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La frontera

Tierra codiciada y olvidada. Una contradicción.

Hablar de frontera, de fronteras, trae siempre una cola de interpretaciones con determinados sesgos ideológicos. Pocas veces se entiende el término con un sentido meramente administrativo.

La frontera con Haití no escapa a esto. La frontera como “barrera” a la desertificación, como borde de marginalidad, como tierra abandonada, provincia desatendida. La frontera como Sur, aunque sea el Oeste. La frontera tierra de caciques, de militares con sembradíos en donde no toca, senadores omnipotentes con pobres de solemnidad. La frontera colador de indocumentados, demarcaciones electorales que se ganan con apenas 2,000 votos. Frontera codiciada y olvidada. Una pura contradicción.

Y ahora peligrosa tierra de nadie, después de conocerse el asalto que sufrieron ciudadanos reconocidos con acceso a los medios. Su alarma fue compartida y su susto ha sido el susto de muchos. La frontera, como en el Viejo Oeste, tierra sin ley. Pero... ¿cuántos han vivido la misma situación sin que la violencia sufrida fuera conocida y comentada? ¿Qué pasa en realidad en la frontera?

Los medios de comunicación reproducimos las puntuales notas de prensa que mandan la Fuerzas Armadas. Tampoco es fácil confirmar lo que dicen o comprobar lo que cuentan: tropecientos kilos decomisados de contrabando, unas decenas de indocumentados expulsados, mercado binacional sí, mercado binacional no.

Lo que ocurrió no parece ser un hecho aislado y en los puestos militares y de guardaparques de frontera son muchas las historias de escaramuzas y provocaciones. La ley del silencio es un clásico en estamentos militares de todos los países y de todas las épocas.

Ahora se necesita una explicación que sea creíble y tranquilizadora. Como si existiese.

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