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El rojo de la sangre eclipsó los colores de la paz en las calles de Nicaragua

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El rojo de la sangre eclipsó los colores de la paz en las calles de Nicaragua
Vista de una bandera de Nicaragua con la leyenda de “Nos están matando” durante la “Marcha de las Flores” , durante el día número 74 de protestas en contra del gobierno de Daniel Ortega, en Managua (Nicaragua). (EFE/JORGE TORRES)

MANAGUA. El azul y blanco de las banderas de Nicaragua, el multicolor de las flores en memoria de los niños asesinados por fuerzas sandinistas y el negro de los crespones en señal de luto por los más de 285 asesinados, se mezclaron con el rojo de la sangre derramada sobre el pavimento de Managua, donde nueve personas resultaron heridas por impactos de bala.

La “Marcha de las Flores”, que movilizó a miles de ciudadanos en la capital, arrancó con las ya habituales consignas en pro de la paz y la justicia para Nicaragua, nación sumida en una fuerte crisis sociopolítica que avanza imparable, acercándose peligrosamente a un país al borde de una guerra civil que se antoja inevitable.

Niños, ancianos, jóvenes de toda condición, estudiantes, madres que perdieron a sus hijos durante las protestas, vástagos que perdieron a sus padres, organizaciones de derechos humanos y ciudadanos en general salieron a las calles a pedir la renuncia inmediata del presidente del país, Daniel Ortega, y de todo el equipo de Gobierno.

Los colores predominaban, la luz de la mañana soleada otorgaba la mejor imagen posible de una Managua sumida en la desesperación, los cánticos de protestas se escuchaban fuertes y enérgicos, las fotos de los caídos devolvían la vida, al menos unos minutos a los que ya no están, todo era normal, hasta que el sonido de las balas convirtió un sueño de paz en la peor de las pesadillas.

Y frente a las balas, palabras. Frases cortas y rotundas, claras. “Seguiremos adelante, continuaremos en la lucha, que se rinda tu madre (a Ortega), nos levantaremos una vez más, nuestra sangre no se derramará en vano, de que se van, se van (a Gobierno)”.

Palabras recuperadas tras varios minutos de silencio ciudadano, tras segundos eternos de temor e incertidumbre, de carreras hacia ninguna parte, hacia ese lugar donde se abriera una puerta y meterse para proteger la vida.

“No tienen piedad”, gritaba una joven madre mientras, con su niño pequeño en brazos, buscaba donde librar a su hijo de una muerte que creyó segura, que temió, que vio muy de cerca, pero que logró esquivar, como lo hacen cada día miles de nicaragüenses, cuyo único objetivo es seguir vivos y seguir clamando paz, justicia y cese a la represión.

Y entre la marabunta, una mujer de unos 60 años llamada Michelle Najlis, poetisa y profesora universitaria, mantenía la calma entre el eco de los disparos, con rostro resignado, sabedora de que allí, cualquier cosa podría ocurrir, pero si eso pasaba, ella dejaría su sangre derramada en las calles de Managua por una “lucha común y nunca perdida”.

Najlis -con ascendencia francesa, rusa y judía, pero nacida en Nicaragua y con corazón latino- explicó a Acan-Efe que lleva “varios días con lágrimas permanentes en los ojos por esto que vive el país”, la nación que le dio “la vida”, en el que parió a sus tres hijos y en el que vinieron al mundo tres de sus cinco nietos.

“Que se vayan él y toda su cohorte lo más pronto posible. Sabemos que nos va a tocar construir otro país, con otros valores, con otra cultura, con otra visión, pero fuerte, un país nuestro, de los nicaragüenses, de todos, no solo de Daniel (Ortega) y Chayo (Rosario Murillo)”, lo vamos a conseguir”, dijo la poetisa.

“Cuando veo a los estudiantes, su lucha incansable, me digo: otra Nicaragua es posible. Y para eso, van a estar aquí con nosotros, también, los 285 que nos faltan, porque les arrebataron su vida, pero nos dejaron su alma y su espíritu luchador que debemos perpetuar”, agregó Najlis.

Y así, ocultos en la alturas, los francotiradores designados por el Gobierno orteguista, sembraron nuevamente el terror sobre Nicaragua y la sangre que dejaron derramada los nueve heridos con los que concluyó una marcha que arrancó pacífica, pero cauta.

Los asistentes sabían que lo que sospechaban desde hace días podría ocurrir. Y ocurrió, pero no los calló, porque siguen y -aseguran- seguirán hasta derrocar al “dictador”, al “tirano”.

Esa actividad, convocada por los organismos Hagamos Democracia, Movimiento por Nicaragua, Movimiento 19 Abril y Movimiento Anticanal, estaba prevista para el sábado pasado, sin embargo, fue suspendida debido a la inseguridad en diferentes puntos del país.

La manifestación de este sábado contó con el acompañamiento de representantes de los organismos internacionales de derechos humanos que se encuentran en Nicaragua para monitorear la crisis, según sus organizadores.

Las protestas contra el Gobierno comenzaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, tras once años consecutivos en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.

Por: Sabela Bello

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