La preocupación debiera ser otra
La desestabilización es una palabra mayor
Si yo fuera Gobierno no me preocuparía por los presagios de protestas como reacción a reformas que tiene en la recámara pronto a disparar.
La preocupación debiera ser otra.
Lo que piensan o hacen los que presagian, pues entre los efectos probables, según sus cálculos, estaría la desestabilización política.
La desestabilización política es una palabra mayor, y lo es más en un país en que las movilizaciones populares son frecuentes y recurrentes.
Cuando las grandes jornadas de la Marcha Verde, en que hubo de todo, incluyendo cabezas calientes, la desestabilización política no estuvo en agenda, ni ninguno de sus promotores la creyó posible.
Además, la situación lleva a preguntarse cómo pueden originar protestas y desestabilización política unas reformas que se procuran por consenso.
Entre los convocados, los dialogantes, los contertulios, estarían los contestatarios, pues en ese universo no falta sector.
Y nadie va a tragarse otra vez el anzuelo de lo espontáneo, y como que se hará difícil actuar contra una administración de un año como se hiciera con una de ocho o de dieciséis.
¡Ojo al presagio que no es Cristo de plata, sino de palo forjado!