Medicos de MSF contra el cierre apresurado de campos de refugiados en Kenia

Nairobi, 1 may (EFE).- La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) cuestionó hoy la viabilidad de cerrar con tan poco tiempo en Kenia dos de los mayores campos de refugiados del mundo después del anuncio oficial de hacerlo antes del 30 de junio de 2022.

'MSF está de acuerdo en que los campos de refugiados no son una solución a largo plazo. Pero la forma apresurada y no consultiva en la que se tomó esta decisión nos hace cuestionar la viabilidad de cerrar los campamentos en un período tan corto de tiempo de una manera que respete los derechos y la seguridad de los refugiados', declaró en un comunicado Adrian Guadarrama, subdirector de programas de MSF en Kenia.

La ONG consideró que la hoja de ruta para cerrar los campamentos pone 'demasiado énfasis' en la repatriación voluntaria a pesar de que 'es imposible fijar una fecha límite para las devoluciones, especialmente porque algunos de los países de origen siguen siendo inseguros'.

El Gobierno de Kenia anunció este jueves la decisión de cerrar los campos de refugiados de Dadaab y Kakuma antes del 30 de junio de 2022, después de que el pasado 24 de marzo diera a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) un ultimátum de dos semanas para planear la clausura.

Las autoridades kenianas defienden el cierre por las amenazas para la seguridad nacional que suponen algunos refugiados, incluidos ataques terroristas cometidos en el pasado y ligados a cómplices del grupo yihadista somalí Al Shabab que residían en esos campos, que albergan de manera conjunta a más de medio millón de personas.

'Debemos encontrar un equilibrio entre las obligaciones internacionales de Kenia y sus deberes nacionales. Tenemos una responsabilidad doméstica de proteger a los kenianos', afirmó el ministro del Interior, Fred Matiang'i, según el medio local Daily Nation.

Kenia sostiene que tres atentados, que causaron más de 250 muertos, se planearon en los campos de refugiados: el ataque contra el centro comercial Westgate en Nairobi (2013), el de la ciudad Mpeketoni (2014) y el de la Universidad de Garissa (2015).

“Llevamos más de 30 años acogiendo a refugiados y nuestra capacidad para acogerlos por más tiempo con los estándares mínimos de acción humanitaria se ha sobrepasado”, declaró secretario principal del Ministerio del Interior keniano, Eng Karanja Kibicho según recogió este jueves el medio local The East African.

Más de la mitad de los refugiados en Dadaab y Kakuma son de Somalia -país que vive en un estado de guerra y caos desde 1991- y el resto proceden de otros países africanos como Etiopía, Sudán del Sur, Burundi, Uganda, Ruanda o Eritrea.

Tras el ataque a la Universidad de Garissa en 2015, varios líderes del noreste de Kenia reclamaron el cierre del campamento de Dadaab, y el Gobierno ha repetido después en varias ocasiones su amenaza de clausurar los campamentos de refugiados.

El Gobierno de Uhuru Kenyatta decretó el cierre del campo de refugiados de Dadaab en noviembre de 2016, pero la medida fue bloqueada por el Tribunal Superior de Justicia keniano en febrero de 2017 tras considerarla inconstitucional. EFE

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