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Lo que se esconde tras las películas ganadoras del Óscar

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Lo que se esconde tras las películas ganadoras del Óscar
Estatuas de los Óscar antes de recibir una capa de pintura hoy, miércoles 22 de febrero de 2017, durante los preparativos para la 89 edición de la entrega de los Premios de la Academia en Hollywood, California (EE.UU.). ( EFE/PAUL BUCK)

NUEVA YORK. Hollywood está listo para un nuevo close-up. Si “La La Land” se alza el domingo con el Óscar a la mejor película, y prácticamente todo el mundo cree que lo hará, el musical de Damien Chazelle se sumará a una lista de cintas sobre Hollywood celebradas por Hollywood.

Hace dos años fue coronada la oscura comedia entre bambalinas de Alejandro González Iñárritu “Birdman”. Antes de eso triunfó “Argo”, la cinta de Ben Affleck inspirada en hechos de la vida real en la que la magia del cine salva a un grupo de rehenes en Irán. Y antes estuvo la cinta en blanco y negro de Michel Hazanavicius “The Artist”, un homenaje a la era del cine mudo.

Para las 5 de la tarde del martes todos los votos fueron sufragados, pero muchos ya habían lamentado la naturaleza cada vez más jactanciosa de Hollywood en la temporada de premios.

“Es tan narcisista”, dijo Bill Maher recientemente. “Otra película sobre películas, sobre nosotros”.

Maher no está solo en su desdén por la autocontemplación. Hollywood, escribió el crítico del diario Los Angeles Times Justin Chang, se ha enamorado “de otra embriagante versión más de sí misma”. El guionista Mark Harris llamó el anticipado triunfo de “La La Land” (nominada a 14 premios) “solipsismo de la burbuja de Hollywood”.

“La historia de los Óscar va a ser: ‘Por décadas, la academia le dio el premio a la mejor película a filmes sobre todo tipo de cosas’’’, escribió Harris. “’Y entonces paró’’’.

Pero, ¿qué cambió?

En los cinco años que pasaron desde “The Artist” hasta “La La Land”, la industria del cine ha sido atacada por una creciente tormenta. Llegaron los servicios de streaming (Amazon y Netflix consiguieron 12 nominaciones en conjunto este año). Llegó la llamada era del “Peak TV”, y con ella un éxodo de talento a campos abiertos de la pantalla chica. Y los estudios, al ver la venta de boletos declinar año tras año, incrementaron las adaptaciones de libros de historietas y los relanzamientos. El cine, en sí, se tornó digital.

El cine se mantuvo indómito a los incontables cambios del pasado, pero el temor de que una nueva ola de alteraciones lo derribe es generalizado.

“El cine se acabó”, dijo Martin Scorsese al estrenar su épica religiosa “Silence”, que ha sido poco vista. “El cine con el que crecí y que estoy haciendo se ha acabado”, afirmó el realizador, un apasionado creyente del séptimo arte que según reportes llevará uno de sus próximos filmes a Netflix.

A lo largo de los años ha habido un número de películas ganadoras de Oscar sobre el negocio del cine y la colorida vida de los actores, como “The Broadway Melody” (”La melodía de Broadway”) de 1928, “Grand Hotel” (”Gran Hotel”) de 1932, “The Great Ziegfeld” (”El gran Ziegfeld”) de 1936, “All About Eve” (”La malvada”) de 1950 (uno de los otros dos filmes que han conseguido 14 nominaciones), y “Shakespeare in Love” (”Shakespeare enamorado”) de 1998.

Pero es relativamente reciente que los Premios de la Academia se inclinen tanto por cintas sobre su propia industria. Como señaló el Los Angeles Times, no fue hasta que ganaron “Million Dollar Baby” (”Golpes del destino”) y “Crash” (”Alto impacto”) a mediados de los 2000 que una cinta ubicada en Los Ángeles ganó el premio a la mejor película.

“La La Land”, “Birdman”, “Argo” y “The Artist” no aborda tanto la visión prometedora que tiene Hollywood de sí misma sino sus temores y ansiedades crecientes. “The Artist” fue un filme de nostalgia monocromática, “Argo” retrató el espíritu de ayuda de los otrora poderosos estudios de Hollywood, y en “Birdman”, un actor que intenta triunfar en Broadway es acosado por su pasado de superhéroe.

“Todo el mundo ahora lleva una capa”, dijo Iñárritu en ese entonces. “Pienso que siempre hay películas maravillosas, solo que no llegan a la gente. O la gente ha perdido el interés. No es que no existan. Sí existen”.

En “La La Land”, justo antes de que el personaje de Emma Stone salga corriendo al teatro Rialto para ver con el personaje de Ryan Gosling “Rebel Without a Cause” (”Rebelde sin causa”), está callada en una cena escuchando una conversación familiar para cualquiera: su novio presume sobre su televisor con sonido surround.

“Es mejor que ir al cine, en serio. Ya saben cómo están los cines hoy, tan sucios, y demasiado calientes o demasiado fríos, y siempre hay gente hablando, es tan fastidioso”.

Para una ciudad plagada de negatividad, “La La Land” es como un cálido rayo de sol.

“Uno es parte de tantas conversaciones como esa. Los cines están muriendo. Las películas están muriendo, etcétera, etcétera”, dijo Chazelle en una entrevista previa. “Es el tipo de cosa que me hace esperar que estén equivocados o pensar que, hombre, debo haber nacido 30 años tarde. Porque todo lo que siempre quise hacer es películas para la pantalla grande, desde que tengo uso de razón”.

“Cuando era niño, Los Ángeles solo parecía ser una ciudad invivible. Para mí, Los Ángeles era ‘Speed’ (’Máxima velocidad’), ‘Volcano’, las cintas de ‘Terminator’, era esa ciudad con mucho carácter, con grandes edificios de acero y concreto y autopistas”, dijo Chazelle, quien creció en Nueva Jersey y se mudó a Los Ángeles hace una década.

“Todavía hay tantas películas por hacerse sobre Los Ángeles. Pueden ser más románticas como esta y al mismo tiempo como ‘Speed’, que es una carta de amor en sí. Los Ángeles es Estados Unidos con E mayúscula: la idea de que uno puede ser lo que sea, la calle amplia, el cielo abierto, la costa dorada. Es una idea muy emblemática de Estados Unidos”.

El documental nominado de Ezra Edelman “O.J.: Made in America” es un tipo de retrato diferente de Los Ángeles, igualmente realizado por un director de la costa este. Este, también, se perfila como favorito para ganar el domingo. Para Edelman, quien creció escuchando hip hop de la costa oeste y siguiendo el caso de Simpson, la ciudad representa una tierra prometida mítica.

Están, claro, otras nominadas que no abordan este tema. Y muchos argumentan que el tenso ambiente político en Estados Unidos no llama a una carta de amor como “La La Land” sino a algo como “Moonlight” (”Luz de luna”) o “Hidden Figures” (”Talentos ocultos”), con un mensaje que resuene más fuerte afuera del sur de California.

Pero si “La La Land” se lleva el premio mayor el domingo, mostraría que Hollywood no necesita tanto una palmadita en la espalda como un discurso motivacional. Antes de que el musical se convirtiera en un éxito de taquilla mundial, Tom Hanks dijo que “si el público no sale y acoge algo tan maravilloso como esto, estamos todos perdidos”.

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