?Señales auspiciosas

Transcurridos casi cuatro meses del año, las señales acerca del comportamiento económico del país lucen ser auspiciosas. El crecimiento del PIB se ha reactivado, aunque todavía como un paciente que da sus primeros pasos luego de una prolongada estadía en cama. El número de trabajadores suspendidos ha disminuido a menos de una décima parte de la cantidad en el punto más agudo de la crisis. Las ayudas sociales aún siguen elevadas en comparación con su monto anterior al cierre de actividades para combatir los contagios, pero es de esperar que puedan regresar paulatinamente al nivel considerado sustentable. El precio del dólar, ese gran termómetro de la confianza en las perspectivas económicas, ha descendido moderadamente luego de subir marcadamente el año pasado, poniendo de manifiesto que se ha atenuado la presión derivada de la ansiedad respecto de la estabilidad del peso.

Esas señales de tipo económico se combinan con otras clases de indicios para crear la percepción de que el país avanza por la senda que le conducirá de vuelta a la normalidad, sin que eso signifique que todo será exactamente igual que antes. A pesar del incumplimiento de las casas farmacéuticas contratadas para suplir las vacunas, el Gobierno pudo iniciar el programa de vacunación gracias al apoyo de China, lo que ha infundido una sensación de tranquilidad a los más vulnerables, y es notable la receptividad de la población a las inoculaciones. La reapertura de las escuelas, evidentemente un riesgo calculado, reforzará la percepción de retorno a la normalidad.

Dados esos cambios favorables, la prioridad del gobierno se enfoca ahora en la reforma fiscal que le dará más recursos para enfrentar sus gastos. No se debe olvidar, sin embargo, que ante el pronóstico de que al turismo le tomará hasta el 2023 para recuperar su nivel del 2019, y las alzas ocurridas en el precio del petróleo, el fomento de las exportaciones es vital para mantener la estabilidad cambiaria.