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RTVD: la nueva televisión

Creo que para hacer competitiva la programación de la televisora estatal es necesario equilibrar la cultura con la entretención familiar a través de producciones de alto perfil profesional.

Las plataformas digitales avasallan. El streaming (contenido audiovisual a través de internet) desplazó a la televisión (abierta o por cable) en los mercados del primer mundo. Esa migración tecnológica se produjo en una transición casi inadvertida. El ciberespacio es hoy todo un ecosistema interactivo de comunicación global dominado por redes, plataformas y aplicaciones.

Las ventajas del streaming con respecto a la televisión convencional hacían previsible la supremacía que hoy exhibe; así, sus emisiones (en vivo o diferidas) pueden ser vistas en cualquier recodo del planeta, los presupuestos de sus producciones son bajos, la dinámica de su comunicación es más abierta y generan oportunidades para la monetización como negocio dominante en el marketing online.

La televisión requiere de una reinvención que le permita recuperar parte del espacio que una vez tuvo; en ese propósito debe competir con su mejor arma: los contenidos. Ese es precisamente el hándicap de las plataformas digitales, cargadas de “producciones” artesanales, triviales y repentistas. Tales condiciones, que eran admiradas en sus inicios, terminaron masificadas; hoy cualquier video se viraliza, aunque no haya tenido esa intención. A pesar de todo, se advierte cierto cansancio en el consumo de los “performances amateurs” en las plataformas digitales y despunta una tendencia a producciones más orgánicas que superen la simple experiencia del ocio. Es ahí donde la televisión convencional debe mostrar sus fibras.

Hace algún tiempo se viene anunciando un cambio en la programación, la imagen y el formato de producción de la televisora estatal: Radio Televisión Dominicana (RTVD). Se trata, al parecer, de un proyecto entusiasta promovido por su nuevo director, Iván Ruiz, un productor creativo, intenso y disciplinado. Iguales vientos soplan en el grupo de medios Telemicro con la selección de René Brea como director, un profesional de sobradas credenciales en la producción audiovisual.

La televisión dominicana ha permanecido prácticamente congelada en los mismos formatos, con un predominio de producciones de entretenimiento, paneles y enlatados. Su principal hito evolutivo en la última década han sido las realizaciones noticiosas envasadas en bloques de programación informativa.

Siempre se ha sostenido que los programas “comerciales” son los de farándula, humor y de vida de los famosos. Las redes y las plataformas digitales están saturadas de tales temáticas. Competir en un ámbito tan agotado es desgastar esfuerzos, y la innovación pretende algo más relevante: proponer modelos, tendencias y formatos que procuren nuevas conexiones y mayor audiencia. Es el momento de crear o inducir a otros consumos con visiones creativas, pero que requieren las inversiones que los dueños de los medios no quieren o no pueden hacer. De esta manera la innovación se plantea no como una elección, sino como un imperativo de fuerza mayor.

En una cultura ligera, la llamada televisión “seria” se asume aburrida. Los cambios operados en el entorno audiovisual han desmentido ese prejuicio ¿Cuándo se pensó, por ejemplo, que las noticias iban a ser un producto comercial en la televisión dominicana? Y es que mientras se creía que el público solo digería los contenidos que se le ofrecían, la idea del cambio nunca iba a prender. Ha sido necesaria la competencia del internet para quebrar esa vieja comprensión que mantuvo vigente los estándares de los noventa. Salirse de esos cánones era un riesgo que pocos dueños de medios se atrevieron a dar. Y es que nos acostumbraron a una televisión de poca inversión montada sobre producciones de bajos presupuestos, poco atractivas y con los mismos talentos.

La televisora estatal no ha tenido distinta suerte. Ha sobrevivido por ser propiedad del Estado y como opción siempre marginal de preferencia. Durante años su programación no logra atrapar el interés. Se trata de una oferta cansada, de contenidos grises. No ha dejado de ser la clásica televisión de las agendas y programas gubernamentales. Sin embargo, justo es reconocer una mejora significativa a partir de la gestión de Ramón Tejera Ruiz.

El concepto de que los medios del Estado deben estar atados a su política de imagen y relaciones públicas debe ceder a perspectivas más abiertas de producción y difusión. No favorezco, sin embargo, entrar en competencia con los contenidos de la televisión comercial por dos razones básicas: la primera, porque la misión de los órganos estatales de telecomunicación debe trascender los propósitos lucrativos de los medios privados; y, en segundo lugar, porque los objetivos de la radio y la televisión estatales están dados por la propia Ley número 134-03 que, entre otros, privilegia el carácter cultural de esos medios, al disponer, como uno de sus primeros objetivos, cooperar “con el sistema educativo, de difusión de la cultura dominicana y de la cultura de otros países y regiones”, así como la “transmisión y retransmisión de programaciones que reflejen la armonía necesaria entre la enseñanza del conocimiento y la información…”.

Creo que para hacer competitiva la programación de la televisora estatal es necesario equilibrar la cultura con la entretención familiar a través de producciones de alto perfil profesional. La nueva dirección general de RTVD debe desechar la tentación a remedar los contenidos de la televisión privada para buscar rating o posicionamientos mediante la oferta de una programación típicamente comercial. Tampoco debe creer que los cambios vendrán por “las caras famosas” del mundillo de la televisión, el espectáculo o el entretenimiento. Eso sería más de lo mismo. La misión fundamental de los medios estatales, aun por encima de la rentabilidad, es la cultura y educación.

Una muestra de esa posibilidad es Radio Televisión Española (RTVE), que como toda emisora del Estado ha tenido una historia de deudas y déficits que la colocaron al borde de la quiebra; esa circunstancia no impidió un proceso de actualización tecnológica y de contenido, con dos canales generalistas: TVE 1 y LA 2; TVE Internacional, que cuenta con cuatro canales temáticos: Canal Clásico, Teledeporte, Canal Nostalgia y Canal 24 horas (de noticias).

Se puede hacer una televisión educativa-cultural de calidad y consumo a través de talentos académicamente preparados. Hay jóvenes con altos estudios en ciencias audiovisuales, producción televisiva y de cine que no han tenido las oportunidades de desarrollo que sus talentos reclaman. Es preciso crear un departamento de producción documental que dirija, coordine y programe los contenidos de investigación documentada.

Se trata de una ocasión inmejorable para dar el salto necesario en los criterios de producción televisiva que nos coloque a otro nivel, como lo ha conseguido la propia televisión internacional, esa que, en lugar de competir con el streaming, ha creado sus propias plataformas. Qué bueno que la televisora estatal dé el primer paso en esa transición. Mis mejores augurios.

 



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Abogado, académico, ensayista, novelista y editor.