San Miguel o Belié Belcan; jolgorio con tabaco y vela

Reportaje Cientos de creyentes participan en las festividades que se llevan a la par en las iglesias y santerías

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Santo Domingo. Los palos comenzaron a sonar y fueron despertando las caderas. Un hombre tomó un sorbo del aguardiente que trajo en una botella de jugo para disimular el contenido. Luego pasa el pequeño recipiente a su compañero de al lado, que repite la acción de “levantar el codo”.

El sonido de los palos se hace más intenso y la gente, dispersa y recostada entre los muros de la barriada de San Miguel, comenzó a aglomerarse, rodeando la banda que tocaba: Los Getos de La Romana. Allí, entre el humo de los cigarros, el trajín de los vendedores de artículos y el destape de las botellas de ron, se marcaba el inició del jolgorio que los devotos de San Miguel realizan cada 29 de septiembre para rendir culto y agradecer los milagros concedidos por la intermediación del “santo protector” que venció a Lucifer

A las 6:30 de la mañana, la iglesia que lleva su nombre, en el corazón del barrio San Miguel, inició el ciclo de celebraciones litúrgicas, alabanzas y cantos, que se repitieron a las 8:00; 9:30 y 11:00 de la mañana. A las 4:00 de la tarde inició la procesión con los feligreses para terminar con una misa en horas de la noche.

El mensaje del Fray no quedó del todo claro, y creyentes como Alejandrina Abreu, ataviada con vestido con forma y los colores similares a la vestimenta del santo al que también llama Belié Belcan, y fumando un cigarro, insistía en que le debía muchas casos, entre ellas, la vida de uno de sus hijos. Contó que a los 18 días de nacer, un médico le entregó muerto a su bebé, acompañado del acta de defunción, pero ella, devota, comenzó a orar al lado de la cama y, entonces “un ángel bajó del cielo y me dijo las cosas que tenía que darle. De repente mi niño empezó a chuparse el dedo”. Por eso y otros milagros, Alejandra lleva 40 años asistiendo a las misas por San Miguel, y cuando le dicte “el santo”, hace una fiesta de palos y comida.

Las historias de milagros se repiten entre los cientos de personas que se entremezclaban con gagas y vendedores. Las calles Juan Isidro Pérez y José Reyes con 19 de Marzo, siguen ocupadas con montones de velas a color que se venden entre RD$25 y RD$100 pesos, novenarios, rosarios, cigarros y paños rojos, amarillos y verdes que se pregonan en cada lugar. Mientras, en algunas casas como la de Kelvin de León, reposa la imagen de San Miguel adornado de globos, golosinas, maní, sandías, huevos, refrescos rojo, bizcocho y botellas de alcohol, testigos de una tradición que por años acompaña a los dominicanos en los campos y zonas urbanas.