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El mes de moharram, un desafío para Irán en tiempos de coronavirus

Artemis Razmipour

Teherán, 29 jul (EFE).- La festividad religiosa del mes de moharram, la más importante para los musulmanes chiíes, se ha convertido en un desafío para autoridades iraníes apenas un mes antes de su comienzo debido a la COVID-19.

Cada año, durante el mes de moharram, decenas de miles de fieles salen varios días a las calles de las ciudades iraníes para expresar su dolor por la muerte del tercer iman chií, Hosein.

Este año debido a la propagación del nuevo coronavirus en Irán, el modo de llevar a cabo esas conmemoraciones, que tendrán lugar a partir del 21 de agosto, ha generado diferencias entre las autoridades, clérigos y responsables sanitarios del país.

El moderado presidente iraní, el clérigo Hasan Rohaní, afirmó el 25 de julio en una sesión del comité iraní de lucha contra coronavirus, que 'el luto por el iman Hosein, se celebrará en todas las ciudades y pueblos' de Irán, 'bajo cualquier estado' de riesgo que tengan ante la COVID-19.

Rohaní ordenó que las ceremonias y procesiones se lleven a cabo 'de modo glorioso' pero 'respetando el distanciamiento social y con mascarillas' y en referencia a los protocolos de salud, apostilló que 'nadie puede crear distancia entre la religión y la ciencia'.

Esas declaraciones de Rohaní tuvieron lugar después de que el Ministerio de Salud expresara claramente su oposición respecto a esas ceremonias siempre multitudinarias.

Unos días más tarde, el ministro iraní de Salud, Saíd Namakí, se reunió con clérigos y cantautores del mes de Moharram, para intentar convencer a los clérigos de que este año hay que cambiar el modelo de las ceremonias.

CELEBRACIÓN EN LAS CALLES

Durante el mes de moharram, sobre todo por las noches, las calles se llenan de fieles que se dan golpes en el pecho y latigazos en la espalda para expresar su dolor, dificultando el paso de peatones y generando un fuerte atasco.

Además en muchas casas se prepara grandes cantidades de comida que reparten entre los asistentes, que forman filas para poder probarla.

Farhad Hadadian, el director del santuario Alí Akbar, situado en la plaza de Chizar en el norte de Teherán, en donde cada año e presentaban más de 20.000 personas en las ceremonías de moharram explicó a EFE que es difícil evitar la asistencia de la gente.

'Incluso si no celebramos las ceremonias y cerremos las salas, definitivamente la propia gente se presentará en las calles y las celebraran', explicó.

'El presidente dice que se celebre de modo glorioso, para ello se necesita un apoyo en material, como decenas de miles de litros de, alcohol y mascarillas', añadió.

Irán cerró el pasado mes de marzo las puertas de los mausoleos, lo que ocasionó serias protestas por parte de religiosos extremistas que no ocultaron su enfado y llegaron a atacar las puertas de entrada, acto calificado de 'profanación' por las autoridades. EFE

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