Bitácora del 2018

Persiste en nuestro país la falta de un sentido de urgencia y de reforma tan necesario para que logremos que en 2019 preparemos el camino para que la próxima década sea la de mayor creación de valor en nuestra historia económica.

Y se acabó. Doce meses de la banca y finanzas dominicanas pasaron volando. Las innovaciones fueron muy pocas, pero importantes. El mercado trajo sus sorpresas, sin lugar a dudas. La economía, estable. Con sus fortalezas acompañadas por los retos de siempre para humanizar y generalizar el bienestar económico en el país.

En el ámbito macroeconómico, se registró un buen crecimiento y una inflación sorpresivamente baja, sobre todo a partir de la segunda parte del año. Sorprende, pues no olvidemos el incremento de la tasa de interés de referencia del ente emisor, que en julio llegó a aumentarla a 5.50%, en parte por las preocupaciones de las alzas en los precios de los combustibles y las tasas de la Reserva Federal.

El desplome del precio del petróleo (ayer giraba en torno a los US$45 el barril), trajo tremendo aliento a que, quizás, el Banco Central pueda mantener las tasas estables por un tiempo más.

Banca más humana

El sector financiero dominicano claramente está abocado a perfilarse de forma más humana, accesible y equitativa. Las alianzas, premios y reconocimientos, por ejemplo, en el tema de igualdad de género y el acceso a los discapacitados realmente son aspectos reconocibles ya no solamente de un coloso, sino de muchas otras entidades.

La educación financiera, que estemos claros hace cinco años estaba en sus pañales en la banca, ha logrado establecerse como una norma en muchas entidades financieras.

“Las palabras del año pasado pertenecen al lenguaje del año pasado. Las palabras del próximo año esperan otra voz” T. S. ElliotPoeta 1888-1965