El británico Chris Froome gana su tercer título del Tour de Francia

El británico Chris Froome, centro, ganador del Tour de Francia 2016, festeja con sus compañeros del Equipo Sky tras cruzar la meta de la 21ra etapa. (AP/Peter Dejong)

PARIS. Christopher Froome (Nairobi, 31 años), “el hombre tranquilo” que aprendió de niño que la bicicleta era un elemento de libertad dando paseos por el Monte Kenia, acaba de coronar el podio de París por tercera vez, una cifra que le coloca en la historia junto al belga Philippe Thys, el francés Louison Bobet y el estadounidense Greg Lemond.

Una victoria contundente del “africano blanco”, el mismo que hace tres años asumió los galones del Sky, heredados de sir Bradley Wiggins, un excompañero que privó del triunfo en 2012 a “Froomey”, impidiendo entonces su despegue.

Froome empezó a montar en la bicicleta de hierro que le cedió el mayor de sus dos hermanos. Daba paseos por la sabana keniana, a veces entre manadas de animales salvajes, algo que hubiera espantado a cualquiera. No fue el caso Christopher, hijo de una fisioterapeuta y de un operador turístico que organizaba safaris.

En Sudáfrica, donde fue trasladado su padre, nació su pasión por la bicicleta y se alistó en el primer club. Antes de ser adolescente en aquel país fue niño en Kenia, en el África negra. Pertenece a una familia inglesa originaria de Brighton y vivió junto a sus tres hermanos en la capital keniana hasta los 14 años.

La vida al aire libre le marcó su empatía con el continente negro, a pesar de algún susto “de muerte”. Una vez la presencia de un árbol le salvó de vérselas cara a cara con un hipopótamo. Y la salud le avisó con la bilharza, una enfermedad derivada de un parásito que de vez en cuando aparece para restarle glóbulos rojos.

En el colegio Saint John de Johannesburgo adquirió acento de Oxford y modales de ‘gentleman’, y aprendió a vivir apartado de la familia. En la misma ciudad estudió economía, pero a un año de la licenciatura dejó de estudiar cuando el ciclismo profesional llamó a su puerta.

En 2007 Froome se instaló en Italia cuando corría con el Konica (2007), un modesto equipo continental. Se instaló cerca de Bérgamo, ya que su novia vivía en Milán y por tren la podía ir a ver. Cuando cortó la relación tuvo una cosa muy clara: “Ahora me voy a centrar en mi carrera ciclista”. Aquel año ganó el Giro de las Regiones y una etapa en la Vuelta a Japón.

En 2008 obtuvo la nacionalidad británica y fichó por el equipo sudafricano del Barloworld, que le lleva al Tour de Francia, donde finaliza en el puesto 84. Los técnicos británicos ya confiaban en Froome y le seleccionaron para competir con Gran Bretaña en los Campeonatos del Mundo celebrados en la localidad italiana de Varese.

Con los mismo colores corre el Giro en 2009 y acaba el 36, y en 2010, tras fichar por el Sky, repite en Italia y se retira por culpa de una tendinitis en una rodilla.

En 2010 Froome aterriza en su actual equipo, el Sky. Una temporada nada brillante en resultados, ya que solo logró la medalla de plata en el campeonato británico contrarreloj, por detrás de Bradley Wiggins.

En el equipo actual empezó a forjar su leyenda. Una trayectoria imparable que le ha llevado a lograr tres Tours de Francia, con 7 triunfos de etapa, 3 Dauphinés, 2 Tours de Romandía y un bronce olímpico en Londres 2012, entre otros logros.

Froome tiene un objetivo claro: “volver al Tour 5 ó 6 veces más” e intentar llegar de amarillo a París, que es “la ilusión de todos los ciclistas”. Sigue disfrutando del ciclismo, y a este deporte se entrega con disciplina espartana.

En el futuro le quiere contar a su hijo Kellan sus aventuras en la carrera más importante del mundo. De momento, el hijo de Chris y Michelle juega con los leoncitos que gana su padre cada vez que sube al podio.

Un tipo sencillo, casi siempre con la sonrisa en la boca, que hubiera sido oficinista de no haberse inclinado por la bicicleta. Si los entrenamientos y la vida familiar le dejan unas horas, Froome escucha música de Coldplay. Entre sus mejores recuerdos, aparte de sus triunfos en París, el día que conoció al expresidente surafricano Nelson Mandela.