilla y llenos de brillos. También se ven vestidos nupciales que absorben las últimas tendencias del “street-style”, en la que priman las hombreras, las mangas de farol o los drapeados.

Santos Costura propone vestidos juveniles y frescas propuestas, como un vestido con abrigo de tul, chaquetas combinadas con pantalones pitillo, minivestidos y piezas arquitectónicas, como un mono de grandes proporciones. Armiche Rodríguez se ha inspirado en el trabajo de Katharine Hepburn y propone vestidos a modo de gabardina, de sensualidad contemporánea, realizados con una costura tradicional o con cazadora vaquera.

Etérea y sutil es la novia de Damián Rodríguez, quien explica que las novias “millennials” buscan “líneas fluidas y vaporosas”. Aunque se dice que el blanco es el color de las novias, este diseñador propone otros tonos, como “el rosa maquillaje, gris perla, o malva”.

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Encaje de bolillos, nido de abeja o bordados son algunos de los detalles artesanos que se ven en los nuevos vestidos nupciales inspirados en la estética de los años 20 del siglo XX, en los que también se aprecian perlas y plumas. Buscan un modelo festivo, lejos de los vestidos románticos de boda.

La diseñadora Clara Brea propone, por su parte, una novia envuelta en un estilo bohemio con vestidos camiseros o monos. “Me gusta hacer vestidos muy femeninos, sin estructura”, dice esta diseñadora a quien le gusta jugar con las transparencias y dar protagonismo a los escotes en la espalda.

Las novias de ahora no tienen miedo a los tejidos livianos; juegan a mostrar sin enseñar. Abrigos o capas maxi son algunas de las prendas que confeccionan en tejidos tecnológicos como el neopreno, el tafetán de seda, el punto de lana o el georgette para cubrirse y protegerse del frío. El velo tradicional se sustituye por tocados, sombreros y diademas con plumas y flores; los zapatos de salón han sido arrinconados; la novia prefiere cómodas alpargatas o botines.

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Texto: Carmen Martín

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