Oficiales y narcotráfico

La presencia de altos oficiales militares y policiales de nuestro país en el tráfico de drogas es un fenómeno que requiere de toma de decisiones drásticas para restaurar la dignidad de esos cuerpos.

Se habla del bajo salario de los militares, y con ello se justifican una serie de prácticas a lo interno de los cuerpos armados que deterioran la ética militar.

De esas actividades no éticas, los más audaces pasan al delito común y el más rentable de todos es el narcotráfico.

Lamentablemente, ser acusado y convicto de narcotráfico no señala el fin de la relación del militar con sus cuerpos armados. Podrá ser separado, pero se le entregan sus prestaciones y, en algunos casos, se les mantiene la pensión. Esto es una barbaridad indefendible. Lo que pudo haber ganado en buen derecho debe perderlo por su delito y el descrédito que trajo al cuerpo que pertenecía.

Un oficial que sea condenado por narcotráfico debe perder todos sus privilegios, incluso prohibirle el uso de armamento militar. La condena y la confiscación de sus bienes que, por definición, provenían del narcotráfico, debe ser el freno a las malas acciones.

Diario Libre