Turquía rechaza abrir la frontera a los sirios pero envía ayuda humanitaria

Cuántos son es una pregunta difícil. “Unos 30.000”, estima para Efe Abdussalam Sherif, logista de la ONG turca Insan Yardim Vakfi (IHH), mientras que Davutoglu mencionó una cifra de 60.000.

Un joven permamece sentado junto al paso fronterizo de Öncüpinar en Kilis, Turquía, hoy, 10 de febrero de 2016. (EFE/Sedat Suna EPA)

KILIS. El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, ha asegurado hoy que su país “nunca ha cerrado sus fronteras ni su corazón” a los refugiados sirios que huyen de la guerra pero, de momento, seguirá atendiendo al otro lado de la valla limítrofe a las miles de personas que esperan cruzar a Turquía.

Así, el paso fronterizo de Öncüpinar, en la provincia de Kilis, se mantiene cerrado salvo para el tránsito de camiones que llevan ayuda humanitaria hacia el lado sirio, donde se agolpan decenas de miles de desplazados en varios campamentos.

Huyen de la ofensiva del Ejército turco, apoyado por la aviación rusa, contra las fuerzas de la oposición en los alrededores de la ciudad de Alepo.

Cuántos son es una pregunta difícil. “Unos 30.000”, estima para Efe Abdussalam Sherif, logista de la ONG turca Insan Yardim Vakfi (IHH), mientras que Davutoglu mencionó una cifra de 60.000.

“No hay cifras exactas”, advierte Sherif, que explica que “hay mucho movimiento. Cuando bombardean una zona, la gente huye con lo puesto; en unas horas podemos recibir a 2.000 personas más. Luego algunos vuelven, otros encuentran familiares que viven por la zona y se quedan con ellos”.

Las presiones de diversas instancias internacionales, entre ellos la Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR), de abrir el paso fronterizo, no han sentado bien a Turquía, que ya alberga a 2,5 millones de refugiados sirios censados, 260.000 de ellos en campamentos financiados por el Gobierno.

El centro de coordinaciones de IHH, a cuatro kilómetros del paso fronterizo, está en plena ebullición, con decenas de cocineros y ayudantes preparando arroz y empaquetando pan recién hecho, con camiones esperando en la puerta del complejo y una unidad de cocina móvil que será trasladada al campamento.

No es algo reciente, explica Sherif: el centro se creó hace cuatro años y la organización atiende a 120 campamentos en el lado sirio de la frontera, siete de ellos cercanos al paso de Kilis, por lo que los recién llegados simplemente han sido distribuidos en complejos ya existentes, que ahora se amplían.

“En cuanto la situación se estabilice y se aclare quiénes pueden volver a sus casas y quiénes se quedan, colocaremos casas prefabricadas”, adelanta Sherif.

¿Una señal clara de que Turquía no abrirá la frontera a los recién llegados? “No sabemos qué hará el Gobierno. Quizás los dejen pasar, quizás no. Mientras tanto, nos dedicamos a atenderlos ahí donde están”, responde el gestor.

Sherif no confirma las informaciones de que las autoridades ya están tomando datos y huellas dactilares a los desplazados como paso previo a expedirles una tarjeta de acogida turca.

“No sé si lo hacen, pero yo no he visto nada, ni oído nada”, dice.

Señala que los camiones de IHH se pueden mover sin problema por la zona porque todos los grupos armados los respetan, pero no se adentran en territorio bajo control del régimen sirio.

“No vamos a Alepo, aunque podríamos. Las fuerzas del régimen han cortado la carretera principal, pero tenemos otra vía para llegar. Pero, de momento, tenemos suficiente trabajo aquí en la zona”, señala el logista.

El coordinador de prensa del primer ministro turco, Arman Varol, informó de que hoy no han llegado nuevos desplazados a la frontera, pese a que los aviones rusos han efectuado densos bombardeos alrededor del aeropuerto militar de Minnig, al norte de Alepo. EFE