Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales

Carlos, mi cuate querido, hoy brindo por ti

Nunca he conocido a nadie que haya entendido tan bien el destino de todos los hombres como él

Expandir imagen
Carlos, mi cuate querido, hoy brindo por ti
Hoy levanto mi tequila por mi amigo Carlos y espero que mi Dios lo haya recibido como se merece, el mejor mariachi del universo. (SHUTTERSTOCK)

Nunca le asustó la muerte, es más, creo que tenía curiosidad por ese momento. El día que Carlos me llamó a su oficina fui lleno de entusiasmo, pensando que hablaríamos de otra cosa. Esperó que me sentara, me brindó un café, yo pedí tequila y, riéndose, me dijo que me la tendría otro día pues en su oficina no había bar.

Lo tengo frente a mí, su serenidad y elegancia, su sonrisa permanente, su mirada tranquila.

-Freddy, estoy sentenciado -me dijo-. No sé cuánto tiempo me queda, pero quería que lo supieras.

-No entiendo -dije, pensando era una broma de alguien que no hace bromas.

-Sí -y no pestañeó-, me estoy muriendo.

Me cubrí el rostro lleno de lágrimas y no pude pronunciar palabra, mi llanto era fuerte, esperaba todo menos esto de este amigo que, a pesar de haberlo conocido no hace tanto tiempo, lo sentía de toda una vida.

Carlos me miraba y me pidió perdón por lo que había dicho.

-¿Y qué puedo hacer?

-Nada. Ya estoy organizando todo, he hablado con mi esposa y mis hijos y tratando de que este paso sea lo menos doloroso posible para todos.

No me atreví a hablar de Dios, pues sabía que Carlos no era creyente, aunque vivía como si lo fuera.

Los días fueron pasando y mi amigo, con una entereza impresionante, me hablaba de la despedida como si fuera a dar un largo viaje sin retorno. Su preocupación era dejar a su amada esposa e hijos encaminados, entendiendo su partida.

Un día le hablé de Dios, de la eternidad, del cielo y me escuchó interesado.

-Ya veremos -me dijo sin borrar su eterna sonrisa.

Otro día me mostró la urna donde estarían sus cenizas con una tranquilidad envidiable, dentro de mí sabía que el cielo estaría esperándole.

Nunca he conocido a nadie que haya entendido tan bien el destino de todos los hombres como él.

Una mañana llegó a Casa de Teatro lleno de regalos, algunos que había recolectado en sus viajes como embajador de México por el mundo. Una lámpara, unas cortinas, unas fotos….

-Creo que tú le darás buen uso -me dijo sin melodrama-. Otro día me llevó unas botellas de tequila para que brindara por lo que quisiera, prometí brindar siempre por él. Yo hablaba de la tequila y él me corregía diciendo que tequila es masculino, 'el tequila' subrayaba.

A veces, cuando nos reuníamos y estábamos solos, aprovechaba para hacerle preguntas de su vida por el mundo. Carlos, hombre culto, era buen narrador y salpicaba de anécdotas sus experiencias. Tenía amigos regados por todos los países y los cultivaba, todos al igual que yo valoramos siempre su sincera amistad.

Carlos no morirá nunca... es de los que quedan en los corazones de quienes lo conocimos y quisimos, y queremos y jamás olvidamos.

Hoy levanto mi tequila por él y espero que mi Dios lo haya recibido como se merece, el mejor mariachi del universo.

TEMAS -

Freddy Ginebra Giudicelli es un contador de anécdotas cuyo mayor deseo es contagiar su alegría y llenar de esperanza a todos aquellos que leen sus entrañables historias.