La desagradable verdad sobre la lealtad de Trump hacia Putin y Rusia

Donald Trump, presidente EE.UU. (Foto Archivo)

¿Es víctima de una extensa conspiración de la izquierda o trabaja para un adversario extranjero?

Si alguien que no fuera Donald Trump fuera presidente, ¿habrían los republicanos votado por eliminar las sanciones a las compañías propiedad de un oligarca con estrechos vínculos con el Kremlin, como lo hicieron el miércoles?

La respuesta seguramente es no. Bajo el mandato de cualquier otro presidente, el senado estadounidense habría respetado las sanciones contra el oligarca ruso, Oleg Deripaska, el hombre para quien trabajaba Paul Manafort, el ex director de campaña de Trump quien ahora se encuentra en la cárcel.

¿Por qué son tan indulgentes con él? La explicación trivial es que la mayoría de los republicanos le tienen miedo al Sr. Trump. Hace apenas dos semanas, Mitt Romney, el nuevamente electo senador de Utah, prometió pedirle cuentas al Sr. Trump. Como candidato presidencial republicano en 2012, el Sr. Romney describió a Rusia como el “enemigo geopolítico número uno” de EEUU. Desde entonces, Rusia se ha vuelto más agresiva en Ucrania, Siria y otros lugares. Pero ahora que el Sr. Trump es presidente, el senador Romney se ha desmoronado.

Ya sea si el Sr. Trump le debe dinero a Vladimir Putin, o si el líder ruso sabe algo que podría destruirlo, el presidente estadounidense está actuando como si tuviera una deuda con él. En 2017, el FBI abrió una investigación de contrainteligencia sobre el Sr. Trump bajo la sospecha de que era un agente del Kremlin, consciente o inconscientemente. Esto fue antes de que Robert Mueller fuera nombrado fiscal especial para investigar la presunta colusión electoral con Rusia.

La noción de que el presidente estadounidense está trabajando para el Kremlin es tan descabellada que prácticamente se autoinvalida. Las personas que especulan alegremente sobre los OVNIs, o que los atentados del 11 de septiembre fueron un ataque interno, evitan presentar al Sr. Trump como el candidato de Manchuria por temor a parecer teóricos de las conspiraciones.

Sin embargo, en privado, los ex directores de la CIA, los generales retirados y otros operativos experimentados — todos usualmente cautos — hablan del “kompromat” ruso (material comprometedor) como la mejor explicación para las acciones del Sr. Trump. Consideran que el expediente compilado por Christopher Steele, el ex agente del MI6, es inteligencia creíble.

Esa opinión se ha consolidado en las últimas tres semanas. Además de la investigación del FBI, hay informes de que el Sr. Trump ha tratado en repetidas ocasiones de retirar a EEUU de la OTAN. Hasta el mes pasado, cuando Jim Mattis renunció como secretario de defensa, se podía confiar en que el Pentágono reprimiera sus impulsos.

El Sr. Mattis renunció porque el Sr. Trump “merecía” un director del Pentágono cuyos puntos de vista se alinearan mejor con los suyos, lo que fue una manera militar de decir que el Sr. Trump estaba actuando en contra del interés nacional de EEUU. La última gota para el Sr. Mattis fue la retirada de las tropas estadounidenses de Siria por parte del Sr. Trump, una medida claramente ventajosa para Rusia.

Sin embargo, nada se compararía con el hecho de que EEUU abandonara la OTAN. Realizaría el sueño máximo del Sr. Putin al destruir la alianza occidental. El hecho de que el Sr. Trump siga planteando esa perspectiva es ya lo suficientemente radical. El hecho de que el Sr. Trump se reuniera con el Sr. Putin sin asistentes durante dos horas en Helsinki el año pasado y luego le ordenara personalmente al intérprete estadounidense que le entregara sus notas de la reunión, es algo inquietante.

Todo lo cual le presenta al público estadounidense una opción terriblemente binaria. Por un lado, el Sr. Trump afirma que el Sr. Mueller está realizando una “cacería de brujas” que tiene el apoyo del “estado profundo” y que los medios “de noticias falsas” transmiten. En cuyo caso, el Sr. Trump es víctima de una extensa conspiración de la izquierda y de que el FBI y otras ramas del gobierno han traicionado sus juramentos al trabajar para una facción política.

Por otro lado, podrían estar cumpliendo fielmente con su trabajo, lo cual incluye investigar si el comandante en jefe de EEUU trabaja para un adversario extranjero.

Cualquiera de estas dos situaciones rompería cualquier precedente histórico. La pregunta es cuál de las dos es menos improbable.