La economía, no la identidad, es la clave para revivir el liberalismo estadounidense
Los demócratas deben enfocarse en las preocupaciones de los votantes sobre el estancamiento de salarios y la inseguridad laboral.
Bernie Sanders, el socialista demócrata de 75 años de edad quien compitió ferozmente en contra Hillary Clinton en las elecciones primarias presidenciales de 2016, recientemente fue nombrado la figura política más popular en EEUU en una encuesta de Harvard-Harris. Esto dice mucho sobre los temas políticos que realmente les importan a los estadounidenses, tales como la desigualdad económica, el estancamiento salarial, la deuda estudiantil y la brecha que existe entre Wall Street y la economía real.
Sin embargo conforme los demócratas luchan por reinventarse después de la victoria de Donald Trump, su partido sigue siendo cautivo de una mezcla tóxica de políticas de identidad e intereses corporativos. El ala dirigente sigue estando convencido de que el racismo y la misoginia, no el populismo económico, hundieron a la Sra. Clinton, y que atraer a grandes donantes corporativos sigue siendo el camino a la victoria en la siguiente elección.
Aunque tal vez muchos votantes rechazaron a la Sra. Clinton debido a su género, y aunque el dinero sigue siendo importante, la razón por la que los demócratas perdieron en 2016 y ahora están luchando por reinventarse es que no han entendido dos cuestiones esenciales.
Primero, actualmente la mayoría de los estadounidenses les dan más importancia a los empleos que a la identidad; y segundo, la misma movilidad a la baja que impulsó a la clase trabajadora de raza blanca hacia el Sr. Trump está subiendo rápidamente por la escalera socio económica. Como las investigaciones realizadas por grupos desde el Fondo Monetario Internacional y la OCDE hasta McKinsey han señalado, la disrupción laboral que causó la pérdida de empleos en el “cinturón de óxido” y el estancamiento salarial desde el año 2000 está comenzando a afectar a los trabajadores de “cuello blanco” en casi todos los sectores. Desde contadores y consultores hasta abogados y médicos están comenzando a sentir los efectos del poder del monopolio corporativo y la disrupción de empleos provocada por la tecnología.
De hecho, si comienzas a considerar a la “clase trabajadora” como un sector definido no tanto por el ingreso per cápita, sino por la inseguridad laboral y la reducción del poder de la fuerza laboral en relación al poder que tienen las corporaciones, entonces te darás cuenta de que hay muchas más personas en el mismo grupo político. “El próximo conflicto será entre una clase empresarial muy reducida y el proletariado”, dice Michael Lind, un historiador económico e investigador del grupo de estudios independientes, New America. Sin duda el Sr. Lind usó lenguaje cargado pero tiene razón. Todas las tendencias en la economía — desde el auge de las tecnologías de plataforma a la desregulación y los recortes de impuestos de la era de Trump — señalan que el poder corporativo está en manos de menos personas, y que ha surgido un mercado laboral en el que “el ganador se lo lleva todo”. En este escenario, los problemas económicos compartidos son más urgentes que los problemas sociales.
Para atraer a la nueva base multiétnica y multiclasista de votantes, los demócratas tendrán que hacer frente a los tratos faustianos que han hecho en las últimas décadas. Los movimientos en defensa de los derechos civiles y los derechos de las mujeres en las décadas de 1960 y 1970 revelaron correctamente las necesidades de grandes franjas de la sociedad que habían sido ignoradas. Pero en algún momento entre ese período y la década de 1990, los demócratas decidieron dejar de hablarles a los trabajadores de raza blanca, ya que habían asumido que los cambios demográficos (el crecimiento de las poblaciones latinoamericanas y asiáticas) significaban que podían dirigirse a los grupos étnicos individuales y no necesitaban enfocarse en la creciente desigualdad económica y la ascendencia del poder corporativo. Después de todo, estos problemas eran temas incómodos para la otra porción clave de su base: los profesionales afluentes.
Pero los demócratas sobrevaloraron el poder y la relevancia de las políticas de identidad (aunque aún hay más personas de raza blanca que no tienen un título universitario en comparación con los grupos minoritarios) y subestimaron el alcance y la profundidad de la disrupción laboral. Como afirmó Robert Johnson, el presidente del Instituto del Nuevo Pensamiento Económico: “Fue un error separar los temas de raza y clase, porque ambos van de la mano. Durante los períodos de inseguridad económica, se incrementa el temor del ‘otro’”. Es un fenómeno que aprovechó el Sr. Trump.
Entonces, ¿cómo se puede encarrilar el partido demócrata? En primer lugar, los liberales deben darse cuenta de que el extremismo crea más extremismo. Al enfatizar los temas sociales extremos — como los baños para las personas transgénero — han ayudado a los conservadores de extrema derecha a convencer a los republicanos más moderados a tomar medidas como retirarles el financiamiento a las universidades públicas, las cuales pueden representar como refugios de corrección política orwelliana.
Los demócratas también deberían hacer un mayor esfuerzo por acoger el ala Sanders del partido, comenzando por adoptar sus exitosos métodos de recaudación de fondos a través del Internet, lo cual podría ayudarles a eludir las presiones de la “política del dinero”.
Finalmente, la próxima generación de líderes del partido democrático podría recordar que, aunque es importante acoger y celebrar nuestras diferencias, el éxito político requiere una visión compartida. Cuando le preguntaron recientemente al Sr. Sanders sobre el futuro del partido democrático, él respondió: “Hay algunas personas quienes ... preferirían hundirse en el Titanic con tal de que puedan retener sus pasajes de primera clase”. Los demócratas deberían de dejar de mover las sillas de la cubierta del Titanic y aprovechar la enorme oportunidad que se les ha presentado.
Por Rana Foroohar (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved
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