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César Pina Toribio, en Talanca con Sabina

Lo conocí en Talanca hace más de 30 años

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César Pina Toribio, en Talanca con Sabina

A César Pina Toribio lo conocí en Talanca: Lugar de Amigos, un bar emblemático de la bohemia de Santiago, fundado en 1986, y que a lo largo de la década de los 90 y los primeros años del nuevo siglo, se convirtió en la cita obligatoria de quienes buscaban en la música alternativa un refugio para sus noches y una antesala para sus desvelos.

Yo recién había terminado mis estudios de derecho, y en lo que decidía qué hacer con la experiencia profesional que insistía en prometerme el título que acababa de obtener, esperaba las noches para disfrutar del exquisito ambiente y de la variada oferta musical de Talanca, mientras pensaba en cómo sería la fragancia de la gardenia que adornaba el peinado de Billie Holiday, cuya foto presidía la parte superior de la barra. Promediaba el año 1995.

Una noche, luego de un recital en directo de poesía y bossa nova, se empezó a escuchar una canción entonces desconocida para mí. En la canción, ella empezaba pidiendo el fin del mundo por destino y, él, ofreciéndole todas las olas del mar, mientras sentían que todas las ciudades eran pocas a sus ojos, hasta que, poco a poco, empezaron los ruidos que auguran los finales. Cuando la historia contada en la canción llegó al momento en que una epidemia de tristeza se apoderó de la ciudad, llamé a Jaime, un chico que por entonces tendría unos 9 años y que era hijo de los propietarios de Talanca. Le pasé, como tantas otras veces, un cassette TDK de 60 minutos, y le pedí que me grabara el disco en el que estaba la canción que todavía no terminaba.

Mientras tomaba el cassette con indecisión, Jaime me comentó que “Esta boca es mía”, el disco de Joaquín Sabina que contenía la canción de mi interés, y que luego lo sería de mis desvelos, era “de ese señor alto” que estaba sentado en la mesa de la esquina, y que probablemente se lo llevaría esa misma noche, porque él era de la Capital.

El señor alto era César Pina Toribio, que por entonces era un prestigioso profesor de Derecho Penal y de Derecho Procesal Penal, muchos de cuyos artículos había leído en la prensa y en las revistas de derecho de la época y que, efectivamente, poco después regresaría a Santo Domingo, dejando en su mismo lugar, al lado de la puerta del baño, la foto de Bob Marley.

Pero cuando pocos días después volví a Talanca, Jaime me entregó el cassette con cada una de las canciones grabadas: el señor alto había dejado el disco como regalo al bar.

Pasó el tiempo. Yo volví durante algunos meses a Gurabo, el paraje en el que nací, a unos 10 minutos de Mao, a vivir mi crisis de identidad profesional. Allí me enteré por la prensa, casi un año después, que el Doctor César Pina Toribio había sido designado como Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo en el primer gobierno del Doctor Leonel Fernández Reyna.

Cuando en septiembre de 1998 vine a Santo Domingo a trabajar con Doña Aura Celeste Fernández, en el Comisionado de Apoyo a la Reforma y Modernización de la Justicia (CARMJ), ya el expresidente Fernández había constituido las comisiones de expertos que trabajarían las proyectos de reforma al Código Penal, al Código Civil, al Código de Procedimiento Criminal, al Código de Procedimiento Civil, entre otras legislaciones centrales de nuestro ordenamiento jurídico.

El CARMJ era el espacio desde el que las comisiones operaban, y César Pina Toribio era el coordinador de la Comisión de Revisión y Actualización del Código de Procedimiento Criminal. Así que allí, al poco tiempo de mi ingreso al Comisionado, tuve el privilegio de volver a verle y de trabar con él una relación cuasi discipular que con el tiempo se volvió una muy buena amistad en la que la mesa exquisita y la conversación inteligente que siempre él se ocupaba de poner de por medio, hacen parte de la memoria de gratitudes personales y profesionales que le guardo.

Mi relación con él se robusteció tras la entrada en vigencia del ya no tan nuevo Código Procesal Penal y, sobre todo, tras la puesta en marcha del proceso de reforma constitucional que culminó en enero de 2010, y del cual él fue un actor de primer orden. Fueron muchos los intercambios académicos, las conversaciones sostenidas, los seminarios en los que me invitó a participar en ambos procesos, y los aprendizajes que de su sabiduría fui obteniendo.

Hace unos meses supe que el Doctor Pina Toribio ha estado aquejado de salud. Así que he querido aprovechar estos días tan propensos a pasar balances y a regar los terrenos de la gratitud, para decirle cuánto lo admiro, cuánto ha contribuido a mi formación profesional y cuánto sigo disfrutando cada conversación con él sostenida y cada canción tarareada. Desde Ruido, que fue la primera canción de Sabina que escuché.

Sepa, Doctor Pina, que sin saberlo, y antes incluso de conocernos, usted fue el responsable de que me hiciera con “Esta boca es mía”, ese símbolo del mestizaje musical que fue, desde el primer momento, toda una revelación, y que me abrió las puertas a la que con los años, sería la banda sonora de mi vida, en ese viejo bar del vecindario del Monumento de Santiago. Gracias del alma.

Hace unos meses supe que el Doctor Pina Toribio ha estado aquejado de salud. Así que he querido aprovechar estos días tan propensos a pasar balances y a regar los terrenos de la gratitud, para decirle cuánto lo admiro, cuánto ha contribuido a mi formación profesional y cuánto sigo disfrutando cada conversación con él sostenida y cada canción tarareada.


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