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Periodismo y mediación: aportes para ser república

La democracia que queremos no solo la construyen los políticos, sino también una ciudadanía proactiva, responsable y bien informada.

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 Periodismo y mediación: aportes para ser república

El conflicto es una industria en crecimiento”, nos decía Roger Fisher. Al igual que los buenos periodistas, los buenos negociadores o mediadores evitan las escuelas de negociación que tratan todo conflicto de la misma manera.

Cada conflicto y su intervención tienen su propia dinámica. Su análisis y tratamiento: debe considerarse la cultura, las costumbres locales, los factores sociales, económicos, políticos y psicológicos, los intereses tangibles e intangibles, los miedos, temores y aspiraciones. Los precedentes, la génesis tanto visible como sistémica, los criterios objetivos y subjetivos, así como la dinámica del poder.

Los ejemplos de conflictos nacionales e internacionales llenan las páginas de los periódicos. Loma Miranda, Colegio Médico, ADP, relación dominico-haitiana, Venezuela, Colombia, Serbia, Chechenia, Corea del Norte...

Periodista y mediador intentan tener el máximo conocimiento posible de los orígenes de la disputa y las causas que la mantienen. Ambos quieren conocer todos los hechos y dan gran importancia a la calidad de la información que reúnen. Un periodismo responsable ayuda a un consenso bien informado.

El mediador entra a las trincheras e intenta influir en un resultado diferente de un ganador-un perdedor. El periodista y toda comunicación también ejercen influencia. Construyen relatos que estimulan consensos incluyentes o acuerdos de aposentos. Más república democrática o más “concho primo”.

Los que aspiramos una auténtica democracia debemos reconocer, sin ingenuidad, que “es más telegénico cubrir violencia que negociaciones, pues en estas sólo se habla”, como afirma el amigo y colega William Ury.

Hay muchas tesis y propuestas interesantes de cómo reportar conflictos, violencia y procesos de diálogos públicos, que se corresponden con la visión ontológica del periodismo y los medios de comunicación. Ahora bien, existe cierto nivel de consenso recogido por el MIT-Harvard Public Disputes Program en lo que se consideran errores más comunes y cuidados en la cobertura de estos:

- Solo existen dos partes, el contexto no importa.

- Una parte es buena y la otra es mala.

- La violencia (la división) es inevitable; es mejor apoyar al lado bueno.

- Una parte “reclama” y la otra “da explicaciones”, olvidando que “declaraciones” es un término más neutral.

- Confundir la “paz” o la firma del “acuerdo” con el cese de las hostilidades. La paz es mucho más profunda que el “cese al fuego”.

- En negociación y en democracia “el acuerdo” no es el fin, sino el medio.

- La paz o el consenso no necesariamente tiene que venir de los gobiernos. Los gobiernos importan, pero sus decisiones pueden ser vacías a menos que estén respaldadas por sentimientos públicos, por la sociedad civil y la ciudadanía.

En nuestro programa de investigación y desarrollo entendemos que para el periodista que cubre estos procesos ninguna propuesta de acuerdo, de paz o de consenso es una vaca sagrada. Su tarea incluye hacer preguntas duras, señalando posibles déficits. He aquí algunos ejemplos:

1. ¿Cuál es el método de implementación tras el acuerdo? ¿Este diálogo entre partes, incluye a todas las partes? ¿hay analogía con otros conflictos?

2. ¿Hasta qué punto es el acuerdo y el plan autosostenible – si es llevado a cabo? Si no... ¿qué se puede hacer al respecto?

3. ¿Hasta qué punto está basado el plan en lo que las élites pueden hacer, o en lo que solamente la gente puede hacer, o sobre lo que ambos pueden hacer?

4. ¿Contempla el plan un proceso de resolución de conflictos o esto se trata solamente de alcanzar un acuerdo llano?

5. ¿Es el acuerdo un plan sobre el resultado o un plan para el proceso de “cómo hay que hacer qué, cuándo, dónde? ¿o se trata de acuerdo que incluye ambos planes?

6. Si ya ha ocurrido violencia, ¿hasta qué punto el plan contempla elementos de reconciliación?

7. ¿Hay una ruta crítica de implementación?, ¿se creó una mesa de implementación con poderes reales o solo con capacidad de recomendación?

La democracia que queremos no solo la construyen los políticos, sino también una ciudadanía proactiva, responsable y bien informada. Al ser el periodismo y unos medios de comunicación profesionales el puente crítico entre gobernantes y gobernados para la construcción de una democracia madura, republicana y deliberativa.

Finalmente, es recomendable que utilicen preguntas para invitar a la gente a participar y proponer. Es sencillo: la paz y el consenso en conflictos o en políticas públicas pertenecen a todos, no solamente a la clase política.

Nelson Espinal Baez/Associate MIT-Harvard Public Disputes Program. Universidad de Harvard.

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