Familiares y amigos dieron último adiós a Don Manuel
El patriarca de la familia Corripio fue enterrado en la capilla Nuestra Señora de Covadonga, en el cementerio Cristo Redentor
Santo Domingo. Dicen que cuando alguien muere, y durante su entierro comienza a llover, es que la Naturaleza llora porque ha muerto una persona buena. Y la bondad es precisamente una de las cualidades más recordadas de Don Manuel Corripio García, que en la tarde de ayer recorrió por última vez las calles de la ciudad que tanto amó, en el camino hacia su última morada en el cementerio Cristo Redentor.
Allí, en la capilla Nuestra Señora de Covadonga, mientras caía una llovizna pertinaz, fueron sepultados los restos del empresario. El duelo de la familia Corripio fue acompañado por numerosos parientes, amigos, o simplemente almas solidarias que fueron a despedir al fundador de una de las principales dinastías empresariales del país.
Su hijo, José Luis Corripio, con voz entrecortada, se levantó en su dolor para pronunciar una especie de panegírico que no fue tal, sino la semblanza de un ser humano que, más que todo, "fue un sembrador, de todas las maneras, con su vida, con su ejemplo, con su trabajo".
El amor que sembró Don Manuel también pervivirá a través de los árboles que plantó por doquier. "Convertía campos en jardines", rememoró su hijo, quien dijo que su padre "no había escrito libros, porque los escribió con su vida".
La misa de cuerpo presente fue celebrada por el padre Ernesto Marín. La ceremonia convirtió la eucaristía de la liturgia católica en toda una comunión, donde los presentes compartieron el pan y el vino consagrados.
El amor que sembró Don Manuel también pervivirá a través de los árboles que plantó por doquier. "Convertía campos en jardines", rememoró su hijo, quien dijo que su padre "no había escrito libros, porque los escribió con su vida".
La misa de cuerpo presente fue celebrada por el padre Ernesto Marín. La ceremonia convirtió la eucaristía de la liturgia católica en toda una comunión, donde los presentes compartieron el pan y el vino consagrados.