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Hablemos de lo que casi nadie quiere hablar

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Hablemos de lo que casi nadie quiere hablar
Rosa Mariana Brea Franco (FUENTE EXTERNA)

Hablemos de lo que no nos gusta hablar. Hablemos del duelo, que no necesariamente es hablar de la muerte. De cuando necesitamos ayuda para superar una pérdida. Y la vida es una sucesión de pérdidas. ¿Quién enseña a manejar la pérdida del trabajo, de la salud, a no naufragar en un divorcio? Duelo porque un familiar está en la cárcel, porque emigró. Por la muerte de una mascota, por el paso de la edad. ¿Cómo explicar todos estos procesos a un niño?...

Rosa Mariana Brea Franco pone a circular su libro Comprensión del duelo en el Siglo XXI. Nuevas perspectivas. Es un libro que empieza por enseñar al lector a identificar situaciones de la vida diaria que no se relacionaban normalmente a un proceso de duelo y que pueden dejar una huella tan marcada como la muerte de un ser querido.

Su esquema -cada capítulo dedicado a un tema- permite una lectura ágil y entretenida. 30 años en consulta especializada en el tema y muchas horas de estudio dan a Brea la autoridad para hablar de lo que nadie quiere hablar.

—Asociamos la palabra duelo a la muerte, pero quizá deberíamos entenderlo desde otro punto de vista más amplio...

Exacto. Duelo es pérdida, que puede ser física de un ser querido, un objeto de valor o una mascota pero también pueden ser pérdidas secundarias, simbólicas. Por ejemplo... perder un trabajo o una posición. Incluso los cambios de edad o en los niños y adolescentes el paso a otra etapa de la vida les puede causar una sensación de pérdida. Por supuesto lo hay visibles y duelos intangibles, que son duelos muy sutiles, que a veces son más importantes que los duelos per se.

—¿Por ejemplo?

Que un niño descubra que su papá es un narcotraficante. Puede ser un padre muy cariñoso, un excelente proveedor, pero luego se da cuenta que esa fortuna viene de medios ilícitos y ese niño pasa por un duelo. O descubrir de muchos años después que su pareja tiene una doble vida, que es homosexual o que tuvo un affaire y no te enteraste... Se ha caído todo el universo que tenías de esa relación, aunque no haya muerto nadie.

Tenemos que tener en cuenta que los duelos son relacionales. Tienen que ver con las relaciones ante los demás o ante situaciones que para dan sentido a la vida. Si pierdes estatus porque te despiden o ya no eres útil en esa empresa vas a vivir un duelo terrible, por ejemplo.

—¿Lloramos por nosotros cuando lloramos por los muertos?

Sí, el tema del apego, de que esa persona no está con nosotros, que esa persona que me completaba ya no está... Por eso es importante hablar de todos estos temas a los niños desde que son pequeños. No hay que esperar a que sean adultos para abordar el tema de la pérdida. Que vayan aprendiendo a manejar sus propios recursos, porque lo que funciona para una persona no necesariamente funciona en otra. Desde que nacemos nos enfrentamos a pérdidas.

—Repetimos que “lo único seguro es la muerte” y sin embargo nos pilla siempre desprevenidos.

La muerte es un tabú, de ella no se habla en estas sociedades occidentales. Otras culturas viven muy pegadas al concepto de que somos seres finitos, que no vamos a ser inmortales. Realmente se ha vuelto un tabú, que es “la macabra”. Incluso hoy se vive la negación de la muerte y la banalización de los sentimientos. Eso se ve en la funeraria, en la forma en cómo se manejan los medios de comunicación y los rituales que se están perdiendo. Eso nos está dejando más desolados. Porque... ¿qué es lo más importante para una persona que atraviesa un duelo? El acompañamiento.

—¿Qué hacen mal los medios, qué se hace mal en la funeraria?

Cuando hablo de medios hablo de todos, incluyendo las redes sociales... Muchas veces se ponen imágenes muy desagradables, impactantes. Se le falta el respeto al doliente cuando hay asesinatos, tragedias, suicidios... Incluso se dicen cosas falsas por las redes y eso ha hecho mucho daño porque tergiversa el proceso de duelo. Paradójicamente el doliente esté más solo. Aunque tenga muchos post, no se está sintiendo comprendido. Puede llegar a sentirse abrumado y que se le está perdiendo el respeto en un momento tan íntimo...

—Dice que en otras culturas las viven mejor...

Las culturas orientales, algunas tribus indígenas tienen un concepto de que la muerte es algo natural que va a venir. Incluso en una de ellas se llora cuando el niño nace y se celebra su muerte porque es ya ha cumplido su cita.

—¿Ser religioso ayuda a llevar el duelo?

Hay que tener cuidado con eso. Sin entrar en contradicción con creencias sí he visto que muchos dolientes por estar muy apegados a sus credos sienten que están haciendo mal si lloran o si lamentan a su ser querido. Les dicen... “esa persona está mejor en el cielo, no tienes por qué lamentarte, ese era su tiempo”. Pero hay un proceso de desapego que el individuo tiene que vivir. Si eres una persona muy apegada a tu credo puedes sentirte peor. Pero está comprobado que si eres una persona con creencias espirituales y sientes que la muerte de tu ser querido tiene un cierto sentido y que ese era su momento... puedes hacer un mejor duelo.

—¿La palabra es aceptación?

He querido insistir en este libro que los duelos nunca se cierran. Eso viene de un concepto anterior de que había que cerrar el proceso y seguir la vida. Eso no es así porque no puedes cerrar tu historia, borrar tu vida. Tenemos que hacer paz con la pérdida. Uno no puede estar en constante lucha, o quizá hay sentimiento de culpa, una ira desmesurada... Ya entramos en el campo de los duelos complicados.

—Personas con familiares en la cárcel. La gente tiene que saber que puede recibir ayuda.

Son duelos ambiguos. O personas que van a la guerra y vuelven, no son las mismas. El que vino no es el que se fue. Pasa lo mismo con los emigrantes, que no pueden volver al mismo punto del que se fueron. Eso es un duelo y las personas que viven con la nostalgia del lugar que ya no existe, pasan por un proceso de duelo.

—Insiste en que hay que hablar a los niños de estos temas...

A los niños hay que hablarles de todo. Los niños son muy sabios. Existía la creencia de que los niños no se enteraban de nada y es exactamente lo contrario. Lo captan todo. Desde pequeños perciben que algo está pasando, hay que decírselo. Incluso hablo en el libro de cómo abordar con ellos el tema de un suicidio, que es uno de los temas más complicados. Pongo el ejemplo de un psiquiatra que vivió eso con su papá. Y cómo explicó a su propio hijo cómo el abuelo se había quitado la vida.

—¿Y debe hablarles un profesional?

Yo recomiendo siempre que sean los familiares, con asesoría de un profesional.

—El valor de la vida y por tanto de la muerte es diferente en las diferentes culturas. ¿Cómo es el dominicano ante la muerte?

El dominicano... hay que verlo en diferentes estratos. Se podría hacer un estudio sociológico ya que no es lo mismo vivir en el campo, incluso personas que vienen del campo a la ciudad dicen “en mi campo se vivía de otra manera...”. En la ciudad te impone una forma diferente. Para muchas personas es un choque cuando muere alguien en un barrio, a veces ponen salsa, a beber... eso se da mucho. En los campos se pasan hasta seis días celebrando, hablando y comiendo... De hecho en algunos sectores sociales validan que si no se grita es que no querías a la persona. Y se paga a personas para que tengan ataques histéricos. En el otro nivel social la persona se comporta muy estoicamente, y no bota una lagrimita y si alguien llora se piensa “hay que darle un calmante”...

No importa cómo se haga. Lo que importa es que no se debe perder ese ritual. Es lo que yo quiero enfatizar.

—¿Nos curamos los sentimientos con pastillas?

Sí... !fatal! Hay algo que me preocupa. Muchos dolientes, antes de ir a un psicólogo pasan por muchísimos otros médicos porque tienen síntomas físicos. Y los médicos piensan que hay que darles una pastillita para calmarles la ansiedad o ayudarles con la depresión. Pero hay que entender algo: el duelo no es una enfermedad, es un proceso normal que todo ser humanos tiene que atravesar ante un proceso de pérdida. Si lo coartas con una pastilla lo estás ocultando, de alguna manera esa emoción va a salir y puede ser hasta peligroso. Si tragas tus duelos puede que en un futuro tengas una experiencia de duelo traumático. Y eso es realmente más complicado.

—¿Hay gente que no puede superar un duelo?

Si no quiere superarlo. Esa es mi convicción. Es precisa una disposición; hay que entender que el que hace el trabajo es la persona, no el terapeuta.

—¿Hay diferencias entre hombres y mujeres en el manejo del duelo?

Cada día vienen a consulta más hombres, lo cual me alegra mucho. Vienen porque han tenido pérdida de pareja, familiares, de trabajo.... Cuando empecé todos mis pacientes eran mujeres. Ahora se está equilibrando. Los hombres están muy socializados para ser fuertes y en este libro enfatizo en que hay muchas maneras de manejar un duelo. Y muchos hombres, también mujeres, lo canalizan de manera más práctico. Orientados a resolver, a tomar decisiones. Unos más a lo emocional. No hay una manera correcta y otra no.

—La pérdida de trabajo en estos tiempos es una pérdida muy peligrosa...

Sí, es terrible. Y se está dando entre hombres cada vez más jóvenes. No son hombres que por edad se retiran... Te diría que es un duelo “no validado”. Son duelos que no son reconocidos como importantes y la persona no recibe el apoyo necesario para que pueda salir adelante. Necesitan mucho apoyo cuando son desplazados en una posición por una persona más joven (en nuestra sociedad la juventud es un valor muy fuerte) o pierden el trabajo. Nuestra sociedad no valora la experiencia, la madurez, la sensatez... El que pierde el trabajo se siente inútil.

—¿Uno se puede preparar emocionalmente para este tipo de duelos le afecten menos?

Hay que trabajar que nada es definitivo... tenemos que aprender a vivir unos tiempos líquidos, como se le llama ahora. Todo puede diluirse. Hay que hacer un ajuste general de la sociedad. Entender que vivimos tiempos diferentes. Debemos insistir en la idea de que las personas deben adquirir también nuevas habilidades a partir de una etapa de su vida.

—¿Por qué hemos hablado tanto tiempo de que el luto es un año?

Me alegra tu pregunta porque otra de las cosas que trato de desmontar en el libro es el famoso esquema de las etapas. Eso está descalificado, un duelo se valida por la personalidad del doliente, por el tipo de pérdida que hayas tenido, por tu historia de vida. Cuento casos de personas que han sufrido pérdidas muy fuertes y que al poco tiempo se sienten tranquilos y eso llama la atención. Los demás se sorprenden de que esté tranquila y no entienden que la visión de esa pérdida no es la que otros consideran que debe tener. Es un tema muy complejo: entender cuando es un duelo normal, cuando se entra en negación y se vive un duelo enmascarado que pide explotar más tarde...

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