Turquía cierra ramadan con un toque de queda tras buena gestión del virus

Ilya U. Topper

Estambul, 23 may (EFE).- Un toque de queda de cuatro días en todo el país marca a partir de hoy el final del ramadan en Turquía, que espera pasar pronto a una gradual normalización tras gestionar la pandemia del coronavirus con un balance más bien positivo, pese a no decretar nunca un confinamiento estricto.

Con un total de 4.276 fallecidos, con unos 155.000 contagios confirmados desde el inicio de la epidemia a mediados de marzo, el impacto de la enfermedad resultó ser menos letal de lo esperado en este país de 80 millones de habitantes.

La cifra de muertos demuestra que el impacto ha sido hasta ahora bastante inferior al sufrido en España, Italia, Francia o el Reino Unido, con hasta diez veces más fallecidos.

El Gobierno turco renunció a imponer un confinamiento general, como el aplicado en España o Italia, y solo decretó toques de queda durante fines de semana y festivos, en un intento de limitar el impacto de las medidas sobre la economía.

CRÍTICAS DE LOS MÉDICOS

Eso sí, no faltaron las críticas por parte de instancias científicas, como la Unión Turca de Médicos (TTB), que acusa al Gobierno conservador islamista de falta de transparencia.

Los médicos aseguran que la tasa de fallecidos es más alta que la cifra oficial, al haber 'casos que no se consideran COVID-19 al no disponerse de un test PCR positivo'.

Efectivamente, el registro municipal de fallecimientos de Estambul -ciudad que reúne el 20 % de la población turca y el 60 % de los contagios- muestra en abril y mayo un incremento de muertos de hasta un 50% superior a las cifras oficiales de la pandemia.

Pero incluso suponiendo una tasa de muertes que duplicara la oficial, Turquía parece haber evitado los mayores estragos de la pandemia con un conjunto de medidas menos severas que España o Italia, como subraya orgullosamente el Gobierno turco.

UNA POBLACIÓN MÁS JOVEN

Uno de los motivos es la propia estructura de la población de Turquía, donde la media de edad es de unos 31 años, frente a los 44 de España, asegura Ahmet Demircan, médico jefe del hospital Gazi en Ankara y miembro del comité científico que asesora al Gobierno.

'Somos más jóvenes que España o Italia. Si eres un país envejecido con contagios empiezas esta lucha con un 0-2 de desventaja', explicó hoy el facultativo en declaraciones a Efe de forma gráfica.

A esto se añade la política de prevención: pocos días tras confirmarse el primer muerto, el Gobierno decretó un toque de queda estricto para los mayores de 65 años.

Solo tras mes y medio de confinamiento les permitió salir una tarde a la semana, 'una orden que los ancianos respetaron en gran medida', destaca Demircan.

Solo unos 27.000 mayores, una proporción ínfima, residen en los cerca de 400 geriátricos del país, los demás viven con familiares o bien se desempeñan solos, asistidos por un programa público de atención a domicilio, que tiene unos 465.000 beneficiarios.

En países como España, Italia y Francia, más de la mitad de los fallecimientos a causa del virus tuvieron lugar en residencias de ancianos.

Un toque de queda para menores de 20 años, impuesto en abril, redujo más las posibilidades de contagio para los mayores, y esta escasa exposición pudo haber sido una de las claves del éxito.

Por otra parte, las autoridades dedicaron grandes esfuerzos a crear equipos de rastreo que localizaran a todas las personas en contacto con los enfermos registrados y los sometiera a cuarentena, algo que 'se reveló muy eficaz', señala Demircan.

LECCIONES DE OTROS PAÍSES

'Aprendimos de China, Irán e Italia qué medicinas son más eficaces. Empezamos a usar algunos medicamentos antes que otros países, dábamos oxígeno en fases más tempranas y retrasábamos las intubaciones todo lo posible', describe el médico el protocolo turco aplicado en los meses de pandemia.

Por otra parte, aunque no hubo un confinamiento general de la población activa, la gran mayoría limitó al máximo sus salidas, y las calles de Estambul se veían prácticamente vacías.

Las medidas no solo recibieron apoyo de todos los partidos, sino que varios alcaldes de la oposición, que suelen vivir enfrentados al gobierno islamista, incluso pidieron un confinamiento más estricto, al temer rebrotes que al final no llegaron.

Aunque la esperanza de poder celebrar el fin del ramadán en normalidad no se ha cumplido, tampoco hubo protestado por tener que pasar las fiestas en casa y sin las habituales visitas a familiares.

Si las previsiones se cumplen, en la primera semana de junio, Turquía podrá empezar a regresar paulatinamente a la normalidad, siguiendo los ejemplos de otros países europeos. EFE

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