Sueño diplomático

Con la llegada de la República Dominicana al Consejo de Seguridad de la ONU como miembro temporal, concluye un largo periplo diplomático plagado de esperanzas frustradas. En varias ocasiones la inminente selección del país para esa posición terminó siendo desplazada por la elección de otros candidatos. Fue necesario el traslado de nuestra embajada desde Taipéi a Beijing para que el sueño finalmente se convirtiera en realidad.

Es importante ahora que ese sueño placentero no se convierta en una pesadilla de la que queramos despertar. Lo mejor sería que durante nuestra estadía en el Consejo no se presentaran asuntos críticos que nos obligaran a tomar partido entre posiciones opuestas de las grandes potencias. Asuntos como incidentes militares entre los EE.UU. y China, censuras a Israel, o conflictos entre la Unión Europea y Rusia, podrían implicar presiones de parte de los bandos actuantes para que votemos a su favor, lo que conllevaría el disgusto de la otra parte sin necesariamente obtener por ello un beneficio.

Nuestra preferencia parece ser la ya antes practicada gestión en pro de la reconciliación nacional en Venezuela. Sabemos que con el gobierno bolivariano consolidado políticamente y la oposición dividida, el éxito de esa misión es improbable, pero siempre es agradable asumir el rol de promotor de la paz y la concordia. Ese papel nos dará una buena imagen aunque sus resultados sean nulos, mientras no ocurra algún evento violento que motive una moción para que el Consejo actúe, y provoque una confrontación entre los miembros permanentes. No sería atractivo tener que elegir entre propuestas de los EE.UU. y la UE, y posturas contrarias de China y Rusia.

La Asamblea Nacional presidida por la oposición, calificada por los EE.UU. y el llamado Grupo de Lima como la única institución democrática en Venezuela, considera al nuevo ejercicio gubernamental de seis años del presidente Maduro como una “usurpación del cargo”.