Edita Sánchez levantó a su hijo Magneuris con sacrificios

Magneuris Sierra junto a su madre Edita Sánchez. (fuente externa)

SD. Edita Sánchez se levantaba a las seis de la mañana y se movía sobre el piso de tierra de su cocina para amasar harina y exprimir frutas para los jugos que vendía. Así conseguía el poco dinero para que su hijo mayor, Magneuris Sierra, no dejará sus prácticas y llegara a ser un jugador de Grandes Ligas.

Edita tuvo que criar a sus tres hijos sola porque el padre partió a España. Recibía ayuda de él pero no la suficiente. “Yo tenía que estar haciendo lavados, vendía pastelitos, siempre me preocupaba para que mis hijos tuvieran una alimentación y que no les faltara nada”.

Vio en Magneuris la aspiración de jugar béisbol y ella se esforzó para conseguir los artículos para que pudiera hacerlo.

“Cuando él me decía que necesitaba un guante o unos clavos, yo tomaba un lata de jugo y hacía una alcancía”, dijo con orgullo.

Al momento de enterase de la firma de su hijo con los Cardenales de San Luis lo primero que hizo fue orar y darle las gracias a Dios. Cuenta que la casa anterior donde vivía, “era de zinc, y el piso de tierra, llovía adentro cuando escampaba afuera”. Magneuris le construyó una nueva con el bono de la firma.

“Él me decía mami yo te voy a hacer una casita desde que me firmen”.

Sánchez crío a su tres hijos en Mira Cielo, San Cristóbal. Pasó hambre y precariedad, sus hijos no tenían ropa y estaban descalzos. Ella conseguía ropa usada porque no tenía recursos para ir a una tienda. “Yo seguía con esta actitud. Tenía fe de que esto no se iba a quedar así. Con Dios delante íbamos a seguir sea con la pelota o el estudio “. El siete de mayo Sierra se convirtió en el dominicano 696 en debutar en las Grandes Ligas.