Cada vez son más frecuentes las muertes en los moteles. En unos casos son muertes accidentales, pero en otros se trata de suicidios inducidos por la pasión, generalmente a través de inhalación de humo de automóviles.
Estas muertes pueden ser evitadas con medidas de orden práctico y de bajo costo que deben ser puestas en ejecución por los establecimientos por mandato de las autoridades.
De lo que se trata es de colocar detectores de humo en las habitaciones y garajes que permitan intervenir en caso de que una situación de este tipo esté ocurriendo, a veces porque los ocupantes del vehículo o de la habitación se han quedado dormidos.
El costo de estos detectores es ínfimo con relación a las vidas que pueden salvarse. Por tanto, no debiera haber oposición a su instalación en esos lugares y en los hoteles que no los tengan.
En otros países, y en el nuestro también, la labor de supervisión de que una medida como ésta se lleve a cabo está a cargo del Cuerpo de Bomberos y de otras organizaciones de socorro. No esperemos otra muerte para hacerlo.