El cuento mejor contado

El mismo territorio con su gente, pero con modalidades distintas según la circunstancia. Como en todo menester, el que no se acomoda, se acoteja.

A alguien se le ocurrió que los órganos públicos debían integrarse con independientes. El perfil del aspirante se redujo a una sola condición: la independencia. Solo que el independiente no hace el viaje solo, en guagua vacía, sino que busca la compañía que mejor se ajuste a su interés.

No se quiere relación con partidos, pues que la sociedad civil lo ampare. Lo único malo es que se pasan, y el patrocinio no solo diverso, sino abundante. ¿De dónde salen todos esos grupos que por decenas, centenas y hasta por miles apoyan a determinados candidatos?

Negar su existencia no sería adecuado, pero sí conviene preguntar por qué solo aparecen en tiempo de zafra, cuando el ingenio entra en molienda.

Desde que se convoca a escrutinio y puestos de importancia se ponen en juego, asoman y se expresan como fantasmas de ocasión.

Solo que en papel y en boca del interesado. Antes se hablaba del secreto mejor guardado, ahora del cuento mejor contado.

Otro renglón marca país.

Diario Libre

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