Contagio limitado

La naturaleza de la situación brasileña influye también para que no se difunda por toda la región

Según el FMI, es improbable que las prolongadas vicisitudes políticas brasileñas tengan un gran impacto en las economías de otras naciones de la región. Dado que la de Brasil es la mayor economía de Latinoamérica, a primera vista esa percepción parecería ser demasiado optimista, y concluir que sí se esparcirá a través del comercio y los mercados financieros, en especial a sus vecinos más cercanos.

En la evaluación del FMI pesa el pronóstico de que la economía brasileña puede terminar el 2017 con una recuperación, luego de dos años de recesión, aunque es incierto aún si se mantendrá el estimado de una leve expansión del 0.2%, o si proseguirá ligeramente en terreno negativo.

Elementos a favor han sido el incremento en el precio del mineral de hierro, una gran cosecha de soya, y una caída más rápida en el nivel de inflación, pero la continuación de los escándalos de corrupción arrojan sombras sobre el vaticinio original, por causa del efecto sobre la inversión que puede tener la postergación de la agenda de reformas en curso. La naturaleza de la situación brasileña influye también para que no se difunda por toda la región. Al haber tenido su origen en el descenso de los precios de los productos básicos de exportación, la crisis política que ha salpicado a los principales partidos y sus líderes llegó a ser tan aguda debido a la recesión económica, no a la inversa.

Es probable que de no haber estado presentes las circunstancias que afectaron a Petrobrás, el consorcio petrolero estatal, y a otros sectores de la economía, los acontecimientos políticos hubieran alcanzado una menor virulencia.

Los cambios en los fundamentos económicos del crecimiento fueron los determinantes principales, y su incidencia fue predominantemente doméstica. Y en la medida en la que esos fundamentos varíen en sentido favorable, sus consecuencias impulsarán la economía a pesar de la existencia de la intranquilidad política.