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La fiesta del chivo en el teatro

La fiesta del chivo ha tenido una presencia activa como obra literaria, desde su presentación formal en el 2000.

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La fiesta del chivo en el teatro

Al mediodía del sábado pasado, nos encontramos Augusto Feria y yo en un restorán libanés. Sería él quien me informara el deceso del gran icono del teatro dominicano, Monina Solá. En la noche, mi esposa y yo asistimos a la representación de La fiesta del chivo, la adaptación teatral de la novela de Mario Vargas Llosa. Augusto Feria asume el rol de Rafael Leónidas Trujillo y abre las compuertas del drama que se vive a continuación. Eso es el teatro. Trasmutación del ser común, mudanza del Yo cotidiano hacia la realidad oblicua, donde los ejes de la personalidad emigran para mostrarnos los rostros inficionados de la metamorfosis humana. Sin el teatro, probablemente no pudiésemos conocer la otra historia que habita oculta en el drama de la existencia, con sus formas y variantes que, apenas, intuimos en la imaginación.

Augusto Feria ejerce de Trujillo con la gravedad de su estilo y la fortaleza de su carácter, a tono con el personaje que muestra. El dictador ha sido difícil representarlo en el teatro o en el cine. No ha sido personalidad fácil para transmitir su porte y su ego, en el plató o sobre el escenario. Feria ha logrado un buen Trujillo.  Sobre la plataforma de los instintos, temores, arrogancia y poder que rodearon la dureza y el espanto del caudillo, el actor oferta su veterana presencia y su dominio del rol asignado. Ese Trujillo sabe manejar el asedio y la fortuna, el embate de la furia y la conjura que olfatea. Se mueve sigiloso y, en ocasiones, con el efectismo propio del hombre fuerte a quien representa. El problema estará en manejar un texto denso que provoca, en casi todo el reparto, trastabillones.  El texto teatral de la novela de Vargas Llosa es complejo en su armadura lingüística. Se trata de un teatro retórico, cuyos largos parlamentos crean dificultades. La adaptación de Natalio Grueso no pudo sortear con éxito las “explicaciones” tortuosas que en la novela pueden expandirse a voluntad. Empero, la nómina actoral de esta versión dominicana cumple cabalmente su encomienda y produce una pieza memorable, digna de la calidad de nuestros mejores artistas del teatro.

La fiesta del chivo ha tenido una presencia activa como obra literaria, desde su presentación formal en el 2000, en aquella inolvidable noche en el Hotel Jaragua, en un panel con el autor en el que participaron Bernardo Vega, Andrés L. Mateo y quien suscribe. Las reprimendas locales fueron muchas. Algunos de la vieja época abominaron de ella. Quisieron reconocerla como historia y no como lo que es, una novela: ficción sobre realidad. La crítica mundial tuvo mejor opinión y, al paso de los años, está considerada como una de las mejores novelas del siglo XX y como una obra maestra. Luis Llosa la llevó al cine seis años más tarde, con el cubano-estadounidense Tomás Millán como Trujillo, y en el rol de Urania Cabral la actriz italiana Isabella Rosellini. En años recientes se presentó en Madrid la versión teatral, dirigida por Carlos Saura, con los españoles Juan Echanove como Trujillo y Lucía Quintana como Urania. La versión dominicana, de Manuel Chapuseaux, es fiel al texto original, aunque introduce algunos elementos que creo enriquecen la pieza. Urania adolescente, por ejemplo, tan acertadamente representada por Cindy Galán, no figura en la versión española.

Urania Cabral encamina el drama. Como en la novela, ella es la guía que pone a fluir la narración desde la visión de su pasado: huída, exilio forzado siendo una púber, la desgracia de su padre Cerebrito Cabral, y la de un Manuel Alfonso, protocolaria esfinge que resuelve los dilemas del funcionario venido a menos bruscamente, ensartando a la hija del presidente del Senado en las garras pervertidas del bárbaro de la Casa de Caoba. En el momento más alto de la obra Elvira Taveras produce el clímax llevando su rol  de hija que desanda sus pasos frente a un padre sobre el cual pende una condena invariable, y manejando a su vez certeramente el diálogo de la Urania niña, conducida al suplicio y al desgarro.  El público, en ese instante, está conmovido. Ha comprendido la historia de la Urania que regresa para el reproche justo; al dictador lascivo, cruel, impotente, de próstata que le niega sus ardores de años que creyó sin término; el círculo de paniaguados, envilecidos, mientras -en el silencio- la conjura (que no tiene que ser descifrada) camina hacia la hora final del ajusticiamiento.

Augusto Feria y Elvira Taveras, sobre todo en la segunda parte de la obra, utilizan sus mejores condiciones de veteranos del teatro para dar a la pieza el sustento, el impacto, la fuerza dramática que permite concluir la representación en su más alto nivel. Desde luego, Henssy Pichardo (Senador Cabral), Fausto Rojas (Johnny Abbes), Miguel Bucarelly (Balaguer) cumplen con acierto sus roles. Pichardo asume un papel de doble cara, como en la vida del Senador, en rol parapléjico y acoquinado en su complicidad brutal. Rojas acomete el difícil rol del gozoso torturador y asesino Abbes. Bucarelly representa al Balaguer retratado por Vargas Llosa en su cotidiano ejercicio dual: cortesano y timorato que avizora futuro. Francis Cruz (Manuel Alfonso), rinde el cometido más gris de la historia de Urania, con precisa actuación. Incluso, Cindy Galán, sin hablar media palabra, tiene una presencia poderosa, por su calidad de víctima de la patraña, correctamente seleccionada para cumplir ese papel.

Dramaturgia, dinámica actoral, movimientos coreográficos, están bien concebidos. El escenario muestra al obelisco macho que pasa como un símbolo citadino, pero en el drama es, sin dudas, un signo fálico del ultraje del dictador contra la niña Urania y contra el pueblo dominicano que sufrió la afrenta de sus designios omnímodos y el vaho que esparcían los servidores palaciegos durante treinta y dos años. La fiesta del chivo adquiere, en modo teatro, una finalidad didáctica, por lo que debiera ser exhibida por todo el país para celebrar el 30 de mayo próximo orientando a jóvenes y adultos sobre la realidad vivida durante la Era de Trujillo.

Dos deslices: Xavier Cugat, un director musical de renombre en su época, era catalán y se le identifica con música brasileña. Su fuerte fue la música cubana y, por contrato, el merengue dominicano, con una sonoridad y ritmo muy diferentes. / Quienes vistieron con un ostentoso traje a Angelita Trujillo en la inauguración de la Feria de la Paz no fueron sastres del Papa, sino las hermanas Fontana, famosas modistas de Roma.

Saludemos este teatro de garras, tan necesario, la dirección veterana de Manuel Chapuseaux y a todo el staff de la obra, en especial a su incansable productora Dunia de Windt.

LIBROS
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    Mario Vargas Llosa, Alfaguara, 2000, 518 págs. A 23 años de su publicación, esta gran novela del Premio Nobel peruano, sigue ofreciendo una visión polémica, pero certera, del régimen de Rafael L. Trujillo. Conjuntamente con esta edición, circuló, como hemos anotado otras veces, la edición dominicana de Editora Taller, a cuyos propietarios dedicó Vargas Llosa su novela.
    LA FIESTA DEL CHIVO

    Mario Vargas Llosa, Alfaguara, 2000, 518 págs. A 23 años de su publicación, esta gran novela del Premio Nobel peruano, sigue ofreciendo una visión polémica, pero certera, del régimen de Rafael L. Trujillo. Conjuntamente con esta edición, circuló, como hemos anotado otras veces, la edición dominicana de Editora Taller, a cuyos propietarios dedicó Vargas Llosa su novela.

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    Mario Vargas Llosa, Galaxia Gutenberg, 2007, 155 págs. Vargas Llosa es autor de varias piezas de teatro, vocación que le persigue desde cuando siendo adolescente escribió “La huida del Inca”. Releyendo “La Odisea”, el novelista produjo esta pieza que lo llevó, por primera vez, a subir al escenario para, junto a Aitana Sánchez-Gijón, su musa teatral, representar ambos los roles de Odiseo y Penélope.
    ODISEO Y PENÉLOPE

    Mario Vargas Llosa, Galaxia Gutenberg, 2007, 155 págs. Vargas Llosa es autor de varias piezas de teatro, vocación que le persigue desde cuando siendo adolescente escribió “La huida del Inca”. Releyendo “La Odisea”, el novelista produjo esta pieza que lo llevó, por primera vez, a subir al escenario para, junto a Aitana Sánchez-Gijón, su musa teatral, representar ambos los roles de Odiseo y Penélope.

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    Mario Vargas Llosa, Alfaguara, 2009, 152 págs. Mario Vargas Llosa produjo en 2006 un texto teatral basado en los relatos orientales “Las mil y una noches”, en una adaptación minimalista con solo dos actores: la conocida actriz Aitana Sánchez-Gijón y el propio novelista. Ambos, dirigidos por Joan Ollé, realizaron una gira que cubrió Madrid, Sevilla y Tenerife.
    LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

    Mario Vargas Llosa, Alfaguara, 2009, 152 págs. Mario Vargas Llosa produjo en 2006 un texto teatral basado en los relatos orientales “Las mil y una noches”, en una adaptación minimalista con solo dos actores: la conocida actriz Aitana Sánchez-Gijón y el propio novelista. Ambos, dirigidos por Joan Ollé, realizaron una gira que cubrió Madrid, Sevilla y Tenerife.

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    Mario Vargas Llosa, Alfaguara, 2006, 554 págs. He aquí la obra completa del teatro de Vargas Llosa: La señorita de Tacna, Kathie y el Hipopótamo, La Chunga, El loco de los balcones y Ojos Bonitos, cuadros feos, cinco textos dramáticos que comenzara a escribir después de haber publicado su premiada novela “La casa verde”.
    TEATRO. OBRA REUNIDA.

    Mario Vargas Llosa, Alfaguara, 2006, 554 págs. He aquí la obra completa del teatro de Vargas Llosa: La señorita de Tacna, Kathie y el Hipopótamo, La Chunga, El loco de los balcones y Ojos Bonitos, cuadros feos, cinco textos dramáticos que comenzara a escribir después de haber publicado su premiada novela “La casa verde”.

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    Mario Vargas Llosa, Xavier Miserachs, La Fábrica Editorial, 2010, 108 págs. El relato de Vargas Llosa, Los cachorros, que data de 1967, se publica esta vez con fotografías de Miserachs que transmiten los aspectos centrales de la narración. El cuento como literatura y como imagen. Visualización del acto narrativo. Un juego de líneas paralelas que enriquece la visión del lector.
    LOS CACHORROS
    PALABRA E IMAGEN

    Mario Vargas Llosa, Xavier Miserachs, La Fábrica Editorial, 2010, 108 págs. El relato de Vargas Llosa, Los cachorros, que data de 1967, se publica esta vez con fotografías de Miserachs que transmiten los aspectos centrales de la narración. El cuento como literatura y como imagen. Visualización del acto narrativo. Un juego de líneas paralelas que enriquece la visión del lector.

TEMAS -

José Rafael Lantigua, escritor, con más de veinte libros publicados. Fundador de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. De 2004 a 2012 fue ministro de Cultura.