La delincuencia es negocio de terceros

Si el presidente confía en su ministro de Interior y el director de la Policía tiene una estadística que indica que los robos están en baja, al ciudadano no le queda otra que encomendarse a Dios.

Veinticuatro por ciento menos, y ahora es cuando da grima de verdad. La delincuencia muta en estos días más que las cepas del coronavirus.

Las modalidades asombran y la creatividad de los ladrones, más que ingenio o repente, parece de escuela. Además, el descaro, el desenfado, el talante de perdonavidas.

¿O acaso no ?

Cuando uno de estos profesionales del hurto comparece a un programa de televisión y revela sus actuaciones y delata sus complicidades, demuestra el grado de impunidad.

Sabe que nada le va a pasar, y tiene vía libre porque paga peaje.

La delincuencia es todo lo que se dice, pero también es un negocio de terceros.

La corrupción hace millonarios, pero qué decir del crimen que no se lo toma todo y comparte ganancias con la autoridad que protege.

Una situación que no resiste la mínima sospecha, y que el día que se intente tocar esa tecla, el pentagrama se quedará sin notas.

¡Júrelo, que es así!

Diario Libre

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