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¿Un callejón sin salida?

(...) en un país donde todos los poderes están secuestrados por el partido Estado, la oposición no va a lograr absolutamente nada si se limita a hacer ruedas de prensa o visitas a la JCE...

El PLD cierra cada vez más las vías para una salida democrática en el país. Y es que el PLD está enroscado en la lógica de poder que ha construido. Sus altos dirigentes, conscientes de las cuentas pendientes que tienen con la Justicia y con la sociedad dominicana, se sienten obligados a retener el poder a toda costa.

Para permanecer en el poder, el PLD borró la frontera entre partido y Estado. En el Comité Político, que no es un órgano público, ni figura en ninguna parte de la Constitución, es donde se adopta toda decisión trascendente, la que luego el Congreso convierte en ley o el Poder Judicial en sentencia. La conversión del PLD en un partido Estado, es pues, la garantía de su permanencia en el poder y de su impunidad.

Resulta imprescindible comprender estas coordenadas en que se mueve el PLD y las características que le ha impreso al sistema político dominicano para no autoengañarnos con análisis simplistas, ni dejar que nos entretengan con mentiras.

Ante todo, hacer conciencia de que el PLD ni cree ni va a propiciar voluntariamente elecciones democráticas, limpias y legales en el país. El PLD sabe que si lo hiciera pierde el poder y eso no está en su horizonte político.

Lo que el PLD hará, como hizo en elecciones pasadas, es promover el más descarado clientelismo y asistencialismo con las políticas sociales del Estado, comprar cédulas y delegados, sin que nadie fiscalice el origen de los recursos que utiliza, controlar juntas municipales, trastocar los resultados de las votaciones en colegios y centros de cómputos, colocar leales en puestos claves en la JCE, y con todo ello, presentar una supuesta votación mayoritaria que les favoreció para que la JCE termine legalizando un proceso electoral viciado, ilegal e ilegítimo. La cuestión es producir una situación de hecho y crear una falsa realidad con representantes “electos” y, “luego del palo dao”, no hay prueba que valga, ni junta ni ministerio público que investigue, ni tribunal que anule o que sancione. Todo reclamo termina estigmatizado como “pataleo” del perdedor.

El PLD tampoco cree en la pluralidad y mucho menos en la alternabilidad democráticas. Para ellos la oposición política se compra o se le divide y se fomenta el transfuguismo y se busca aplastar toda propuesta alternativa.

En el contexto descrito, el PLD ha metido a este país en un callejón sin una real salida democrática por vía institucional.

Ahora bien, a pesar de lo difícil que resulte, sí hay alternativas para superar la encerrona en que nos ha metido el PLD. Pero ello requiere que la oposición política, o por lo menos el sector comprometido con un real cambio democrático, actúe de modo distinto a como lo hemos venido haciendo.

Lo primero es que ante el adversario que tenemos de frente, con todo el Estado a su merced, no es posible andar con medias tintas, ni con paños tibios.

La oposición tiene que plantear con toda claridad ante la ciudadanía que es inadmisible una nueva reelección de Danilo Medina; que participar en unas elecciones sin una modificación integral de la ley electoral, fruto del consenso entre los actores políticos, para limitar el tiempo y el costo de las campañas, garantizar la celebración de elecciones limpias, legales y con equidad, con definidas sanciones para los que violen las normas electorales, y sin una ley de partidos que fortalezca el proceso democrático y el origen lícito de la financiación, entre muchas otras, es sencillamente prestarnos a legalizar el continuismo del PLD en el poder.

Ahora bien, en un país donde todos los poderes están secuestrados por el partido Estado, la oposición no va a lograr absolutamente nada si se limita a hacer ruedas de prensa o visitas a la JCE o participar o hacerle el juego a una comisión bicameral de legisladores que la dirigen desde el Comité Político.

Para darle un giro a la coyuntura hay que convertir la reforma electoral en una demanda democrática ciudadana. Por tanto hay que cambiar el método. La partidos de oposición con verdadero compromiso democrático tienen que poner su militancia en las calles, movilizar a la ciudadanía con sensibilidad democrática, desplazarse hacia todos los sectores productivos, pobladores, comerciantes, profesionales, jóvenes, para hacerles conscientes de la encrucijada en que nos encontramos: Continuismo fraudulento del PLD o cambio democrático.

El PLD no va a regalarle nada a la oposición. Cada reforma tendrá que ser conquistada. Sólo si la oposición unifica una amplia fuerza de sectores políticos y sociales, y la pone en movimiento, podría crear el escenario que obligue al PLD a un pacto político para consensuar la reforma electoral y política.

Estoy consciente que esto requiere de una oposición que en vez de estar viéndose el ombligo y dividiéndose por “carguitos” y aspiraciones personales, ponga por delante el país al que aspiramos y tenga la determinación de luchar con firmeza para conquistarlo.

El callejón en que nos encontramos tiene salida, lo que está por determinarse es si contamos con la oposición política con el compromiso para dar la batalla frontal que demanda el adversario que enfrentamos.

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