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Un amable recordatorio...

Los hombres tienden a olvidar la historia y las nuevas generaciones, que se caracterizan por “descubrir” todo lo descubierto, aun más.

Quizás eso es lo que explica que grupos de jóvenes ignoren el extraordinario papel que ha jugado monseñor Agripino Núñez Collado en la solución de numerosas crisis políticas en el país, algunas de ellas más graves que la que estamos viviendo, y su papel en el logro de la paz social y laboral en nuestro suelo.

Este país tiene Código de Trabajo por ese “recio campesino macerado en Salamanca”, como lo llamó Rafael Herrera, y este país tiene paz laboral e innumerables logros en el campo social, incluido el tripartismo, gracias a la fecunda labor de monseñor Agripino.

El parto de la democracia que vivimos hoy se realizó en la casa del rector de la entonces Universidad Católica Madre y Maestra, en 1978 y este país no vivió otra guerra civil en 1994, gracias a la mediación de este hombre que no descansa y que siempre está presto a acudir a donde lo llamen para resolver problemas.

Todos los pactos políticos que se han firmado para salvar el clima en las elecciones, incluyendo intervenciones en diferentes juntas electorales para subsanar crisis, han sido iniciativas de este hombre-país.

¿Que ha cometido errores? ¿Qué humano no los ha cometido? pero se olvida que como mediador él no impone soluciones. Su papel es acercar a las partes y sugerir salidas que rompan los tranques en las negociaciones.

Si hay alguien que merece respeto y admiración por sus logros y por ser padre del diálogo en el país, sin dudas es monseñor Agripino Núñez Collado.

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