El mercado de las flores: entre el auge y la informalidad
En el mundillo en auge de la decoración y los decoradores especializados en eventos -bodas, aniversarios, cumpleaños y otros-, las flores ocupan un lugar protagónico. Se asume un monto para el presupuesto que no suele discutirse por considerarse prioritario en las celebraciones.
La tradición de las flores en los funerales, con los imponentes arreglos florales fúnebres -las llamadas coronas- no ha cambiado con el paso de los años.
El apogeo de las "torres", que ha propiciado la popularización de los diseñadores de interiores en apartamentos de ensueño también han derivado en una demanda de flores -exóticas, tradicionales- para ambientar espacios de altos muros y extensas cortinas, en el que el toque de la naturaleza llega de la mano de los "arreglos florales".
El inventario se extiende a otra tradición: el negocio de la venta al pregón. El que tiene en las marchantas de a pie su canal de distribución. Cada mañana, tempranito, inundan el entorno del Mercado Modelo para suplirse y desde allí llegar sus coloridas flores y follajes a la puerta del barrio: un florero para la "hora santa", para una visita al cementerio, un decorado en una mesita de la modesta sala, son los destinos más comunes.
A pesar de que el panorama muestra un negocio con demanda, los que viven de él no expresan satisfacción en tal sentido. Por el contrario, se habla con añoranza de tiempos lejanos, en los años 80, cuando la Iniciativa para la Cuenca del Caribe desarrolló incentivos para fomentar la floricultura y 32 compañías se formaron al amparo de los estímulos oficiales.
Jeguel Sepúlveda, de Jardín Constanza, la más importante red en el mercado de las flores dominicanas, habla con conocimiento cuando recrea la historia y repasa los vaivenes del sector.
Más desarrollo tecnológico y menos importaciones
La floricultura no forma parte de las estadísticas relevantes del sector agropecuario. En 2011, según las cifras más recientes que aporta la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD), el monto de las exportaciones de flores ascendió a US$306,239.66. Canadá, con US$162,825, fue el destino más importante, seguido de las islas Antigua y Bermuda, con US$82,359.
Sepúlveda se refiere a las realidades múltiples del sector. Por un lado, la instalación en el país de los invernaderos, con tecnología de punta traída de Israel y España, principalmente, ha logrado que en 500,000 metros cuadrados, se produzcan más de 100 variedades entre 40 tipos de flores y follajes de calidad suprema para abastecer el mercado local, compitiendo con los mercados más exigentes.
Las herramientas tecnológicas se han combinado con el desarrollo de la industria en el gigante de las flores, Holanda, donde la mejora de las variedades con procesos fitogenéticos desafía los sentidos, y hacen posible la importación de semillas y bulbos que se reproducen en suelo dominicano, mediante pagos de "royalties".
Sepúlveda se refiere a esta parte sensible del negocio sin esconder su lado sombrío. Adquirir los derechos de reproducción de una variedad no garantiza su cultivo ilegal en el país. No hay mecanismos efectivos que sancionen moral y económicamente a quienes transgreden las normas, la mayoría, campesinos dedicados al cultivo semi informal, con siembras de cuasi supervivencia.
La publicidad que muestra Jardín Constanza es la mejor evidencia de esos múltiples mundos que conviven en el país en torno al negocio de las flores. La empresa ofrece variedades exquisitas, de las que muestran los grandes decoradores de los lugares más exclusivos del mundo: dendroblum, de Tailandia; sedum, de California; brassica y peonia, de Holanda; salal, de Estados Unidos; brunia y leucadendron, de Sudáfrica; achilea y waxflower, de Perú, y protea, de Australia.
Para estar en el negocio, ser competitivo, tienes que ofrecer lo que demanda el mercado. Y tienes que estar dispuesto a invertir. Eso significa traer 200 flores de una variedad de moda, de las que solo te comprarán 50 o poco más, y buscar la forma de colocar el resto en el mercado, explica el empresario constancero.
El factor energía eléctrica
También en la floricultura, donde la cadena de frío es clave, el componente energético es determinante. Los estimados de los productores locales indican que lo que aquí cuesta 18 en Ecuador o Colombia cuesta 2. El impacto de la factura energética saca de competencia al país ante productores latinoamericanos que tienen, además de clima factible y desarrollo industrial, mejores condiciones.
Según Guillermo A. Jiménez, de Flordom, luego de la privatización de la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE), la factura eléctrica se multiplicó exponencialmente, a lo que se sumo "el aumento de los combustibles, fletes, materiales de empaque, seguridad social". También menciona los problemas laborales de mafias de abogados, como parte del andamiaje que comenzó a derrumbarse y produjo un efecto dominó.
Jiménez ofrece su versión en un análisis que ofreció para la JAD sobre el sector. Argumenta que la floricultura dominicana "ha sido una de las industrias que más ha contribuido a la transferencia de tecnología de punta: invernaderos, riego por goteo, aspersión, micro-aspersión, ferti-irrigación, automatización de los sistemas de riego, uso de agroquímicos biológicos y la conservación de productos perecederos (cadena de frío)".
El empresario deja claro, sin embargo, que los mercados internacionales no se manejan con sentimientos: "Hay que competir en igualdad de condiciones y no les importa si tenemos que pagar la energía eléctrica más cara, o el combustible, o los materiales de empaque; hay que competir de igual a igual".