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Los planes de Barrick a los que se oponen en la comunidad de Cuance

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Los planes de Barrick a los que se oponen en la comunidad de Cuance

Llegar a la comunidad de Cuance, en Yamasá, Monte Plata, es una aventura sobre el río de su mismo nombre, al que hay que cruzar en múltiples ocasiones y bajo el cobijo de los cacaotales. Enclavados en la montaña que separa a la provincia Monte Plata de Sánchez Ramírez, sus comunitarios, campesinos que ven en el cultivo del cacao su único sustento, están casi escondidos, sin los servicios de agua o electricidad que tienen asentamientos más urbanizados, y sin que nadie voltee a mirarles.

Eso hasta hace dos años, cuando desde la empresa minera Barrick Gold empezaron a visitarles y a contarles de su interés de extender hasta allí sus operaciones, con la posible construcción de una presa de relaves y un sistema de tuberías para el transporte de colas, a los que muchos se oponen.

Como explica la propia empresa, se trata de una posibilidad no definida, de la que ni siquiera tiene los estudios de factibilidad que demuestren que sí es posible, aunque en las evaluaciones de zonas que ha hecho en el país, es la que reúne mejores condiciones dada su topografía y su cercanía a la zona de explotación de oro y plata del proyecto Barrick Pueblo Viejo que desarrolla en el municipio Cotuí, Sánchez Ramírez.

Con su proyecto denominado Extensión de la mina de Pueblo Viejo, la empresa busca ampliar la capacidad de procesos de la planta, dentro del área que tiene concesionada a 25 años, así como una facilidad de relaves fuera de ella. La ampliación podría revertir la baja en producción de los últimos años.

“Ahora mismo nos encontramos en la etapa de completar un estudio de factibilidad, todavía no hemos concretado ese estudio. Luego es que entraríamos en la fase de evaluación ambiental. Es decir, estamos en una etapa muy, pero muy preliminar, tenemos que hacer estudios rigurosos, compresivos que nos permitan determinar cuál es la situación ambiental de la zona”, especifica Juana Barceló, presidente de Barrick Pueblo Viejo.

En el Ministerio de Medio Ambiente aseguran que no tienen ninguna solicitud, ni siquiera el retiro de términos de referencia para ninguna intervención de la minera en Yamasá. Tampoco el Ministerio de Energía y Minas tiene solicitudes de permisos, asegura su titular, Antonio Almonte, quien admite que, si bien la Barrick ha hecho “algunas solicitudes”, entiende que no es necesario explicarlas aún.

La empresa, a su vez, alega que sin los estudios de factibilidad no puede diseñar un proyecto para solicitar permisos al Estado.

Juan Barceló habla de la necesidad de que Barrick pueda desarrollar sus planes de expansión para aumentar su producción que ha bajado los últimos años.

“Nosotros venimos de tener una producción de casi 1.2 millones de onza (de oro), pero el año pasado fue casi 900 y por año se reduce casi un 7 %, y si nosotros no hacemos nada producto de la reducción de la ley, para el año que viene estaríamos a la mitad”, comenta. La ejecutiva de Barrick estima que podrían pasar a tener un promedio de 550 mil onzas, cuando en un año estuvieron cerca de 1.5 millones.

Esas proyecciones no son buenas ni para ellos ni para el Estado que recibe, como socio al 50 %, parte de los beneficios que genera la actividad.

Calcula en 2.6 millones de dólares los que han pagado al Estado desde que empezaron las operaciones de Barrick Pueblo Viejo en 2013, con un anticipo este año de RD$13,600 millones entregado.

Reacciones de la comunidad

Muchos de los comunitarios en Cuance y Peralvillo se oponen, incluso, a la realización de cualquier estudio.

Anito de Paula, uno de los campesinos de la comunidad El Siete, que colinda con Cuance y que también se vería afectada con una posible obra, toma en sus manos agua del cauce del río y la bebe para demostrar: “Esto no está enfermo y si usted no está enfermo ¿para qué le hacen estudios?”.

Él es miembro del movimiento Guardianes del Ozama, un grupo de campesinos de Peralvillo y Yamasá que se unieron para defenderse de los planes de la minera. Hace unas semanas fueron objeto de enfrentamientos con fuerzas policiales, por su oposición a una reunión de socialización que la minera quería realizar en la zona. Asegura que la minera iba con personas que no eran del lugar para hacerlos pasar como comunitarios y que por eso obstruyeron el paso.

Anito defiende lo que entiende es su derecho a mantener sus familias y cultivos de cacao, de los que depende su subsistencia, fuera de la contaminación que, asegura, traerá la presa de cola.

“Ellos quieren venir a sacarnos a la mala y no se lo vamos a permitir”, comenta.

“Aquí donde estoy, yo procreé ocho hijos, crié tres nietos y me puedo morir hoy y eso le queda a otro”, exclama Agustín Germán, residente en Cuance.

“Esta comunidad, el Gobierno no tiene molestia de nosotros, aquí no viene nadie, aquí vive todo el mundo a la voluntad de Dios y de su brazo y ahora nos quieren desalojar... será para tirarnos al mar, pero, si lo van a hacer mañana, que lo hagan hoy”.

A sus 76 años de edad, recuerda los tiempos en que comenzó a operar en el país la Rosario Dominicana, la primera minera que explotó el oro en Sánchez Ramírez y cuyo pasivo ambiental quedó evidenciado en las aguas contaminadas y rojizas del río Margajita.

Pero los planes que explica la empresa Barrick Gold incluyen desde mejoras para el desarrollo personal y productivo, hasta titulación de tierras y un acompañamiento que podría llegar a los cinco años a cada persona para que sus actividades productivas sean sostenibles, y casa nueva. Lo detalla Faby Manzano, gerente de Responsabilidad Social.

“Si el proyecto se da, algunas personas (unas 45 familias) deben ser reubicadas, pero el proceso sigue estándares nacionales e internacionales, pues se debe dejar a las personas en mejores condiciones que las que encontramos”. De esto, Manzano ha venido hablando con la comunidad desde 2019 y le permite asegurar que el 90 % de sus habitantes está de acuerdo.

Elías y Frank, dos de cinco hermanos que viven con sus familias en Cuance, no quieren una actividad minera que les afecte sus cacaotales y que los muevan del lugar donde nacieron, pero aseguran que no se van a pelear con nadie. “Que se haga lo que entienda la mayoría”. dicen.

Pero Clemente Álvarez, otro residente, es enérgico al expresar: “No queremos la Barrick aquí”.

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Es periodista en Diario Libre.