Nueva Venecia, el pueblo del agua que sale a flote del dolor

Fotografía muestra a varios pescadores mientras saludan, en el pueblo de palafitos Nueva Venecia (Colombia). Las 3.000 almas que viven en Nueva Venecia, un pueblo de palafitos construido en las aguas de la Ciénaga Grande de Santa Marta, el complejo lacustre más grande de Colombia, se resisten a hundirse en el dolor de la violencia y ven en el turismo la mejor forma de salir a flote. EFE/MAURICIO DUEÑAS CASTAÑEDA

NUEVA VENECIA. Las 3.000 almas que viven en Nueva Venecia, un pueblo de palafitos construido en las aguas de la Ciénaga Grande de Santa Marta, el complejo lacustre más grande de Colombia, se resisten a hundirse en el dolor de la violencia y ven en el turismo la mejor forma de salir a flote.

La madrugada del 22 de noviembre del año 2000, el miedo se apoderó de los pobladores de las 600 casas que conforman el pintoresco lugar al que se llega después de navegar dos horas desde el caribeño municipio de Ciénaga, en el departamento del Magdalena.

Ese día, 60 paramilitares del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) fueron enviados a “castigar” a los señalados de ser auxiliadores de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

A bordo de seis lanchas, y cuando todavía el sol no salía, llegaron para masacrar inicialmente a quince pescadores que iniciaban su faena.

Luego reunieron a la comunidad en la iglesia y lista en mano fusilaron a quince lugareños más.

Cuentan que con la sangre de los muertos, “los paracos”, como todavía los llaman, escribieron en las paredes: “Que tengan una feliz Navidad”.