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Una palabra, dos géneros

Explorando los matices del género gramatical en la lengua española

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Una palabra, dos géneros
Exploramos los matices del género gramatical en la lengua española. (SHUTTERSTOCK)

Nuestra lengua y sus complejidades no dejan de sorprendernos. En la gramática del español existen dos géneros, masculino y femenino, que pertenecen a los nombres con independencia de las relaciones que estos establecen en las oraciones en las que los usamos. Los sustantivos palma, estrella o arena son femeninos; los sustantivos tronco, cielo o coral son masculinos.

A la hora de hablar y escribir debemos tener presente que, si vamos a combinar un sustantivo con un adjetivo, estos deben ser del mismo género. Para hacerlo bien es, por tanto, imprescindible conocer el género gramatical de cada nombre. Lo habitual es que un sustantivo tenga un solo género, pero no siempre es así. Hay palabras que pueden usarse en los dos géneros sin cambiar de significado: la mar o el mar, la azúcar o el azúcar. En este caso elegir uno u otro género es una cuestión de estilo.

También existe un puñado de voces en las que la elección del género masculino o femenino tiene consecuencias notables en el significado. Con ellas debemos estar particularmente atentos para que nuestro mensaje sea el que queremos transmitir. No son muchas y, desde luego, son muy curiosas. De una misma palabra que les dio origen han desarrollado significados distintos que se vinculan también con géneros gramaticales distintos. Elegir uno u otro género puede cambiar notablemente el significado de la frase en la que los usamos. Pero vayamos a los ejemplos; por supuesto, como debe ser, echando mano de nuestro mejor aliado, el Diccionario de la lengua española.

En femenino, una parte es la porción de un todo. En cambio, si la usamos en masculino, un parte, nos referimos a un escrito o a una comunicación breve. Orden en masculino designa la ´colocación de las cosas en el lugar que les corresponde´; en fin, ´la buena disposición de las cosas´. Sin embargo, si usamos ese mismo sustantivo en femenino, la orden, podemos referirnos a un mandato, a una comunidad religiosa con reglas y votos establecidos e, incluso, a una condecoración. Y por estas orillas del Atlántico una orden es también la petición de un consumo en un comercio.

Hay unas cuantas más. Cólera, en femenino, se refiere a la ira o la irritación extrema; mientras que el cólera nombra a una terrible enfermedad epidémica. Un clave es un instrumento musical de cuerdas y teclado; ese para el que Johan Sebastian Bach escribió El clave bien temperado. Y las claves ya saben bien que son esos códigos de signos convenidos para mantener secreto un mensaje o un acceso, esas que ahora nos persiguen a cada paso. Capital en femenino se refiere a una población principal de un territorio. Bien lo sabemos los que sufrimos a diario esta capital nuestra. En cambio, si usamos capital en masculino aludimos al patrimonio o la hacienda. Si hablamos de la editorial nos referimos a una casa editora; mientras que un editorial es el artículo no firmado que expresa la opinión de un medio de comunicación sobre un asunto concreto.

Media docena de palabras que se nos ponen a mano con su riqueza gramatical y de significados. Merece la Pena que las conozcamos y las usemos con propiedad. Si nos plantean, dudas, ya saben, busquen el diccionario, su mejor aliado.

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María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.