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Reflexiones de un ciudadano al presidente de la República

Con las mejores intenciones, pero con la osadía de pretender interpretar el sentir de la inmensa mayoría del pueblo dominicano, nos vamos a permitir , como un ciudadano común, dirigir al señor presidente de la República las siguientes reflexiones, seguramente aprendidas de algún ilustre personaje, durante nuestro largo y extenso peregrinaje diplomático por más de cuatro décadas por países que figuran entre los más civilizados y democráticos del mundo:

“El gobernante DEBE cumplir con su pueblo y acatar el comportamiento ético y moral que el pueblo reclama de sus gobernantes, que sirva de ejemplo al que debe exhibir la sociedad, en momentos en que la crisis de los principios y valores se ha hecho tan profunda.

DEBE eliminar prácticas que se han convertido en vicios, como la corrupción, el clientelismo, el nepotismo, la reelección fuera del mandato constitucional, el continuismo político y en su lugar reconocer los valores de la honestidad, el trabajo, el mérito y el respeto a la dignidad humana.

DEBE practicar la tolerancia y la apertura , porque nunca como ahora la intolerancia y el sectarismo han causado tanto daño y divisiones a la sociedad.

DEBE proporcionar la igualdad, el bienestar, la justicia y el cambio que el pueblo reclama , necesita y exige, ya que la desigualdad, la iniquidad y el inmovilismo resultan altamente peligrosos , en un mundo en plena transformación , en que la prioridad y la urgencia no esperan y el retraso en resolver un problema vital puede ser fatal.

DEBE velar y garantizar seguridad, protección, orden y autoridad, porque nunca ha sido tan necesario como ahora combatir el miedo al futuro , cuando se ha cedido demasiado frente a la criminalidad, al desorden y a la violencia.

DEBE romper con malos comportamientos del pasado, con el endeudamiento externo indetenible e improductivo, el despilfarro del dinero público, los privilegios de unos pocos, cuando los problemas a resolver nunca han sido tantos, tan urgentes, tan graves y tan inéditos como hoy, en que los pueblos rechazan el conservadurismo y no quieren que unos pocos decidan por ellos.

DEBE respetar y hacer respetar la Constitución y la leyes de la República , porque el imperio de la ley es el triunfo del derecho sobre la arbitrariedad y la prepotencia y sin el respeto a la ley no puede haber orden jurídico , ni justicia, ni libertad, ni dignidad humana.

DEBE preservar y defender la soberanía y la integridad territorial de la República, libre de toda injerencia extranjera y de la migración ilegal , al igual que las instituciones del Estado , porque ellas son el andamiaje y la garantía donde descansa la existencia del Estado mismo y el régimen democrático.

DEBE evitar decepcionar la confianza del pueblo y ofrecer resultados concretos y tangibles, especialmente en las áreas y sectores vitales como los de salud, educación, trabajo, vivienda. Los pueblos se hastían de las promesas huecas y de que nada mejore su vida cotidiana sin asegurarle un futuro mejor y más digno.

El gobernante que no entienda y no cumpla con esas expectativas, aspiraciones y exigencias, será, en la percepción y ante los ojos de su pueblo, un gobernante que ha fracasado en el mandato que ese mismo pueblo le ha entregado al momento de elegirlo. En ese caso, al pueblo, ignorado, indignado, engañado y defraudado, no le queda como camino, como legítimo recurso, última exigencia y por derecho, que reclamar, protestar, rebelarse y provocar un cambio, como lo ha hecho recientemente el pueblo dominicano, con las armas constitucionales en la mano”.

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