Ayuno navideño, ¿una dieta para celebrar?
Las comidas sociales durante las fiestas suelen asociarse con un aumento de peso, pero hay personas que encuentran en esta época del año el propósito de cuidar la línea y tendencias como el ayuno intermitente se ponen sobre la mesa

Llega la Navidad, llegan los propósitos de año nuevo y, en la mitad del mundo, llega el invierno.
Y todo ello da lugar a una época festiva en la que surge una paradoja: ¿se puede cuidar la línea como propósito para un nuevo ciclo y, a la vez, disfrutar a la vez de las fiestas? Una duda que hasta Santa Claus podría tener.
Por ejemplo, ¿es posible (y, sobre todo, saludable) mantener o iniciar una dieta como el ayuno intermitente entre cenas de empresa, reuniones familiares de Nochebuena, turrones, polvorones y roscones de Reyes? Mientras la ciencia señala al frío como un posible aliado para la pérdida de grasa, el calendario social nos empuja hacia el superávit calórico.
Y es que la respuesta, más que un simple "sí" o "no", engloba una serie de matices, con un delicado equilibrio entre la cronobiología, la psicología humana de nuestro comportamiento y la flexibilidad metabólica.
La factura metabólica de la Navidad
Pero, ¿por qué alguien querría ponerse a dieta o iniciar un estilo de alimentación como el ayuno intermitente en diciembre? Para comprenderlo, primero habría que ahondar en la creencia popular según la cual ganamos mucho peso durante las fiestas navideñas.
Ya antes de las redes sociales, las revistas de belleza aconsejaban mil dietas para después de las vacaciones. Ahora, en la era de internet, este es un tema viral. Sin embargo, a la hora de cuantificar el verdadero "daño" de las comilonas, los datos son mucho más matizados.
Y es que según un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, el aumento de peso promedio durante la temporada navideña es de 0.37 kilogramos. Y, si se tiene en cuenta lo que acumulamos durante el invierno en general, es de 0,48 kilogramos. Es decir, casi medio kilo.
No obstante, aunque pueda parecer poco, hay un detalle a tener en cuenta de acuerdo con esta investigación: la mayoría de las personas no pierden ese peso extra una vez finalizadas las fiestas. Ese "medio kilo navideño" se acumula año tras año, contribuyendo paulatinamente a una posible obesidad futura.
Por eso, hay quienes pueden encontrar en el ayuno intermitente ya no una dieta, sino una herramienta de autogestión. Un estilo de vida. Aunque la clave para hacerlo sin que esté reñido con el espíritu navideño radica en la flexibilidad y en entender por qué esta época del año puede ser la idónea.

El frío, un aliado para la línea
Aunque la asociación más intuitiva sea "hibernar" y comer más cuando hace frío, la termogénesis hace que el otoño y el invierno sean un momento ideal a nivel fisiológico para la recomposición corporal.
Así lo explica Gonzalo Ruiz Utrilla, "biohacker" experto en longevidad: "esta época del año es perfecta para iniciarse en este patrón de alimentación si uno de nuestros objetivos es la pérdida de peso, ya que el frío acelera el metabolismo y el gasto calórico se ve potenciado por el ayuno", dice a través de Le Clan.
Esta afirmación tiene respaldo científico en el funcionamiento del Tejido Adiposo Marrón, también conocido como grasa parda. Estudios como el publicado en Cell Metabolism han demostrado que la exposición al frío activa este tipo de grasa, la cual utiliza la glucosa y los lípidos para generar calor, aumentando el gasto energético en reposo.
El ayuno, a su vez, activa la autofagia, un mecanismo de limpieza celular. Un fenómeno que investigó a conciencia el doctor Yoshinori Ohsumi, Premio Nobel de Medicina de 2016 gracias a sus aportaciones sobre este proceso.
Sin embargo, el ayuno navideño no es solo una cuestión de quema de calorías sino un ejercicio de estabilidad: "Por mi experiencia de tantos años, lo recomiendo también por la disciplina que crea en el día a día y la mejora que se percibe en cuánto a claridad mental", señala Ruiz Utrilla.
Disfrutar y cuidarse, pero sin culpa
Eso sí, hay que tener claro que el ayuno no es pasar hambre comiendo menos calorías de las que necesitamos. Y es que, según Utrilla, "no son sinónimos, se pueden mantener calorías estables y beneficiarte del ayuno sólo por la ventana temporal", aclara.
Pero uno de los mayores retos de ayunar en estas fechas es la falta de luz solar y la alteración de los ritmos circadianos. Y es que "los días son menos largos y esto no ayuda a prolongar el ayuno", admite el experto.
Sin embargo, una ventaja del invierno, según el análisis de Le Clan, es que fuera de los días señalados, "estamos más centrados en el trabajo y salimos menos a comer". La clave es la adherencia imperfecta: ayunar los días laborables para tomarse más licencia en los días de comidas sociales y familiares.
Eso sí, psicológicamente, intentar ayunar en Navidad conlleva un riesgo: el ciclo de restricción-atracón. Ruiz Utrilla alerta así a quienes "se pegan atracones para compensar las horas de ayuno, lo que es un grave error".
Además, como bien resume el experto, no podemos pensar que "por el hecho de ayunar podemos relajarnos con el resto de buenos hábitos, como hacer ejercicio regularmente o dormir las horas que nos corresponden".
Y es que la Navidad se disfruta mejor sin la culpa del exceso, y el ayuno intermitente, bien gestionado, puede ser una herramienta que nos permita saborear cada banquete sin ser víctimas del consumismo. Pero no debe ser nunca una obsesión. Ya que, ante todo, es tiempo de celebrar.
(Texto: Nora Cifuentes)

EFE