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Demorizi: Memo a Trujillo

El memorándum confidencial redactado por Emilio Rodríguez Demorizi a Trujillo, detalla sus encuentros y conversaciones durante su estancia en La Habana en 1944

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Demorizi: Memo a Trujillo
De izquerda a derecha: Enriquillo Henríquez, Víctor Garrido, Emilio Rodríguez Demorizi, Federico Henríquez y Carvajal, Cayetano Armando Rodríguez, Sócrates Nolasco, Armando Aybar, Carlos Larrazábal Blanco (parcialmente oculto) y Parmenio Troncoso de la Concha. (FUENTE EXTERNA)

Extraído del reservorio documental del Fondo Bernardo Vega del AGN, trascribimos un ilustrativo "Memorándum Confidencial al Generalísimo Dr. Rafael L. Trujillo Molina, Presidente de la República", redactado por nuestro querido y meritorio historiador Emilio Rodríguez Demorizi, autor de más de 138 obras e infinidad de artículos en publicaciones académicas y otros medios de prensa. Entonces director general del Archivo General de la Nación, Demorizi acudió a La Habana a la inauguración de la sede del Archivo de la Nación de la vecina isla, acaecida en 23 de septiembre de 1944 al final de la presidencia constitucional de Fulgencio Batista.

Su reporte, fechado 14/10 de ese mismo año -próximo a la batalla naval del golfo de Leyte en el Pacífico filipino que enfrentó a los aliados EE.UU. y Australia y al Imperio nipón con sus kamikazes suicidas- en plena Segunda Guerra Mundial, nos revela un perfil de su talante. Un funcionario con sentido de la historia, eficiente en el desempeño de sus funciones y prudente en el manejo de temas delicados como las relaciones con opositores prominentes, como Juan Bosch -quien impulsaría desde Cuba expediciones armadas como la de Cayo Confite en 1947-, Demorizi evidencia su capacidad de moverse entre aguas procelosas, tanto aquí como allá. A seguidas el Memo referido.

"1.-De acuerdo con la recomendación que me trasmitió el Sr. Secretario de Estado de la Presidencia en su oficio No.23307, del 11 de octubre, recibido ayer, me place formularle el presente Memorándum acerca de diversas conversaciones que, relativamente a nuestro país y Gobierno, sostuve con distintas personas durante mi estancia en La Habana, adonde fui invitado por el Gobierno de Cuba para asistir a la inauguración del Archivo Nacional. Esas conversaciones, es claro, fueron de orden personal, ya que no tenía a mi cargo ninguna misión política; y estuvieron enmarcadas dentro de la posición dominicanista en que siempre me he colocado, particularmente cuando en el extranjero he debido hacer alguna defensa de lo nuestro, como en el Congreso de la Prensa del año pasado.

2.-Desde mi llegada a La Habana, el 22 de septiembre, tuve la ocasión de encontrarme con el Sr. Juan Bosch y su esposa, ya que ellos residen en el mismo Hotel en que fui alojado: el Hotel Sevilla. Bosch se acercó a mi diciéndome que había recibido mi ´mala carta´, refiriéndose a la carta pública, conocida de Ud., con la cual fue contestada una de él. Me limité a recordarle que cuando él me entregó la suya me dijo que no tenía inconveniente en que se publicara; por lo que, al publicarse, le agregué, debía aparecer con su condigna respuesta.

En conversaciones posteriores Bosch fue comunicándome, sin recomendaciones de reserva alguna, los proyectos de actividades del ´Partido Revolucionario Dominicano´: la reunión, en La Habana, en las últimas semanas de octubre, de un Congreso del citado Partido para la nominación de sus dirigentes, organización de actividades, etc.; la constitución de un Frente Unido para las actividades contra el Gobierno Dominicano, del cual, probablemente, él, Bosch, sería Presidente o Director.

En vista de estas afirmaciones y de otras sin mayor interés, hice las observaciones que consideré oportunas, particularmente en lo que concierne a la inútil complicación de incautos, dentro del país, en sus actividades políticas, lo que sólo serviría para llevar intranquilidad, por pasajera que fuese, a las familias afectadas por ello. También insistí en lo reprochable que era toda connivencia con el elemento haitiano, tan visiblemente empeñado en desacreditar a la República.

Insistí, igualmente, en la necesidad dominicana de ponerle cese a ese estado de cosas, más perjudicial al país -que a su Gobierno; y en lo inútil y de fatales consecuencias que sería toda provocación armada. Que lo cuerdo era buscarle otra solución al caso.

Quizá por la sincera vehemencia de mis observaciones, ya que me conoce Bosch y sabe que no sería infidente ni aun contra un enemigo, o quién sabe por qué causa, en conversación última me dijo: ´Como seguramente tú verás a Trujillo a tu llegada, puedes decirle que como el caso es problema de él, él es quien debe proponer la solución.´

No quiso agregar más nada, en lo que concierne a esa interesante insinuación. Y así nos despedimos, dándole yo la seguridad de que le trasmitiría a Ud., como ya tuve el honor de hacerlo verbalmente, lo que dejo escrito.

3.-En diversas ocasiones tuve la buena oportunidad de cambiar impresiones con don Julián Martínez Castells, excelente amigo de Ud. y del país. El me señaló la necesidad de darle cierta orientación a nuestra defensa frente a la propaganda haltiana de descrédito contra la República; que consideraba oportuna la visita a La Habana del Secretario de Relaciones Exteriores, para trasmitirle sus ideas al respecto, pero que como no lo conocía personalmente me pedía insinuar a Ud. recomendar al Lic. Peña Batlle verle para tratar el caso. Le prometí ocuparme en ello, tal como ya tuve oportunidad de hacerlo, según consta en la carta anexa, del 3 de octubre que dirigí al amigo aludido. De las simpatías por lo nuestro, tan constantemente demostradas por el amigo Martínez Castells, nada tengo que agregar.

4.-El 29 de septiembre, en la Sociedad Hispanocubana de Cultura, tuve la grata oportunidad de hablar largamente con don Fernando Ortiz, la más preclara figura de la intelectualidad cubana y de mayor prestigio en toda la América. Después de un extenso cambio de impresiones acerca de la realidad dominicana, me permití despertar el interés del sabio maestro por una visita a esta ciudad, y con tan buena fortuna que, avanzándole la seguridad de que sería invitado por nuestra Universidad, me dio su asentimiento señalándome la forma en que deseaba fuese hecha la invitación y época en que podría venir: a fines de año, de noviembre a diciembre. Que para ello le bastaba le fuesen cubiertos los gastos de viaje, sin ninguna remuneración de parte de la Universidad por su labor cultural. De la ostensible importancia de esta visita, desde el punto de vista cultural y político, nada tengo que decir.

5.-En el Hotel Nacional tuve ocasión de hablar con el Profesor Lancís, en ocasión de recomendarme el amigo José Luciano Franco atenderle en su proyectada visita al país. El Profesor Lancís me habló de sus actuales ocupaciones en calidad de amigo del Presidente Grau y de hermano del Premier Lancís. Me dijo que no podría venir al país sino a partir de enero febrero. No vacilo en decir que me dio la impresión de que enemigos del Gobierno dominicano han llevado a su ánimo la especie de que se trata de una maniobra política por ser hermano del Premier cubano.

6.-También tuve oportunidad de hablar, breve o extensamente, con otras figuras cubanas, entre ellas el Presidente Batista, el Secretario de Estado Mañach, Santovenia, Juan Marinello, Loinaz del Castillo, Roig de Leuchsenring, el Capitán Llaverías. Aunque se aludió al país, como es natural, de nada de política hablé con estos señores, salvo con el Capitán Llaverías, Director del Archivo Nacional, quien me ratificó los sentimientos de amistad y la admiración que le profesa a Ud.

7.-Igualmente tuve ocasión de cambiar impresiones con dominicanos residentes en La Habana, de cuyas opiniones políticas nada tengo que decir. Me refiero al Lic. Díaz Ordóñez, cuya excelente actuación diplomática ya tuve oportunidad de encomiarle verbalmente; a don José Batlle, a Osvaldo Bazil, a Pedro Hungría, Abraham Santamaria, y a mi hermano Félix Rodríguez Demorizi. Osvaldo Bazil, que aspira a regresar al país, es de los que conocen mejor la situación política dominico-cubana.

8.-No estará demás agregar que, aunque mis sentimientos en lo que respecta a los problemas dominico-haitianos son bien conocidos en Haití, recibí obsequiosas atenciones del Encargado de Negocios Sr. Bervin.

9.-En lo que respecta a mis conversaciones con el amigo Sr. José Luciano Franco, ya he dado cuenta de ello en otro Memorándum.

10.-Si en algún punto he omitido algún detalle que pueda interesar, gustosamente lo ampliaré. Como se trata de una labor, producida por las circunstancias, puramente espontánea y en que me he guiado por mis sentimientos, que Ud. conoce, los mismos que libraron la interesante batalla del Congreso de la Prensa de 1943, creo que puedo aspirar a recibir lo que entonces recibí de Ud.: un abrazo y su aprobación a lo hecho por su servidor y amigo, Emilio Rodríguez Demorizi. Ciudad Trujillo, D.S.D., 14 de Octubre de 1944."

De las personalidades cubanas referidas por Rodríguez Demorizi en su Memorándum al Presidente Trujillo, destacase el biógrafo de Martí y catedrático Jorge Mañach, senador 1940/44 y ministro de Batista. Emeterio Santovenia, canciller 1943/44, abogado y escritor. Emilio Roig, municipalista e Historiador de La Habana, autor de perfil antimperialista con obra sobre la Enmienda Platt. General Enrique Loinaz del Castillo, nacido y criado en Puerto Plata de padres cubanos, asociado con Martí y Maceo en la lucha independentista, culto diplomático -incluyendo misión en Santo Domingo-, padre de la poetisa Dulce María Loinaz, aliado del exilio antitrujillista y cercano a Bosch, en cuyas nupcias habaneras fuera testigo.

José Luciano Franco, eminente historiador biógrafo de Maceo, especialista en la trata de esclavos y la Revolución haitiana. Juan Marinello, intelectual connotado dirigente del PSP -el partido comunista de Cuba-, senador.  El colombinista Julián Martínez Castells, diplomático en Sevilla y autor de obra documental sobre Maceo. El Capitán del Ejército Libertador don Joaquín Llaverías, cabeza del Archivo Nacional cuya espléndida sede fue inaugurada el 23/9/44, actividad que motivó la asistencia del director de nuestro Archivo General de la Nación, hoy servido con tesonera orientación renovadora por el fundamental historiador Roberto Cassá.

En el Boletín del AGN No.36/37 de 1944, Demorizi afirma que el Archivo cubano conserva "preciosos documentos relativos a Santo Domingo. Por ello bien pudo decir el Presidente Batista cómo le complacía la presencia en ese acto de un dominicano".

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.