Derechos del delincuente
En el asesinato de la ejecutiva bancaria Julissa Campos se repite una irritante realidad: los presuntos culpables son delincuentes fichados, y para más dolor varios habían sido apresados un mes antes. Por deficiencias y hasta complicidad de policías y jueces parecemos condenados a vivir a expensas del malhechor, salvo que la población se decida a hacer justicia con sus propias manos. A veces me asalta el deseo de que la gente adopte ese método y que ni se querelle, pero no comparto la pena de muerte porque individualiza el delito e ignora sus causas, además de que liquidar rufianes uno a uno, como si estuvieran contados, tampoco resuelve. Pero, eso sí, hay que replantearse el tema de los derechos humanos del delincuente.