Montesinos carece de vocación comercial
La obra está resguardada por militares; pero además de la estatua no hay mucho que ver
SANTO DOMINGO. Los años de esplendor del Monumento a Montesinos fueron breves. Han sido más los años en abandono y avanzando al deterioro que los sublimes. Desde 1989, siete años después de su inauguración, los periódicos recogen el drama que ha pasado el monumento.
A través del tiempo, Montesinos ha albergado a más palomos que a turistas.
Actualmente, el interior del monumento está limpio y dos militares resguardan la estructura.
Sin embargo, el daño provocado por los años en desuso maltrata la obra. Filtraciones en los techos y las columnas, pisos manchados y un techo viejo, afean la otrora espectacular estatua. De noche, hay ocasiones en las que la iluminación del monumento se encuentra encendida. Cuando está iluminado, se logra a ver a distancia, desde varios edificios de considerable altura, pero el prendido no es permanente.
A Montesinos, además, no hay nada que ir a ver, pese a sus largos y extensos salones; sólo la vista desde el techo y el detalle del coloso, es lo único interesante de un viaje interno que se hace incómodo por las escaleras. Desde hace años se ha hablado de la posible intervención del Gobierno mexicano, quien donó la obra, para que lleve a cabo la reforma del edificio. Y en otras ocasiones, se discute la posibilidad de convertir en museo al menos una de las salas del no tan vetusto monumento.
En el Ayuntamiento del Distrito Nacional se ha propuesto también incluir un restaurante o un café dentro del edificio, pero nada cuaja.
A través del tiempo, Montesinos ha albergado a más palomos que a turistas.
Actualmente, el interior del monumento está limpio y dos militares resguardan la estructura.
Sin embargo, el daño provocado por los años en desuso maltrata la obra. Filtraciones en los techos y las columnas, pisos manchados y un techo viejo, afean la otrora espectacular estatua. De noche, hay ocasiones en las que la iluminación del monumento se encuentra encendida. Cuando está iluminado, se logra a ver a distancia, desde varios edificios de considerable altura, pero el prendido no es permanente.
A Montesinos, además, no hay nada que ir a ver, pese a sus largos y extensos salones; sólo la vista desde el techo y el detalle del coloso, es lo único interesante de un viaje interno que se hace incómodo por las escaleras. Desde hace años se ha hablado de la posible intervención del Gobierno mexicano, quien donó la obra, para que lleve a cabo la reforma del edificio. Y en otras ocasiones, se discute la posibilidad de convertir en museo al menos una de las salas del no tan vetusto monumento.
En el Ayuntamiento del Distrito Nacional se ha propuesto también incluir un restaurante o un café dentro del edificio, pero nada cuaja.