El consenso

No es exactamente lo mismo consenso que unanimidad. Ésta no se iba a conseguir si el tema sobre el que se buscaba era la utilización de los equipos para el voto electrónico. Podría haber consenso, por ejemplo, en aceptar la voluntad de la mayoría.

Pero si hablamos de partidos, no esperemos ni eso.

Ahora lo que procede es que la Junta cumpla y haga cumplir las leyes y los plazos. Y si sus decisiones no gustan a todos los partidos, éstos tienen siempre la posibilidad de no presentarse a estas elecciones y esperar a una próxima ronda. Estadísticamente es casi seguro que habrá cambiado el sistema, los equipos y la Ley. (Todo cambia menos los candidatos...) Incluso pueden esperar a un cambio en la Constitución.

No es obligatorio gobernar por consenso, se gobierna de acuerdo a las leyes y en función de los votos obtenidos (preferiblemente sin fraude). El consenso es deseable pero exige negociación y renuncia y hay que tener cuidado con lo que se admite.

Hay líneas, simplemente, intocables. Líneas rojas. El consenso, tan alabado y valorado, puede acabar por deformar las posiciones, doblar los principios y enmascarar los problemas. La obsesión por el consenso paraliza las instituciones, alarga los procesos. Es una fantástica y deseable meta, que difícilmente se alcanza.

La Junta Central Electoral no puede esperar que cada una de sus decisiones sea aplaudida unánimemente. Hay consenso en que ella es la autoridad electoral, eso es suficiente. Debe ser suficiente. Y lo que ella aplica son las reglas de juego que los partidos se dieron.

Nadie se las impuso.

Inés Aizpún

Inés Aizpún es una periodista dominicana y española. Actualmente es la directora de Diario Libre. Ha recibido el premio Caonabo de Oro, el Premio de la Fundación Corripio de Comunicación por su trayectoria, y el premio Teobaldo de la Asociación de Periodistas de Navarra.