La diplomacia furtiva que amigó la Cuba “raulista” con Estados Unido

Barack Obama y Raul Castro (EFE/ Archivo)

LA HABANA.- Después de medio siglo de tensa enemistad, la Cuba gobernada por Raúl Castro se reconcilió con Estados Unidos en diciembre de 2014, resultado de una diplomacia furtiva que tejió tras bambalinas un entramado de reuniones a hurtadillas, cartas entre cardenales y embarazos secretos.

El 17 de diciembre de 2014, el presidente de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama, anunciaron sorpresivamente al mundo el restablecimiento de relaciones bilaterales, rotas desde 1961, un giro diplomático que ponía fin a medio siglo de agravios, tensiones y enfrentamientos.

En su alocución de ese día, Raúl Castro propuso al otrora enemigo imperialista “adoptar medidas mutuas para mejorar el clima bilateral y avanzar hacia la normalización”, un lenguaje conciliador que contrastaba con la retórica beligerante del pasado.

El viejo discurso de confrontación ha revivido en el último año, con el magnate Donald Trump convertido en presidente de EEUU, que ha adoptado medidas de endurecimiento del “bloqueo” y ha frenado el diálogo, aunque se mantienen los lazos diplomáticos.

El anuncio de lo que se bautizó como “deshielo” fue la culminación con éxito de los contactos secretos que enviados de los dos países mantuvieron entre junio de 2013 y noviembre de 2014, la mayoría de ellos en territorio canadiense, con el apoyo del Vaticano y del papa Francisco.

Las conversaciones comenzaron para buscar una solución a la situación de los prisioneros políticos de uno y otro lado: el contratista estadounidenses Alan Gross, preso en la isla desde 2003 por “actividades subversivas”; y Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labañino, los tres agentes cubanos del grupo de “Los Cinco”

Resultado de este enjambre secreto de reuniones y cartas, los dos países alcanzaron un inédito acuerdo que además de restaurar los lazos diplomáticos y el canje de presos, se tradujo rápidamente en el levantamiento de sanciones económicas a la isla, como la flexibilización de los viajes, la ampliación del límite de remesas o la exportación en algunos sectores.

Hasta el fin del mandato de Obama en enero de 2017, EEUU aprobó seis paquetes de medidas ejecutivas para aliviar el embargo económico a Cuba y su administración rubricó con la isla gobernada por Raúl Castro una veintena de acuerdos en sectores como telecomunicaciones, medio ambiente, salud y aviación civil.

En julio de 2015, ambos países reabrieron sus respectivas embajadas y desde el 14 de agosto, cuando el entonces secretario de Estado, John Kerry, visitó La Habana para asistir al izado de su bandera sobre el emblemático Malecón de la capital cubana.

Cara a cara

Ambos presidentes se encontraron cara a cara en tres ocasiones: en la Cumbre de las Américas de Panamá, en abril de 2015; durante la Asamblea General de la ONU de Nueva York, en septiembre de ese año; y en la histórica visita de Obama a Cuba, en marzo de 2016.

El pequeño de los Castro recibió calurosamente en la isla comunista al primer presidente estadounidense que pisaba suelo cubano en 88 años: dialogaron sobre el embargo, sobre derechos humanos y libertades, además de acudir juntos a un simbólico partido de béisbol entre la selección cubana y los Tampa Bay Rays.

La llegada a la presidencia del polémico Trump ha supuesto un vuelco radical al clima de distensión propiciado por Obama: debido a unos misteriosos “ataques acústicos” a diplomáticos estadounidenses, su administración decidió el pasado septiembre retirar a más de la mitad de su personal en la embajada en La Habana

Además expulsó a 17 diplomáticos cubanos de Washington, dejando bajo mínimos a ambas embajadas, lo que ha desembocado en casi una parálisis consular.

Trump, obligado a cumplir las promesas electorales al exilio anticastrista, también ha recrudecido el embargo, al imponer el pasado noviembre nuevas restricciones que impiden hacer negocios con empresas del conglomerado Gaesa, vinculado a las Fuerzas Armadas, además de dificultar los viajes a la isla.

A pesar de estas tiranteces, el logro de Raúl Castro y Obama de reanudar lazos diplomáticos, sigue vigente y la bandera de las barras y estrellas todavía ondea en el Malecón.