Los “limpiavidrios” son unos toros...

Entre los elementos que definen el temperamento de los dominicanos merece mencionarse uno que tal vez pase desapercibido.

La condición de toros.

Aquí todos somos toros, y no solo quienes viven en el Este, o propiamente en La Romana. Si fuera así, o de ser así, bastaría con mudarse.

Pero nadie se muda.

Agrada la situación, pues no se trata de toros de corridas, al que un diestro puede someter, sino toros del sitio, criados sin dueños conocidos.

Puede decirse que el chivo de la sabana, sin ley, pero con más rango.

La Policía es tan efectiva que no puede evitar que los limpiavidrios utilicen las esquinas más céntricas de la ciudad capital para establecer un reinado del terror. Incidentes por aquí o por allí, incluso trágicos, pero nada se hace para resolver de manera definitiva el problema. A pesar de las protestas, en especial de las mujeres, víctimas continuadas de sus desafueros. Lo más interesante es que no son padres de familia, sino mozalbetes con educación de calle.

Vale declarar la impotencia. No hay forma de tomar a esos toros por los cuernos y hacer que hinquen en tierra. Que se sometan a la autoridad de un torero.

Diario Libre