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“La agricultura es el oro de San Juan, es su oro”

A pesar de este gran potencial, San Juan es una de las provincias de mayor pobreza y con un elevado porcentaje de despoblación que incluso dará lugar a la eliminación de un diputado para las elecciones de 2020.

Con esta frase lapidaria, Monseñor José Dolores Grullón caracterizó el grave problema al que hoy están enfrentados los habitantes del valle de San Juan. Con sus palabras advierte que en San Juan, no hay que buscar debajo de la tierra, que su oro está ahí, a la vista de los ojos, en la superficie, en el potencial agropecuario de ese valle generoso y hermoso.

El valle de San Juan es plano y tiene unas 2,880,000 tareas que representan el 14 % de toda la tierra cultivable del país. Produce en habichuelas, el 50 % de las que consumimos y el 70% de las semillas que de éstas se siembran en el país. El 11% del arroz que se consume. Es el mayor productor de batata, guandul y cebolla, además hortalizas, yuca, tomate, auyama. Es un importante productor de mango, aguacate y limones. También ganado vacuno y caprino y aporta unos 70 mil litros de leche diarios.

A pesar de este gran potencial, San Juan es una de las provincias de mayor pobreza y con un elevado porcentaje de despoblación que incluso dará lugar a la eliminación de un diputado para las elecciones de 2020.

Si la agropecuaria de San Juan, a pesar de generar tanta riqueza no disminuye la pobreza se debe a un modelo económico que por la ausencia de las adecuadas políticas públicas la obliga a operar en adversas condiciones.

Los productores de San Juan apenas pueden cubrir un 15 % de su demanda de crédito con la banca formal. El 85% lo suplen con la banca informal sometiéndose a intereses especulativos que van del 3% al 8% mensual, llevando a muchos a la quiebra.

Los productores de San Juan están atrapados por una intermediación en la comercialización que les compra a precio de costo para vender al consumidor final 200% y 300% más caro y obtener pingues ganancias. A esto se añade la competencia desleal de importadores que auspiciados desde el Palacio Nacional y el Ministerio de Agricultura se agencian permisos ilegales de importación.

A lo anterior se añade la escasez de agua en el Valle de San Juan. En la provincia hay dos presas. Una la de Sabana Yegua, con capacidad de almacenamiento de 500 millones de metros cúbicos y cuyas aguas benefician exclusivamente a Azua, Barahona y Neyba. La otra presa es la de Sabaneta. Esta se encuentra a unos 740 metros sobre el nivel del mar e irriga las tierras cultivables del valle de San Juan que se encuentran más abajo, entre 400 a 450 metros sobre el nivel del mar.

Esta presa al momento de inaugurarse, tenía una capacidad de almacenamiento de 78 millones de metros cúbicos, pero actualmente se ha reducido a unos 60 a 65 millones por la sedimentación, conforme al último estiaje hecho a la presa. Es decir, se trata de una presa con una capacidad de almacenamiento muy por debajo de las necesidades de agua para la producción del valle de San Juan. Por esta razón, todos los años, unas 150 mil tareas de tierra de calidad se quedan sin producir debido a la escasez de agua.

Hay que decir que con la sola presurización total del riego en el valle de San Juan se ampliaría el área de cultivo en un millón de tareas.

Es en este contexto en el que tenemos que apreciar el daño que causará en el valle de San Juan la explotación de la mina por la empresa Goldquest.

Me limito a algunas de las consecuencias directas: 1) El yacimiento de la mina de oro está en Hondo Valle, a 50 o 60 metros de la confluencia de los ríos Guama y San Juan que alimentan la presa de Sabaneta, lo que traerá graves daños; 2) la explotación de la mina se ubica entre los 800 y 900 metros del nivel del mar, por lo que la Academia de Ciencias de la República Dominicana, al tiempo de rechazarla establece en su informe que la minería metálica no puede permitirse en el país por encima de los 500 metros sin causar graves perjuicios a la producción de agua y al medio ambiente; 3) la explotación de la mina se ubica más arriba de la presa de Sabaneta y como se deduce, una parte importante del movimiento de tierra para hacer los túneles de penetración al yacimiento de oro, con las lluvias terminarán depositados como sedimento en la presa de Sabaneta, agravando la ya precaria escasez de Agua del valle de San Juan.

Lo más grave es que la Golquest tiene unas 16 concesiones de exploración minera solo en la provincia de San Juan. Los planes de explotación van desde Padre las Casas, hasta Dajabón. Estamos expuestos a que la cordillera Central sea devastada y con ello la principal fuente de producción de agua del país. De permitirse, la República será un páramo, “sencillamente agreste y despoblado”.

Frente a mí tengo el comunicado producido por el Comité Suroeste Unido por el Agua y la Vida en el que expresa que “la ciudadanía de San Juan, sus iglesias, los productores, empresarios, profesionales, comerciantes, líderes sociales y comunidades” están unidos y en pie de lucha para rechazar la explotación de la mina de oro por la Golquest. Y advierte al “grupito de malos dominicanos” que una vez más atenta contra la existencia misma de la República “que aprendimos la lección de aquellos colonizadores de hace más de 500 años que vinieron cambiando oro por espejitos y terminaron exterminando a todos los habitantes originarios de la isla. ¡Esta vez no pasará igual!”

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