La visita de Pete Hegseth y el mito del centro logístico dominicano
EE. UU. cuenta con más que suficiente apoyo logístico de sus propias FF. AA. para su despliegue en el Caribe; lo que RD puede ofrecer es muy limitado y se enmarca en una cooperación más diplomática que logística

La reciente visita del secretario de Guerra estadounidense a la República Dominicana, Pete Hegseth, y el posterior anuncio del presidente Luis Abinader de otorgarle permisos de vuelo a aeronaves militares norteamericanas despertó todo tipo de teorías y discusiones sobre la inclusión de nuestro país como centro logístico para las operaciones militares norteamericanas en el Caribe y la violación o no de la soberanía nacional.
Fuera de adentrarnos en el ámbito geopolítico o de derecho constitucional, nos enfocaremos en analizar la realidad en el marco de la cooperación logística-aeronáutica que esto realmente significa.
Análisis del tablero logístico
La logística juega un papel fundamental en toda operación militar de gran escala, y con ello, el análisis de recursos y competencias de la fuerza en despliegue.
En este sentido, los EE. UU. son la principal fuerza de despliegue logístico del mundo; su capacidad de movimiento sin necesidad de ayuda externa no tiene precedentes en la historia militar.
- La logística aérea juega un papel fundamental en todo despliegue militar, y el despliegue que presenciamos hoy en día en el Caribe no es ajeno a dicha realidad.
El Caribe insular está compuesto por una cadena de islas que inicia con los Cayos de la Florida y termina con Granada y Trinidad y Tobago, junto a la costa norte de Sudamérica. En línea recta, esta cadena de islas abarca unos 2,500 km.
Pero la cadena no es exactamente recta, sino más bien arqueada, por lo que la distancia entre la costa sur de República Dominicana y la costa norte de Venezuela es de tan solo unos 700 km, mientras que desde la costa norte del país hasta la Florida son solo unos 1,280 km.
Si pasamos esos datos a tiempo, el típico avión jet-subsónico de transporte se mueve a unos 800 km/hr, por lo que concluimos que desde el centro del Caribe insular el tiempo de vuelo hacia EE. UU. es de solo una hora y un poco más, mientras que a Sudamérica es de menos de una hora.
Dentro de esta región del Caribe, los EE. UU. cuentan con numerosas bases y estaciones militares, entre las que podemos citar: Boca Chica, Florida; Guantánamo, Cuba; Aguadilla, Puerto Rico; las Islas Vírgenes norteamericanas; y presencia periódica en Curazao.
En promedio, unos 600 km separan una base de la otra, desde Florida hasta Curazao, lo que en tiempo de vuelo se traduce a menos de una hora.
Para un país como los EE. UU., que tiene fuerzas desplegadas por todo el mundo, incluyendo despliegues de importancia en el enorme Océano Pacífico, el Atlántico, el Índico y los mares del Mediterráneo, Rojo y Golfo Pérsico, donde se deben recorrer distancias de miles de kilómetros, reabastecerse de combustible en pleno vuelo y utilizar sistemas de navegación y comunicación de largo alcance, el Caribe resulta ser una región pequeña y cercana para sus despliegues militares.
La importancia de República Dominicana para el apoyo logístico al despliegue
Si a la descripción anterior de la presencia norteamericana a lo largo del Caribe insular añadimos un amplio despliegue naval, el cual a su vez cuenta con su propia cadena logística autónoma del reabastecimiento desde tierra, estamos ante una impresionante capacidad logística-militar de parte de los EE. UU. en el Caribe.
¿Qué pudiera República Dominicana aportar a dicho despliegue?
Logísticamente, sería muy poco, pues no contamos con grandes bases militares o equipos de apoyo.
Por ejemplo, nuestra principal base aérea, San Isidro, tiene un aeropuerto militar deficiente, el cual en los últimos días ha sido noticia por el anuncio de inversión de parte del gobierno para mejorar su sistema de radioayudas para el aterrizaje, luces de pista y nueva torre de control.
De igual forma, cuenta con poco apoyo logístico para aeronaves de gran tamaño y acceso a grandes cantidades de combustible de jet.
Pero dicha inversión queda corta, pues el asfalto de pista no es el ideal para las aeronaves de gran tamaño que utiliza EE. UU. para transporte y abastecimiento; por eso siempre se utiliza el Aeropuerto Internacional de Las Américas para las llegadas de VIPs del gobierno norteamericano.
Lo que nos lleva a la inclusión de esa terminal en el acuerdo de cooperación anunciado por el presidente Abinader la semana pasada. Se decide incluir a Las Américas precisamente por las deficiencias de San Isidro, pero Las Américas tiene sus temas también.
El aeropuerto está en medio de una reconstrucción de su pista principal, y se ha acondicionado una calle de rodaje paralela como pista alterna, lo que ha reducido su capacidad de acogida de tráfico.
Además, el sistema de aterrizaje instrumental sigue fuera de servicio, en espera de la conclusión de los trabajos en la pista principal para su reincorporación. A esto añadimos problemas de espacio en rampa y un costo de combustible dentro de los más altos de la región.
Si nos vamos a otras terminales en el país encontramos muchos de los mismos problemas. Tal es el caso de Barahona, reacondicionado por los EE. UU. durante la operación de asistencia humanitaria luego del terremoto de Haití en 2013, pero prácticamente abandonado por las autoridades dominicanas luego de esto.
También tiene una pista deficiente, falta de radioayudas y pobre sistema de control de tránsito aéreo.
En conclusión, nuestros políticos se han dedicado a construir aeropuertos por todo el país, pero la gran mayoría ha quedado en el olvido, convirtiéndose en los denominados "elefantes blancos", costosos proyectos para mercadeo político, con poco seguimiento y uso.
Tenemos poco que ofrecer en materia de apoyo logístico al despliegue militar norteamericano en el Caribe; lo anunciado es más bien un gesto diplomático que una ayuda logística de importancia.

Francisco J. Diaz