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Elecciones frustradas

El subdesarrollo es una condición que no se modifica con la adquisición de tecnologías caras, sino con el paso del tiempo y con mucho esfuerzo

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Elecciones frustradas

El pasado domingo, 16 de febrero, ocurrió uno de los hechos más vergonzosos en nuestra historia democrática: la suspensión de las votaciones durante las elecciones municipales.

La razón de ese bochorno es que, en muchos de los centros de votación con voto electrónico, el equipo informático se mostró incapaz de subir el programa en que debían aparecer las boletas electorales de las respectivas mesas. O lo subía truncado, mutilado, afectando sobre todo las casillas de los partidos de oposición. Tampoco cargaba el boletín cero.

Ante tal anomalía, la votación fue suspendida hasta nuevo aviso.

Haciendo válida la expresión de que no hay mal que por bien no venga, este percance pudiera operar en favor del fortalecimiento del proceso electoral, ya que la crisis que ha emergido obliga a que se tomen precauciones extremas para que, en lo adelante, se termine de liquidar las prácticas corruptas, incluida la compra directa o indirecta de votos, la concentración de la propaganda política en determinadas esferas partidarias y la manipulación del proceso de votaciones y de los votantes vulnerables.

Pudiera ser que lo acontecido se debiera a un intento deliberado de favorecer fraudulentamente a determinadas instancias políticas, grupos o personas en particular. O pudiera ser que obedeciera a otras causas. O a una mezcla.

Si fuere lo primero, habría que llegar a las últimas consecuencias, incluso penales. No parece difícil esclarecer por qué los equipos electrónicos y los programas no funcionaron según lo previsto. Si hubo manipulación, debería quedar algún rastro, debido a que el fenómeno fue masivo, no aislado.

Esa investigación debe quedar en manos de instituciones confiables e imparciales, y los equipos y programas afectados ser puestos a resguardo seguro. Y si hubiera culpables, el peso de la ley debería caer como un rodillo sobre los responsables, pues pusieron en riesgo la paz social.

Pero, también pudiera ser (y tengo el pálpito de que en algún grado fue así) que los recursos humanos a cargo del manejo de los equipos, softwares y procesos tecnológicos, no hayan estado situados a la altura del reto asumido, por falta de competencia o de responsabilidad.

Hay que reconocer que haberse empeñado en introducir un proceso de votación electrónica en un país con bajo nivel educativo, en el cual hasta muchos profesionales no superan las pruebas de comprensión en lectura, ha sido un lamentable error.

No hay seguridad alguna de que en cada mesa de votación el personal estuviera íntegramente preparado para asumir el reto de encender los equipos y cargarlos con los programas correspondientes. Como tampoco la hay de que la infraestructura electrónica funcionaría sin falla alguna.

El subdesarrollo es una condición que no se modifica con la adquisición de tecnologías caras, sino con el paso del tiempo y con mucho esfuerzo.

En la mayoría de los países del mundo la votación es manual, sencilla y eficiente. Y el conteo de los votos es rápido y confiable. No está demostrada, ni mucho menos, la bondad de la votación electrónica versus la manual. Ni puede afirmarse que su confiabilidad sea mayor.

Es decir, era innecesario sustituir el sistema manual tradicional por el de voto electrónico, sobre todo a la luz de los fallos que se produjeron en las elecciones primarias.

Ahora toca llamar a la serenidad. Bajar el clima de confrontación que se ha creado y resolver con civismo el gran problema creado.

A los líderes políticos les corresponde colocarse a la altura de los acontecimientos y acordar una vía de arreglo para superar este trance. Y a los miembros de la JCE elevarse sobre sus propias flaquezas humanas para salir airosos de este reto extraordinario.

Toca convocar nuevas elecciones municipales, tan pronto fuere posible, sin rendirse a la tentación de unificarlas con las congresuales y presidenciales, pues si así se hiciera el riesgo de colapso y conflictividad social se incrementaría en forma exponencial.

En el ínterin luce prudente y necesario dar un voto de confianza a los miembros de la cúpula electoral. En medio de la crisis se haría un flaco servicio a la democracia si debilitamos las instituciones, pues la opción es el vacío y el caos. Y eso precisamente podría ser lo que persiguen algunos sectores desesperados por el cambio evidente que se ha venido produciendo en la tendencia política.

Por tanto, lo apropiado es que, en paralelo, se efectúen las investigaciones sobre lo acontecido, se acuerden las sanciones correspondientes si hubiere lugar, se corrijan las anomalías que se identifiquen y se convoque a elecciones municipales en el menor plazo posible bajo el sistema de votación manual.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.